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miércoles, 19 de febrero de 2025

La huelga y Arizona

Efectivamente, el jueves pasado hubo manifestaciones y una huelga. Yo diría que tuvieron éxito en una cosa, que fue en movilizar al sector del transporte, y un fracaso en todas las demás. Claro, si concentras tu caja de resistencia en el sector del transporte, consigues que no haya aviones, autobuses y trenes, con lo cual mucha gente que no quería hacer huelga y cuyos puestos de trabajo no son compatibles con el teletrabajo no tuvo más remedio que quedarse en casa. Por poner un ejemplo, la pobre señora que viene una vez por semana a limpiar a casa, que vive lejos y que me tuvo que avisar de que, muy a su pesar, no veía manera de alcanzar su puesto de trabajo. La prueba de que la huelga no contó con el apoyo del público en general fue que el tránsito fue como de costumbre y que la ausencia de autobuses quedó más que compensada con una afluencia mayor de automóviles.

Total, que los empleados del sector del transporte, que ya digo que estoy convencido de que tienen una buena caja de resistencia, forzaron a la huelga a los trabajadores más pobres, porque los que tienen más posibles sacaron su coche del garaje y se dirigieron tal cual a sus puestos de trabajo.

La siguiente huelga general está convocada, según me acabo de enterar hoy, para el 31 de marzo, convocada por el sindicato cristiano (CSC) y socialista (FGTB). Bueno, la iniciativa ha sido del sindicato socialista, y eso que en el nuevo gobierno belga hay dos ministros socialistas (eso sí, flamencos); se ha adherido el sindicato cristiano, o así se hace llamar, a pesar de que en el gobierno están los dos partidos políticos que en su día fueron la sedicente democracia cristiana. Por lo visto, las medidas que anuncia el gobierno son una declaración de guerra contra el mundo del trabajo, así que va a haber una lucha que durará toda la legislatura.

Al gobierno belga se le llama "Arizona", porque la bandera de Arizona (para mi gusto, bien fea) tiene los cuatro colores de los partidos que forman la coalición: el azul de los liberales del Movimiento Reformador, el rojo de los socialistas flamencos, el naranja de los antiguos socialcristianos, tanto flamencos como valones, y -novedad- el amarillo de la Alianza Neoflamenca. El acuerdo de gobierno tiene nada menos que doscientas páginas, con lo que no es extraño que les haya costado concluirlo, y tiene recortes, sí. No son la famosa motosierra, sino, todo lo más, un cortaúñas, pero se ve que los sindicatos no son partidarios.

 Los acuerdos de gobierno, entre muchas cosas más, pretenden limitar el subsidio de desempleo, para que no salga más rentable cobrarlo que trabajar. El objetivo consiste en que el que trabaje cobre 500 euros más que el que perciba el subsidio. También quieren recortar las pensiones, porque dicen que el sistema es inviable (tengamos las orejas muy abiertas en España), así que quieren que los empleados de la compañía de ferrocarril y los militares se terminen por jubilar a los 67 años, como todo el mundo. No, no hay muchas más reformas, no vayamos a creer, tampoco van a enviar a la miseria a nadie. Siguiendo la moda actual, van a ponerse algo más serios con la inmigración y el asilo político. El resto de las medidas, francamente, me parece que tienen mucho de blablablá y poco de chicha (otro día escribiré sobre la justicia belga y las medidas, o así, del gobierno en esta materia). Hay una cosa que últimamente es de actualidad en España, y es la tributación del salario mínimo, que en Bélgica es bastante más elevado que el español y se acerca a dos mil euros. Bueno, pues es salario mínimo en Bélgica será igual al salario neto, lo cual debe significar que no sufrirá retenciones y, entiendo yo, no pagará impuesto sobre la renta.

Total, que el mes que viene tendremos huelga de nuevo. Iba a ser todos los trece de cada mes, pero, como alguien ha apuntado muy astutamente, el 13 de marzo es jueves y el viernes toca volver al tajo, mientras que el 31 de marzo es lunes.

No hay color. Ni tiempo que perder para convocarla, no vaya a hacerse tarde.

domingo, 9 de febrero de 2025

¡Tenemos gobierno!

No sé si es la primera vez que un independentista preside el gobierno del país del que su región se quiere independizar, pero me cuesta creer que haya habido algún caso anterior. Bélgica, como en otras ocasiones, es pionera también en esto, y he aquí que tenemos como primer ministro a Bart de Wever, que es el señor de la foto y que sólo ha tardado siete meses en formar gobierno. Con esto, ha mejorado los logros de intentos anteriores, que consiguieron que Bélgica estuviera varios años con gobernantes en funciones, que, por esto mismo, no tomaban ninguna decisión mínimamente comprometida.

Porque es verdad que mucha gente, básicamente anarquistas y libertarios, se regocija cuando no hay gobierno y ve que no pasa nada, como una prueba de que sus postulados políticos son adecuados y de que el gobierno es algo irrelevante, cuya existencia es mejor reducir, a la nada si se puede. Yo, bien lo sabe Dios, no tengo ni pizca de simpatía por los estados metomentodo que regulan todos los aspectos de la vida de la gente, pero una cosa es regular hasta la granulación del papel higiénico o los milímetros que es admisible meterse el dedo en la nariz, y otra es desentenderse de los problemas reales.

Problemas reales es lo que está pasando en Bruselas, por donde a uno, a la que tenga mala suerte, le pueden pillar en medio de un tiroteo. Que sí, que dicen que eso no va con la población general y que son ajustes de cuentas de bandas de traficantes de drogas, pero, caray, que alguien debería tomar cartas en el asunto, que primero fueron los terroristas islámicos, ahora los traficantes de drogas, y yo pensaba, a juzgar por las sirenas que suenan a diario por doquier, que Bruselas está trufada de patrullas de policía que más parecen los hombres de Harrelson que otra cosa. Eso sí, bilingües. Eso es lo que pasa cuando te pasas meses, o años, con gobiernos en funciones: que nadie se moja, porque, total, pasado mañana llega alguien que será quien se coma los marrones.

El nuevo gobierno no va a decretar la independencia de Flandes porque todo tiene su tiempo, pero sí que ha esbozado algunas medidas. No olvidemos que, además de la Alianza Neoflamenca del primer ministro, en el gobierno están los liberales francófonos (MR), los Comprometidos y sus hermanos flamencos del CD&V, así como los socialistas flamencos (los francófonos no). Bart de Wever no es Trump, ni mucho menos, pero no deja de ser alguien de tendencias liberales, así que ha insinuado que va a haber reformas y que eso del déficit publico, como que no. De momento, quiere controlar la inmigración y poner orden en las cuentas públicas, es decir, recortar gastos.

