Hace nada escribía yo sobre el fútbol y la Eurocopa, con motivo del partido del otro día entre las selecciones rusa y española. La española ganó, como sabemos, sin demasiados problemas por un resultado abultado.
Entretanto, las cosas han cambiado bastante. Resultó que la selección rusa no era tan patética como parecía y logró clasificarse segunda de grupo, y anteayer les dio un baño a los holandeses, con lo que, comoquiera que España, contra todo pronóstico, también logró ganar su eliminatoria de cuartos de final, resulta que el jueves que viene vuelven a enfrentarse ambas selecciones, ahora por un puesto en la final.
Pero ése no ha sido el único cambio, no. Ojalá. El cambio más perceptible consiste en que la postración posterior al primer partido contra España ha dado paso, y muy rápidamente, a una euforia que resulta preocupante a los que estamos en territorio enemigo. Y digo enemigo porque, sin comerlo ni beberlo, y aunque el fútbol me trae sin cuidado, aquí los comentaristas deportivos, usualmente ecuánimes y contenidos, se han pasado totalmente al otro extremo y se han convertido en unos exaltados instigadores de masas. Y las masas les han seguido. De momento, ganan, con lo que se conforman con salir a la calle a hacer el bestia; pero, el día que pierdan, que podría ser el jueves, estos tíos van a descargar la frustración sobre lo que haya más cerca y no va a haber quien los pare. Y no digamos si lo que hay más cerca resulta ser español.
Durante la semana he estado trabajando en una feria. Y alguno ha habido que, viéndome español, me ha hecho un corte de mangas diciendo que ya se vengaría por el 1:4 del primer partido, a mí, que el fútbol me parece el deporte enemigo del baloncesto, que es el que realmente mola. Y me preocupa esta evolución porque normalmente esta gente no es así. Incluso los comentaristas deportivos, que nunca han hablado de "Rusia", sino, muy inteligentemente, de "selección rusa", que no es lo mismo, han cambiado de discurso y hablan de "Rusia", igual que se hace (y se hace mal) en España, como si de once jovenzuelos dependiera el destino de todo el país. El nacionalismo ruso estaba en alza, pero ya la cosa se está poniendo fea.
Porque lo del sábado por la noche, justo después del partido contra Holanda, no lo había visto nunca antes. Vimos el partido en un restaurante bastante civilizado sin grandes incidentes, salvo la alegría lógica de que su equipo iba ganando. Incluso nos reíamos de lo forofo que era el comentarista de NTV+ que estaba retransmitiendo. Lejos de la mesura habitual de la televisión pública, el comentarista estaba desatado. He aquí algunas de sus frases:
"Díganme alguien que sea mejor en el regateo que Arshavin ¡Alguien! ¡En toda la Eurocopa!" (después de una jugada de Arshavin, en la que, por cierto, perdió el balón enseguida)
"Van Nistelrooy es el mejor delantero del mundo. Se hubiera ido de cualquiera." (después del fallo defensivo del gol del empate de Holanda)
"Todavía queda tiempo para que Rusia gane" (el gol de Holanda fue en el minuto 86 y entonces más bien estaban apretando los holandeses)
En resumidas cuentas, que ganó Rusia jugando muy bien, y nosotros nos dispusimos a volver a casa, para lo que, velis nolis, teníamos que atravesar el centro. Al principio, la gente iba caminando con banderas berreando a grito pelado su "Россия вперед!" (¡Adelante, Rusia!). Hasta ahí, perfecto; pero, al llegar a la circunvalación del centro, ya la cosa se complicó más, porque los coches iban atestados de gente ondeando banderas, con los ocupantes sentados en las ventanillas. Además, tenían puestos todos los intermitentes, con lo cual no había manera de saber cuándo iban a cambiar de carril. Normalmente, tampoco es fácil, porque no los usan, pero es que el sábado por la noche todo quisqui iba tocando el claxón hasta la extenuación, así que el peligro de choque era enorme. Vamos, era tan enorme que realmente vimos al menos un choque, aunque ocupantes de los coches seguían tan contentos con su "Россия вперед!".
Al llegar al mismísimo centro, la Mojovaya estaba totalmente colapsada, ya desde el principio de la calle. A esta altura, y como hacía una temporatura agradable, muchos hombres se habían quitado la camiseta, sin dejar de chillar desaforadamente; para colmo, al menos vi a una chica que también se quitó la camiseta, el sujetador y todo lo que llevara y se puso igualmente a bailar encima de un coche agitando banderas (y domingas). Parece que fueron bastantes más.
El atasco era fenomenal. Sábado, tres de la madrugada, y todo colapsado. Los de tráfico cortaron un sentido de la Tverskaya. Los Omon salieron también a la calle, pero a veces parecían tan contentos como los demás y yo no los vi intervenir para nada. Mientras tanto, la gente seguía gritando, muchos de ellos sentados, o de pie, sobre los coches.
Al final salimos del embrollo como pudimos y llegamos a casa. Para mayor preocupación, la selección española ganó ayer por la noche a la italiana, con lo que la energía que está gente acumule se volvera a desatar el jueves. Si ganan los rusos, tendremos otro espectáculo como el del sábado; pero, si ganan los españoles, el pedo que llevarán encima y la frustración que tendrán augura una nochecita toledana. Jo. Con lo tranquilo que estaría si los dos hubieran quedado eliminados.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 2 semanas
2 comentarios:
Madre del Amor Hermoso, Alfito, eso es como estar entre dos fuegos, en medio de una batalla campal... Tú el jueves, por lo que pueda pasar, métete en casa, celebra discretamente la victoria de la selección española (porque volverán a ganar, jejejeje) y si tienes que salir a la guerra, pase lo que pase, tú pon cara de ruso, de ruso muy ruso, ya sabes, que no se te note que eres español ni valenciano ni nas. Jejejeje...
Besitosssssssss
Estherita, si gana Rusia, la gente estará muy contenta y se va a montar una buena, pero simpática. Pero, si gana España, a mí no me gustaría que me pillasen por la calle con la rojigualda. Por cierto que tengo una en casa... mmmm...
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