Inmediatamente, el sindicalismo de todos los colores y los partidos de izquierda (menos el que tiene en el gobierno, supongo) le han saltado a la yugular. Todos los días trece de cada mes va a haber manifestaciones, comenzado por el jueves que viene, y hay huelgas previstas, sin que hasta ahora haya ninguna fecha específicamente indicada.

Seguiremos informando el jueves, que se prevé caliente. Entretanto, se hace tarde, y yo llevo un par de semanas de gira europea, así que voy a hacer la maleta, que mañana me voy. Pero el jueves estaré de vuelta, claro que sí. Yo eso no me lo pierdo.

lunes, 27 de enero de 2025

El ludópata

 

A estas alturas supongo que habrá gente que no recuerde al personaje de la foto, el conocido cacique de la provincia de Castellón, Carlos Fabra, último heredero hasta ahora de una dinastía que comenzó Victorino Fabra, alias el agüelo Pantorrilles, un sujeto bastante aborrecible que organizó una contraguerrilla liberal durante la Primera Guerra Carlista y que obtuvo como recompensa de los vencedores un poder omnímodo en la provincia de Castellón (eso para los que dicen que la democracia y la libertad comenzaron en España en 1812 o en 1833, que alguno hay).

El caso es que Carlos Fabra ha sido siempre un jugador aventajado de la lotería. Ni se sabe las veces que ha ganado y ha obtenido infinidad de boletos premiados. Las malas lenguas dicen que era su forma de blanquear los ingresos en efectivo que tenía de sus labores de intermediación de todo cuño y, en todo caso, no demasiado confesables, pero también podemos argüir, por qué no, que jugaba a la lotería con tanto énfasis y gastaba en ella tales sumas de dinero que forzosamente alguno le tenía que salir premiado. En lugar de ser un corrupto, que es la opinión seguramente infundada que se tiene sobre él, bien podríamos decir que se trata de un enfermo, un ludópata que no puede controlar los impulsos que tiene de jugar compulsivamente. No es de extrañar que las ganancias que obtenga, que nunca serán mayores, por pura probabilidad matemática, que las cantidades que ha perdido, tenga que sacarlas para seguir jugando, en una vorágine adictiva que a saber hasta dónde puede llegar.

Recuerdo este caso porque es bastante similar al que tiene como protagonista a nuestro Didier Reynders, que parece que se encuentra en una situación similar a la de Carlos Fabra, es decir, que hay dos hipótesis: o es un ludópata de campeonato, o debería explicar de dónde saca el efectivo con el que adquiere la lotería.

Según la prensa, parece que el propio Reynders ha declarado a la policía, entiendo que muy compungido, que es un ludópata y que no se puede resistir a gastarse dos o tres mil euros, que yo al menos no los gano todos los fines de semana, comprando boletos de lotería en una gasolinera cerca de su casa. Ha sido identificado por una empleada de la gasolinera, cosa normal, porque verte a un ministro (o a quien sea) dejándose tres mil euros en efectivo día sí, día también, es cosa que uno recuerda con facilidad. Pobrecillo, podríamos pensar.

Luego vienen las dudas que le entran a uno. No sé muy bien cómo están las cosas en España, supongo que más o menos igual que aquí, pero sacar dinero en efectivo en Bélgica ya no es lo que era. Hubo un tiempo, pongamos que hablo de los inciertos momentos que siguieron al inicio de la pandemia, en que me puse a sacar efectivo para tener una reserva en caso, yo qué sé, de que los sistemas de pago se cayeran y tuviera que comprar urgentemente cosas de primera necesidad como papel higiénico. Ahí me topé con el límite semanal de mil doscientos euros y con el límite diario de seiscientos. Para un ludópata redomado como Reynders, que se gastaba bastante más en sus vicios, eso no pasa de calderilla, así que entiendo que de algún sitio tuvo que haber sacado el remanente, a no ser, claro, que estuviera sacando pasta todas las semanas durante años, pero conteniéndose y sin jugar un euro, para luego sucumbir de golpe a la tentación y jugar insaciablemente todo el dinero en efectivo que se había procurado.

También está que uno puede ser un ludópata y pagar los billetes de lotería con tarjeta, e incluso diría que es así como lo hace la mayoría de los que juegan comprando sus cosas en las gasolineras o donde sea. No tengo ni idea, porque yo soy totalmente contrario al juego y a las apuestas, y mucho más a la lotería nacional, ejemplo de libro de Estado estafando miserablemente a los ciudadanos, pero no veo la necesidad de sacar la billetera y los billetes para jugar.

Otra duda razonable consiste en que Reynders, más que retirar dinero en efectivo de sus cuentas, lo que ha estado haciendo es lo contrario, es decir, hacer ingresos en efectivo de cantidades bastante importantes que hubiera podido utilizar en jugar a la lotería, ya puesto. Pero no, él ha preferido ingresarlas en sus cuentas bancarias.

Una duda ulterior consiste en la naturaleza de la lotería en Bélgica. En España, la verdad sea dicha, comprar billetes de lotería para blanquear dinero esperando obtener un premio no parece nada inteligente, porque la tasa de ganancia es bastante despreciable, pero parece que en Bélgica la tasa de ganancia es del 60% de media y, para algunos juegos, incluso del 78%. Vamos, que si juegas cien mil euros, pongamos por caso, vas a perder entre veintidós mil y cuarenta mil, pero te quedas con entre sesenta y setenta y ocho mil perfecta y legalmente ingresados en tus cuentas. Es un sistema burdo y fastidioso de blanquear, vale, pero es más rápido que irse de restaurantes todos los días o comprar en el super y pagar sistemáticamente en efectivo. Y hay gente que tiene prisa.

Y otra, como yo mismo, a quienes sistemáticamente se nos hace tarde. Tiene que haber de todo,  ¿no?

viernes, 24 de enero de 2025

Reynders, de nuevo

Vamos, pues, con el político belga más conocido por los españoles, que no es otro que Didier Reynders. Ya hemos hablado de él en alguna ocasión, por ejemplo aquí, cuando prácticamente acababa yo de llegar a Bélgica, y también aquí, en sus gloriosos tiempos de comisario europeo de Justicia y árbitro de las disputas en España entre el gobierno y la oposición.

Didier Reynders salió del cargo de comisario de justicia el 1 de diciembre de 2024, es decir, literalmente el mes pasado, y a la policía belga le ha faltado tiempo para empapelarlo en cuanto perdió el cargo que le daba cierta inmunidad. Ahora mismo está bajo investigación por blanqueo de dinero, pero primero vamos a dar una semblanza general del personaje en cuestión.

Didier Reynders nació en Lieja y estudió allí en un instituto jesuita para después licenciarse en Derecho en la universidad local. Aunque mantiene muchos lazos por allí, es más o menos vecino mío, porque ya hace tiempo que reside en Uccle, de donde ha sido concejal en el pasado mientras desempeñaba todo tipo de cargos en el gobierno federal, cosa que en Bélgica es perfectamente posible. Hay que decir que este municipio pasa por caro y de clase alta; bueno, pues Reynders vive en la parte del municipio que hace subir la media del precio del metro cuadrado de vivienda.

Su carrera progresó con rapidez, comenzando por la presidencia de la SNCB, la compañía ferroviaria belga, cuando aún no tenía treinta años. Quizá eso explique algunas cuestiones que se le plantean a uno sobre el funcionamiento de los trenes en Bélgica, no sé. Además de ciertos cargos, prebendas e intereses en el sector privado, que hacen preguntarse cositas sobre si hay normas sobre incompatibilidades de cargos en Bélgica, fue ministro nada menos que de Hacienda entre 1999 y 2011, y luego ministro de Asuntos Exteriores y Europeos (sus competencias incluían también comercio exterior), antes de ser nombrado comisario europeo de Justicia y encargado, por consiguiente, del respeto al Estado de Derecho en la Unión Europea. Como en España el gobierno y la oposición se acusan mutuamente de despreciar el Estado de Derecho, a Reynders le tocó mediar con el fin de desbloquear el nombramiento de los componentes del Consejo General del Poder Judicial, cosa que se logró, debido a él o a quien fuera. Gracias a esta intervención, la opinión pública española escuchó su nombre, lo cual lo convirtió en uno de los pocos políticos belgas conocidos en nuestro país.

El hecho de que estuviera en primera línea política durante tantos años y durante diferentes gobiernos y coaliciones, hasta el punto de que incluso el Rey le encargó intentar formar gobierno un par de veces (eso sí, sin éxito), le ha dado una fama de superviviente y un apodo un tanto peculiar, "Teflón". Este apodo se debe a que los jaleos y los escándalos le resbalan como por arte de magia sin afectarle lo más mínimo, como si fuera una sartén antiadherente. Y ha tenido escándalos, ya lo creo que los ha tenido. Ya tuvo una acusación de blanqueo de dinero, que fue archivada a los pocos días por falta de pruebas; y también estuvo implicado en el famoso "Kazakhgate" que costó el puesto al anterior alcalde de Uccle, que era de su partido (recordemos que, además de todo lo demás, Reynders era concejal de Uccle), además de ciertas relaciones con un príncipe saudí de reputación mejorable. Nada le afectó y su carrera política siguió en constante ascenso o, en el mejor de los casos, estable.

Las cosas empezaron a torcerse en 2024, cuando no pudo conseguir que el gobierno belga lo propusiera para continuar como comisario europeo. De repente, parece que el teflón empezaba a desgastarse, después de sesenta y seis años de cumplir su función escrupulosamente.

El 30 de noviembre de 2024 fue el último día de Didier Reynders como comisario europeo. El 1 de diciembre entró en funciones la nueva Comisión. El 3 de diciembre, la policía belga ya estaba interrogando a Reynders. No pueden detenerlo preventivamente, porque goza de inmunidad al haber sido ministro, comisario o lo que haya sido durante los períodos en cuestión, pero interrogarlo sí que pueden, y en ello están.

Como se hace tarde, lo cual me temo que no es una novedad, vamos a dejar la continuación para la próxima entrada. Y me temo que puede haber más, a medida que se vayan desarrollando los acontecimientos. 


 

domingo, 8 de diciembre de 2024

Tras las elecciones

Las elecciones municipales terminaron hace un par de meses, y yo me quedé con las ganas de escribir una entrada postelectoral sobre los candidatos que habían salido elegidos y, sobre todo, sobre los que no habían salido elegidos a pesar de habérselo currado.

Habérselo currado, en mi caso de no participación electoral ni de seguimiento más que superficial de la campaña electoral, significa haberse tomado la molestia de dejar un pasquín en mi buzón, cosa que hicieron cuatro candidatos. Dos de ellos fueron de la lista del alcalde (bueno, el burgomaestre, si se quiere, pero es que queda muy pedante), y dos de la lista de los "Comprometidos". La única que salió elegida es la de la foto, que atiende por Marion Van Offelen. La foto la he obtenido de la página web del ayuntamiento y, al menos a mi parecer, es significativamente peor que la del pasquín, lo cual me lleva a pensar que la señora ha envejecido considerablemente en los dos meses que han transcurrido entre el buzoneo y la toma de fotos oficiales. En ningún momento se me ha ocurrido que la foto del pasquín estuviera retocada para aparentar más lozanía, porque ya se sabe que los políticos no mienten nunca.

Pero claro, la señora Van Offelen era la décima de la lista oficialista, que ha obtenido un número sensiblemente superior de concejales (19), así que su elección no ha sido una sorpresa. Los otros tres candidatos que me dejaron sus respectivos pasquines en mi buzón eran candidatos relativamente peor colocados, pero una de ellas, Juliette Absil, una niña de 25 añitos recién licenciada en Derecho, la quinta de la lista de los Comprometidos (que han obtenido cuatro), parece que esperaba formar parte del gobierno municipal, así como el sexto, de nombre Eric Cabaret (reconozcamos que el apellido no parece muy serio). No creo que ninguno de los dos se enfade por revelar sus datos personales, porque en el pasquín viene su dirección de correo electrónico y hasta su teléfono móvil. Puesto a revelar la intimidad de uno, la señora Van Offelen también metió su dirección, pero éstos dos no llegaron a tanto.

El resultado de los dos candidatos comprometidos no ha sido muy alentador. Evidentemente, trataban con su campaña de obtener lo que se llama votos preferenciales, porque ya dijimos que en Bélgica las listas son cerradas, pero no totalmente bloqueadas. Eric Cabaret, a pesar de su campaña, apenas obtuvo votos preferenciales, muy por debajo de casi la totalidad de los candidatos de su lista. He escrito que a pesar de su campaña, o quizá a causa de ella, vaya usted a saber, porque dejó claro en su pasquín que era discapacitado, y la gente parece que es muy solidaria de boquilla, pero menos proclive a ella cuando se trata de que rijan tus destinos.

En cuanto a Juliette Absil, ha obtenido algún que otro voto, pero le ha adelantado la séptima de la lista, que se convierte en concejal gracias a los votos preferenciales. Juliette, ya la tuteo y todo, a fuerza de ver su foto por ahí, se ha quedado como tercera suplente, incluso por debajo de su posición natural, por lo que va tener que dimitir bastante gente para que ella entre en el consejo municipal.

En fin, que queda por analizar lo que consiguió la cuarta de las candidatas que me hizo llegar su pasquín y que pertenece a la lista del alcalde y seguro que va buscando acomodo en el sector público. Ya puestos, quizá no estaría de más una entrada para explicar cómo se atribuyen los escaños en Bélgica, cosa que es toda una ciencia.

Pero eso será en otra ocasión, porque hoy se hace tarde.

martes, 19 de noviembre de 2024

Un partido musulmán en Bruselas

Después del mal trago de la riada de Valencia, volvamos a las elecciones en Bélgica, que nos han dejado algunas conclusiones interesantes, una de las cuales es la irrupción de una fuerza política que podríamos llamar novedosa, porque se trata de un partido claramente confesional, cosa que no sucedía en Bélgica desde que el antiguo partido católico decidió sacudirse la confesionalidad de encima y hacer creer a la gente que conviene votarles porque son buenos gestores, no porque defiendan (no lo hacen) supuestos "valores". No sé a quién me recuerdan en España...

La novedad es que el Team Fouad Ahidar es un partido musulmán y que su líder (sí, Fouad Ahidar, no se han roto mucho la cabeza buscando el nombre) no oculta que es musulmán practicante. Es un caso curioso. Procede del partido socialista flamenco, llamado “Vooruit”, del que se separó hace un par de años por un quítame allá esos mataderos rituales. “Vooruit” buscaba regular los sacrificios de corderos o, al menos, que los corderos fueran anestesiados antes de la matanza. Fouad Ahidar votó en contra de la anestesia y a partir de ahí ya tenemos partido musulmán y solamente musulmán. En diciembre de 2023 consumó la ruptura con Vooruit al declarar que los atentados de Hamás eran una pequeña respuesta a la violencia ejercida por los israelíes durante décadas.

Su bautismo de fuego electoral sucedió en las elecciones regionales de antes del verano, en las que muy cucamente se presentó en la sección neerlandófona. La vasta mayoría de musulmanes bruselenses son francófonos, pero precisamente él es bilingüe (por lo menos), así que coló una lista en la sección neerlandófona, donde los requisitos para ser elegidos son menores. Sus algo más de trece mil votos le llevaron a conseguir tres diputados neerlandófonos (con los mismos votos, en la sección francófona no hubiera obtenido ninguno), a lo que se añadió uno más en el parlamento flamenco. Y ya tenemos un partido parlamentario abiertamente musulmán.

En las elecciones municipales de octubre se presentó en varios municipios bruselenses. En Uccle, ya vimos que no, porque en Uccle hay una clara mayoría masoncilla y los partidos confesionales de cualquier índole, incluso la musulmana que está al alza, no tienen el menor éxito electoral. Sin embargo, en municipios como Molenbeek, Anderlecht o Schaarbeek (como era de esperar, por otra parte), entre otros, ha obtenido varios concejales, mientras que, fuera de Bruselas, sólo ha logrado representación en Vilvoorde (probablemente también era de esperar).

No hay que tomarse a broma a Fouad Ahidar ni mucho menos. Es una persona enormemente popular entre su público, que conoce mejor que ningún otro político, y es perfectamente capaz de detectar las incoherencias del sistema y aprovecharlas. Al reproche que se le hace de no respetar la separación entre política y religión, responde categóricamente que en Bélgica no hay separación entre política y religión y que es la política la que decide todo, incluyendo cómo se puede consumir carne, o si se puede llevar velo o no, o una cruz o no (atención al guiño), y que el que decide si una mezquita o una iglesia puede funcionar es un funcionario del Estado sentado tras una ventanilla. Y le parece incoherente que le reprochen a él que no separe ambos ámbitos, cuando lo cierto es que en Bélgica no están separados. La verdad es que resulta complicado rebatirle, y menos aún desde una perspectiva católica, habida cuenta de que el Estado belga tiene absolutamente cogida por el cuello a la Iglesia católica (bueno, más o menos católica…) en Bélgica, a la que mantiene los templos, que son propiedad estatal, y a cuyos sacerdotes les paga un sueldo que les permite dedicarse exclusivamente a la predicación del Evangelio, o a lo que sea que hagan. Si Fouad Ahidar ha venido a poner de manifiesto la profunda hipocresía que anida detrás de la llamada separación de religión y política, ya se puede decir que su llegada tiene algo de bueno.

De momento, toca esperar. Hasta ahora, los candidatos musulmanes, que los había, estaban en todos los partidos por igual, pero no había una lista únicamente musulmana. Ahora la hay. No sabemos si la irrupción de esta lista y de este carismático candidato será el factor que lleve hacia los parlamentos belgas (¡Hay tantos!) a unos parlamentarios que no se opondrían mucho (ni poco) a la implantación de algunas normas musulmanas que chocan con la cultura occidental. El resultado tiene toda la pinta de ser una radicalización de las posturas de unos y otros, y quizá no es casualidad que Vlaams Belang haya experimentado un fuerte aumento en las elecciones regionales flamencas. De momento, parece que el cordón sanitario se aplica a ambos, pero ya veremos cuanto dura.

O quizá sea tarde para detener la marea que viene. Como a mí se me está haciendo tarde, porras, que tengo que ir a cenar…

martes, 22 de octubre de 2024

Después de las elecciones

Como es preciso, después de las elecciones municipales, a pesar de que el seguimiento que se les ha dado desde esta bitácora no ha sido todo lo profundo que me hubiera gustado, me toca referir cuál ha sido el resultado de las mismas.

Ha ganado la lista del alcalde, o sea, la alianza entre MR y DéFi, lo cual no era ninguna sorpresa en este pueblo habitado mayoritariamente por gente de clase media-alta. El alcalde Boris Dilliés ha obtenido 6692 votos preferentes (el total de votos válidos es de algo más de 35.000), lo cual le coloca claramente en cabeza de esta categoría, triplicando al siguiente candidato y que también es de su lista. Un voto preferente es una particularidad del sistema electoral belga para hacer creer al pueblo que quien manda no son completamente los partidos políticos. Es un sistema de listas cerradas, pero no bloqueadas, al menos no del todo. Los votantes pueden poner una crucecita en uno o varios candidatos de una lista, queriendo decir que quieren alterar el orden de la lista del partido político que la ha presentado; si ponen la crucecita en la casilla del propio partido, quiere decir que aceptan el orden propuesto (y, si no ponen crucecitas, también). Lo que no pueden es poner crucecitas al lado de candidatos de distintas listas, lo que serían listas abiertas. El caso es que 6692 votantes han marcado la casilla de Boris Dilliés, que, de todas formas, era el cabeza de lista, así que, o yo he entendido mal el sistema, o no veo la diferencia, pero lo que está claro es que el alcalde debería estar contento.

O no tanto. Ha perdido votos, porque los resultados de su lista son algo inferiores a los que obtuvo la suma de MR y DéFi, por separado, hace seis años. Sin embargo, ha ganado apoyos, porque DéFi se quedó en la oposición hace seis años y ahora los tiene, no ya en la mayoría, sino incluso en su propia lista.

En segundo lugar han quedado los verdes de Ecolo-Groen, que estaban en la coalición mayoritaria saliente. Han perdido tres concejales y bastantes votos, después de la sorpresa que dieron hace seis años. El hecho es que han llegado rápidamente a un acuerdo con Dilliés para formar una coalición y seguir en el gobierno municipal, supongo que porque los sillones son cómodos y atraen lo suyo. La coalición tiene 29 concejales de un total de 43, así que no van a tener ningún problema en la asamblea municipal para hacer más o menos lo que prefieran.

¿Quién queda? Pues seis concejales de los sociatas, que ganan bastante peso; cuatro de los, -as Comprometidos, -as, que doblan sus resultados, y cuatro más del díscolo Marc Cools y su lista de "Uccle en Avant". Por cierto que los medios de comunicación se están cansando de la murga igualitarista de los, -as, Comprometidos, -as, y ya ponen "Les Engagés" sin marca de género gramatical, y eso que en francés es mucho más sencillo que en español, así que voy a seguir su ejemplo y voy a hacer lo propio en lo sucesivo. 

En toda esta historia, y después de su para mí inesperado éxito en las elecciones regionales de antes del verano, los Comprometidos creo que se las prometían mucho más felices que el resultado que finalmente han obtenido, y eso que han doblado lo que tenían, pero no les ha ido demasiado bien, ni aquí ni en el resto de municipios de la región de Bruselas, donde se han mantenido, pero nada más. En Uccle, estaban en la coalición de gobierno y, sorpresa, la concejala que habían metido en el equipo de gobierno les ha dicho adiós y se ha metido en la lista del alcalde, así que han tenido que ser originales, una vez más. Su cabeza de lista en las elecciones de Uccle era nada menos que la presidenta de la Federación Valonia-Bruselas, Élisabeth Degryse, que dijo que, si era elegida concejala, iba a participar en el consejo municipal. Pues lo ha sido...

En resumidas cuentas, pocos cambios, nada demasiado nuevo y Uccle queda fuera de las dos listas que van avanzando en el resto de Bruselas. El PTB ni siquiera se presenta, y la lista de musulmanes local, el Colectivo Ciudadano, no ha llegado al 2% de los votos, y me parecen muchos para lo que es esto, mientras que en el resto de Bruselas hay lugares donde listas semejantes han tenido un éxito resonante. No sé si ya será tarde para evitar el califato, pero, desde luego, al que se está haciendo tarde es a mí, así que aquí lo dejo.

sábado, 12 de octubre de 2024

Medidas electoralistas

Falta nada para las elecciones, así que éste es el momento ideal para que los partidos se empleen a fondo en adoptar medidas que gusten a sus votantes ¡A ver si los lectores que le queden a esta bitácora van a pensar que este fenómeno sólo sucede en sus países! En últimas entradas ya se había mencionado la intención del MR, de los Comprometidos, -as y de los sociatas, probables socios de coalición en el gobierno de la Región de Bruselas, de prolongar dos años la vida útil de los coches de motor Diésel Euro 5 y gasolina Euro 2, que, de lo contrario, hubieran debido desaparecer de las calles de Bruselas a final de este año. Gracias a la confluencia de una nueva mayoría parlamentaria en la región, esta vez sin ecologistas, y de unas elecciones municipales inminentes, esta medida ya ha sido adoptada (de ahí sale la foto, sí), con lo que voy a tener dos años de prórroga del Topomóvil, que va a estar contaminando horriblemente las calles de Bruselas los cuatro días mal contados que se usa.

Los ecologistas, además de en bicicleta, han montado en cólera. Hasta ahí, bien, porque la cólera tampoco contamina el medio ambiente. Aducen que esto no puede ser y que no cuenten con ellos para nada y mucho menos para ayudarles a formar gobierno. Y que vamos a morir todos.

Los ecologistas, por su parte, se han quedado prácticamente solos en su oposición al aplazamiento de la prohibición de mi coche. El PTB, nada menos, que es algo así como Podemos, pero más estalinista, también ha votado a favor, así como Vlaams Belang. Ver votar en el mismo sentido al PTB y a Vlaams Belang es una cosa totalmente insólita que no presenciaremos en muchas ocasiones, así que más vale que tomemos buena nota del hecho. Los otros partidos neerlandófonos del Parlamento de la Región de Bruselas han optado por una prudente abstención, supongo que para no malquistarse demasiado con los ecologistas, que siguen siendo lo suficientemente importantes en el Parlamento como para no convertirlos en algo así como un movimiento antisistema.

Así las cosas, a los verdes sólo les ha quedado el derecho al pataleo. Como suele suceder, han encontrado el apoyo de asociaciones medioambientalistas, que se dicen apolíticas, pero a las que se les puede perfectamente aplicar el típico refrán español de "Dime de qué presumes, y te diré de qué careces". Estas asociaciones, pues, han convocado una manifestación masiva delante del Parlamento para protestar contra lo que se estaba cociendo dentro de él. En España, como sabéis, está prohibido manifestarse delante del Parlamento, en principio para todo el mundo, pero en la práctica, si eres de izquierdas, sí que puedes manifestarte, porque estás luchando contra el fascismo y tararí, tarará. Aquí no sé si está prohibido o no, pero de hecho ocurre delante de todos los parlamentos, y ya sabéis que en Bruselas, sol y sangría no habrá, pero parlamentos, todos los que queráis.

Los convocantes de la manifestación lograron convocar, según la prensa, un centenar de personas, entre los cuales se encontraban delegados de la asociación "Abuelos por el Clima", obviamente apolítica, como todas, que incluso entraron en el Parlamento para seguir el debate, con lo que lógicamente diezmaron la manifestación, porque, si ya un centenar es una cifra generosa (y dudosa), si encima los manifestantes no están a lo que debían estar y se distraen con debates parlamentarios, esto no hay quien lo aguante. Si es a Rólex, a Rólex; y si es a setas, a setas; y es que soplar y sorber, no puede ser.

En resumidas cuentas, que mis planes han cambiado. El Topomóvil se iba a España a ser utilizado allí hasta el final de su vida útil, pero eso puede esperar de momento a abril de 2027, momento en el que decidiré si me compro otro coche o no vale la pena y ya me espero a jubilarme. De momento, me toca pasar la ITV belga, no se me vaya a hacer tarde. Pero ésa es otra historia, que habrá que contar a su debido tiempo.

viernes, 4 de octubre de 2024

Antes de las elecciones: los candidatos

Las elecciones municipales van a ser el domingo de la semana que viene. Qué emoción. Bueno, igual no tanta. Desde que hay memoria, en este municipio gana las elecciones el MR, Movimiento Reformista, partido liberal masoncillo, algunas veces incluso con mayoría absoluta de votos. Es lo que tiene este municipio o barrio, poblado por gente con el riñón bastante bien cubierto que no quiere aventuras izquierdistas ni que se metan en su vida. Vamos, no es por nada, pero la propia Reina de los Belgas es de aquí, por poner un ejemplo evidente de clase alta. El caldo de cultivo ideal, pues, para un partido como el MR. En las últimas elecciones, las de 2018, seguramente también hubiera arrasado si no hubiera sido por un escandalillo de segunda división, pero que llevó a la fragmentación del partido en dos partes antagónicas.

La parte oficialista se llevó el gato al agua, y consiguió seguir siendo la lista más votada, pero el defraudado disidente Marc Cools consiguió cerca de un 10% de los votos y tres concejales, que no está nada mal para empezar. Eso sí, hubo una novedad interesante: los votantes se mosquearon lo suyo y un porcentaje importante se pasó a otro partido, los Verdes, que prácticamente doblaron su representación.

El alcalde, visto lo visto, construyó una mayoría aliándose, precisamente, con los Verdes y con los dos concejales de lo que entonces todavía era el Centro Democrático Humanista y a lo largo de la legislatura pasaron a ser "Los,-as Comprometidos, -as". Sea como fuere, la mayoría se quedó con 31 concejales sobre los 41 totales, lo cual es prácticamente todo lo holgado que se puede ser. En la oposición se quedaron los tres concejales de Cools, que ideológicamente son la misma cosa que el MR, tres socialistas y seis concejales de DéFi, un partido creado para defender los derechos de los francófonos y que tampoco parece precisamente de extrema izquierda, como vamos a ver. Poca oposición ha tenido el alcalde durante estos años. El Partido del Trabajo, que es algo así como Podemos, pero en Bélgica, lo tiene extremadamente crudo en este municipio, qué se le va a hacer. Y los independentistas flamencos parecían haber tirado la toalla, después de no haberse comido un rosco jamás. Parecían...

Esta vez hay seis (o siete, si se quiere) listas para elegir, aunque sólo cuatro de ellas presentan los cuarenta y tres candidatos máximos que podrían potencialmente ser elegidos. Se trata del MR, enmascarado bajo la denominación "Lista del Alcalde" (Liste du Bourgmestre, en vernáculo francés y que nadie se ha molestado en pedir en otra lengua, como, un suponer, el flamenco); los Verdes; Los,-as Comprometidos, -as, que están muy subiditos después de su buen resultado en las elecciones regionales; y, finalmente, los socialistas, entre los que se ve incluso algún apellido español (hay censados cerca de dos mil españoles en Uccle, ahí es nada). Treinta y nueve candidatos ha logrado reunir el disidente Marc Cools para su candidatura de "Uccle en Avant".

Fuera de esos cinco que evidentemente se van a partir el bacalao, hay una llamada "Candidatura ciudadana" que no parece tener muchas posibilidades, porque sólo presenta dos candidatos, uno de ellos, o de ellas, con un nombre marroquí que no sé de dónde habrán sacado, porque en Uccle, no es que no haya marroquíes, vale, pero no abundan demasiado, desde luego menos que los españoles y no digamos que los diez mil franceses que huyen aquí del régimen fiscal de su país.

La séptima candidatura es otra que me ha dejado un pasquín en el buzón, el único pasquín bilingüe que me ha llegado. Se trata de la Alianza Neoflamenca, que presenta seis candidatos de aspecto combativo que hacen hincapié en la seguridad, en la necesidad de poner en marcha alguna escuela neerlandófona y en que la documentación en el municipio sea bilingüe. No les auguro ningún éxito, pero bueno, ¿qué sé yo de estas cosas? Tampoco me parecía que los Comprometidos fueran a tener éxito con su cambio de nombre y de actitud y aquí estoy, comiéndome mis palabras.

Se echan de menos a los francófonos de DéFi, pero no es que no se hayan presentado, sino que están incluidos en la Lista del Alcalde. La verdad es que uno no se explicaba bien la necesidad de defender los derechos de los francófonos en Uccle, que debe ser algo así como defender los derechos de los francófonos en París o de los hispanohablantes en Madrid ¿Qué más quieren? ¡Si todo se hace en francés! El caso es que unos cuantos han debido integrarse en la lista del alcalde, que por eso seguramente no se llama "MR", pero tiene una lista de color azul intensito, que es el del Movimiento Reformador, para que nadie se llame a engaño.

En fin, que el domingo se vota y el lunes veremos a quién tenemos de alcalde los próximos seis años. A ver, no es que se esperen grandes sorpresas.

De hecho, no se esperan ni sorpresas pequeñas.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Más elecciones

En este año multielectoral, en Bélgica no sólo ha habido elecciones europeas y regionales, sino que dentro de unos días, el 13 de octubre, habrá elecciones municipales. Ya nos dedicamos a ellas la última vez, cuando apareció una entrada sobre el candidato aparentemente, y sólo aparentemente, llamado a terminar con el sistema de partidos, al menos a nivel municipal, pero que toda la vida estuvo en un partido que no le daba toda la cancha que él deseaba, así que se enfadó y montó el suyo.

Hasta donde yo sé, a día de hoy sigue siendo concejal opositor a su propio partido de siempre, y cuyas ideas no se diferencian gran cosa de las suyas propias, y tengo entendido que tiene la intención de presentarse de nuevo. Estos masones...

Aunque la proclamación oficial de los candidatos tendrá lugar dentro de unos días, ya hay madrugadores que se han dedicado al buzoneo; los lugares indicados para pegar los pósteres electorales ya lucen con la efigie de los candidatos a próceres dedicados a sus municipios. Todo huele a elecciones, incluso las medidas electoralistas del Parlamento bruselense, que ojalá las tomen pronto, porras, por la cuenta que me trae. Pero a las medidas electoralistas es mejor que dediquemos otra entrada.

En esta nos dedicamos a los primeros que han dejado su pasquín en mi buzón, que resultan ser nada menos que "Les engagé·e·s", o sea, "Los, -as comprometidos, -as", y que, como sabemos, no son sino los antiguos demócrata-cristianos, que hoy se avergüenzan visiblemente de la mitad de su ideología, y me temo que no de la primera parte, así que hace algún tiempo efectuaron un cambio de nombre, en lenguaje mercadotécnico rebranding, y la verdad es que el susodicho cambio, a despecho de los agoreros como yo mismo, les ha venido de perlas, porque han roto la acusada tendencia a la baja que venían sufriendo en las anteriores elecciones. De hecho, en la región de Bruselas han doblado el número de diputados.

El pasquín está en francés, y sólo en francés, lo cual es un signo elocuente de que no esperan obtener votos del electorado neerlandófono. Ni ellos, ni me temo que nadie. Básicamente, el electorado neerlandófono, de suponer que exista, se ha hecho bilingüe a la fuerza, ante la perspectiva de quedarse aislado.

La cabeza de lista es la señora de la foto, que atiende por el nombre de Elisabeth Degryse y que es ministra-presidente de la Federación Valonia-Bruselas, más conocida en castellano como Comunidad Francesa de Bélgica, pero de esa jerigonza también tocará escribir en otra ocasión. Uno pensaría que, si eres presidente de un ente que se ocupa de todo tipo de asuntos culturales, lingüísticos y deportivos, no te queda tiempo para ser concejal de Uccle, o de donde sea, pero esto es Bélgica, señores. Aquí vale casi todo y, en este caso, lo que vale es que si esta señora saca votos, la metemos de cabeza de lista de lo que sea y adelante. Lo cierto es que nadie le puede negar que es de Uccle, porque aquí es donde nació, mañana hará cuarenta y cuatro años.

A nivel belgoregional, entre los "comprometidos" hay negros, blancos, guapos y feos (hay algún caso dramático de fealdad cuya foto me resisto a poner para no reventar las pantallas de nadie). En la lista de Uccle sólo con pena y trabajo consiguieron encontrar una negra, y tampoco lo es mucho; además, parece haber un moro, a juzgar por el nombre, porque por la foto no se averigua. El resto son todos blanquitos, razonablemente bien parecidos y con aspecto de gente de bien o de ciudadano estándar. Claro, eso refleja la relativamente escasa variedad racial de este municipio.

Yo no sé si van a sacar más o menos de lo que tenían, que no era mucho, pero me da la impresión de que este grupo buenista-francisquista-vergonzante, por alguna razón, está en alza. No tienen programa, porque las propuestas que hacen son la cosa más sosa y llena de lugares comunes que he visto en ningún sitio, pero me temo que eso ya da lo mismo en los tiempos que corren, y que lo que cuenta es quedar bien en las fotos y sonreír con mejor o peor fortuna. Lo de Milei es una excepción que en Bélgica está lejísimos de darse.

Pero al programa de los "comprometidos" y a otros aspectos de su candidatura y sus andanzas tocará verlo en otro momento, porque hoy se hace tarde.

jueves, 25 de julio de 2024

Elecciones y ecologías

En todos los países de la Unión Europea ha habido elecciones al Parlamento Europeo, pero en Bélgica, además, hubo elecciones regionales de distinta índole. En España diríamos autonómicas, más o menos. Aquí, como ya ha quedado dicho alguna vez, las autonomías se llaman regiones y son tres: Flandes, Valonia y Bruselas. En Flandes se habla flamenco, en Valonia se habla francés, y en Bruselas se hablan muchos idiomas, porque es un guirigay del quince, pero oficiales, lo que son idiomas oficiales, no hay más que dos, que son el flamenco y el francés. Lo de la oficialidad del alemán en una parte de Valonia, si eso, lo dejamos para otro día, a ver si me paso por aquella parte del país este verano a hacer turismo.

El caso es que, en materia interna, en Bélgica se eligió a los miembros del Parlamento valón, del Parlamento flamenco, del Parlamento de la región de Bruselas (que es donde vivo yo, parece que por algún tiempo más) y, bonus, el Parlamento de la Comunidad germanófona, que tiene partidos bastante raritos. Al Parlamento de Bruselas se presentaron la tira de candidaturas, y he aquí que la suerte ha querido que la lista número 1 fuera la de Vlaams Belang. La estuve leyendo, pensando en encontrar todo tipo de apellidos más flamencos que Camarón, y es cierto que la mayoría lo eran, pero el número 4 de la lista era una tal Ekaterina Begunova que me ha dejado algo descolocado. No estoy muy seguro de que alguien que se llama así esté por la tarea de expulsar inmigrantes. Por lo demás, hubo un total de treinta candidaturas, la trigésima de las cuales se llamaba "Viva Palestina!", así, en español, y estaba formada por cinco personas que atendían por Dyab, Yasmine, Nasser, Hakema e Ismaiyl. Supongo que éstos últimos pudieron contar con algunos de los votos de los que se manifiestan poco menos que a diario delante de la embajada de Israel y contribuyen a empeorar todavía más, que ya es decir, el tráfico de la zona.

El resultado de las elecciones regionales dio lugar a un parlamento confuso, como todos los parlamentos en este bendito país trufado de partiditos especializados en una zona lingüística, pero parece que los ecologistas salen del gobierno, cosa que sabremos con certeza dentro de un par de meses, cuando se vuelvan a reunir. Hay que reconocer que los ecologistas han puesto en marcha algunos carriles bici dignos de tal nombre, lo cual era algo que hacía una falta enorme en Bruselas, y los ciclistas lo agradecemos; también es verdad que la pesadilla de los patinetes eléctricos abandonados por cualquier lugar debe considerarse responsabilidad suya. Sólo este año parece que se ha impuesto la cordura y los patinetes de alquiler, que son casi todos, deben ser depositados en lugares concretos, no tirados sobre la acera. Los peatones se lo agradecemos.

Otra medida de los ecologistas ha sido la regulación de la zona de bajas emisiones, cosa que no sé si los conductores agradecemos, pero creo que no. La zona de bajas emisiones es la región de Bruselas enterita y, en ella, los vehículos considerados contaminantes lo tienen crudo. Ya hay un grupo de vehículos que, desde hace dos años, están prohibidos en su interior bajo fuertes multas y el siguiente grupo, los diésel Euro 5, debía ser prohibido a partir del 1 de enero de 2025. Debo hacer notar que en este punto no soy objetivo. En realidad, como todo lector de esta bitácora conoce, no soy objetivo en casi ningún punto, pero en éste todavía menos, porque soy propietario de un vehículo que, si la normativa actual no sufre variaciones, tiene los días contados en Bruselas, con lo que ya estoy pensado qué hacer con él y si comprarme otro que lo sustituya.

Mis planes, de momento, están suspendidos a la espera de saber si el nuevo gobierno, que se constituirá en algún momento y, según todos los indicios, lo hará sin ministros ecologistas, va a conceder una moratoria a los vehículos Euro 5 o no. Se rumorea que sí que lo hará, habida cuenta de que la cosa, si sigue en sus términos actuales, puede acabar en tumultos. Hay numerosos vehículos de ese tipo circulando y no todos sus dueños están en condiciones de pagarse otro coche así como así, de modo que una moratoria de ese tipo sería considerada una medida social, muy popular, sobre todo entre quienes dependen del coche para desplazarse y no tienen posibles para reemplazarlo. Vale, no estoy en ninguno de los dos casos en este momento, pero me pregunto si la prohibición de esos coches es una decisión tan ecológica como se nos quiere hacer creer.

Tengo para mí que ni mucho menos. Los coches que se prohíban en Bruselas no van a desaparecer por arte de birlibirloque, sino que van a seguir circulando en otros sitios, mientras que muchos de sus propietarios se van a ver obligados a hacerse con vehículos que sí que cumplen la normativa, pero que habrán de ser fabricados y, por tanto, van a contaminar por este mero hecho. Los únicos realmente beneficiados por estas decisiones no son los ciudadanos, ni menos aún el planeta, sino los fabricantes de coches, que van a tener más clientes y más ventas ¡Que no hayan sido ellos quienes estén detrás de estos tejemanejes!

Entretanto, me toca deshojar la margarita. El coche, cariñosamente conocido como "topomóvil" o "кротомобиль", por su color característico, se usa de uvas a peras, pero uno le coge cariño a estas cosas y no es cosa de desprenderse de algo que funciona perfectamente, así que tiene todos los números para pasar a prestar servicio a su dueño en España, en algún lugar, que ojalá exista, en donde los ecolotalibanes no se hayan salido con la suya y que quizá esté en la Valencia profunda, quien sabe. La duda es cuándo marchar del país, porque en verano es quizá muy pronto, no se sabe cómo va a reaccionar el todavía no existente nuevo gobierno y, si me espero mucho al año nuevo, quizá entonces, como tantas otras veces, se haga tarde.

sábado, 20 de abril de 2024

Comprometidos

En varias de las últimas entradas, esta bitácora se ha puesto a revisar las reacciones oficiales en Flandes y en Valonia a la declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe más polémica de los últimos tiempos. Antes de entrar en el objeto de esta entrada, tiene su guasa que la Iglesia Católica, que quiere decir universal, carezca de una página para Bélgica, aunque esté en dos (¡o tres!) idiomas, y que tenga dos totalmente independientes, cada una de ellas en francés y flamenco, respectivamente. Vamos, que, desde el punto de vista de la organización eclesiástica, Bélgica ha dejado de existir. El otro día recibí en casa un folleto de Cáritas... francófona; parece que la caridad, en Bélgica, tiene lengua.

Claro, la pregunta que se planteaba al final de las últimas entradas sobre el particular es si queda alguien por aquí con las ideas ortodoxas bien amuebladas en la cabeza. Es una pregunta que nos seguiremos planteando, pero que no vamos a responder de momento, porque volvemos a la serie sobre políticos belgas, en la que nos vamos a plantear qué tal le va al partido católico belga de toda la vida que prácticamente siempre ha estado en el Gobierno y si la deriva mundana y políticamente correcta de las autoridades eclesiásticas belgas y la reducción hasta extremos dramáticos de la población que se considera católica, y mucho más de la que practica la religión, ha tenido consecuencias en el partido político católico. 

En España, partido católico como tal hace mucho tiempo que no lo hay. A ver, me refiero a un partido confesional, cuyo ideario esté totalmente en conformidad con la doctrina y (importante el "y") al que los obispos españoles y la conferencia episcopal no pongan palos en las ruedas. Si nos remontamos a la Segunda República tenemos la CEDA y sus componentes, Acción Española, Falange, la Comunión Tradicionalista, el Partido Agrario, el Partido Nacionalista Español, el PNV o la Lliga Regionalista... ¡Será por partidos católicos, en aquel entonces! Pero, desde la vuelta en 1977 al sistema multipartidista, en España no hay ningún partido confesional con esperanzas de obtener representación. La mayoría de los católicos españoles actuales vota a los peperos o a VOX, cosa que espero que Dios les perdone, pero sólo porque es misericordioso.

En Bélgica, donde no ha habido ninguna interrupción prolongada del sistema de partidos desde la fundación del país, el Partido Católico se fundó más o menos en 1868 a partir de una federación de los círculos católicos belgas que existían por todo el país y poco después se convirtió en el principal del país, obteniendo mayorías absolutas en sucesivas elecciones y, por consiguiente, poco menos que determinando la figura del primer ministro. Cambió de nombre un par de veces, pasando a ser Unión Católica o Bloque Católico, pero ya se ve que hay una palabra que no cambia. Aquello era un partido confesional como la copa de un pino. No, no los mandaban los eclesiásticos, pero la Iglesia Católica lo inspiraba todo. También es verdad que, tras la Segunda Guerra Mundial, llegaron dos fenómenos para confundirlo todo. En primer lugar, el Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica que vino a arrinconar el latín y a dar más protagonismo a las lenguas vernáculas. En España, cambiar el latín por el castellano, que lo hablamos todos, no tuvo que ser muy complicado, pero esto es Bélgica y aquí el latín era un elemento de unión que desapareció por las buenas. A eso se añadió, más o menos por esas fechas, la división lingüística, así que el partido católico (repito que "católico" significa "universal") se dividió en dos fracciones que, con el tiempo, llegaron a ser: en Valonia, el Centro Democrático Humanista; en Flandes, los Cristiano-Demócratas de Flandes. Los dos, cada uno en su sitio, aunque ya no eran hegemónicos, sí que iban entrando en gobiernos, pero poco a poco iban perdiendo fuerza, hasta que empezaron a entrar en barrena.

Y es que, en Flandes, la irrupción de la Alianza Neoflamenca y no digamos de Vlaams Belang ha lanzado al votante católico, si es que queda alguno, lejos de la democracia cristiana. El que me conoce y lee sabe que la democracia cristiana me parece un engendro satánico que no puede traer nada bueno, y probablemente uno de los efectos perversos de ese engendro satánico consiste en que lanza a votantes católicos a opciones igualmente poco deseables y con ribetes racistas, como son ésas dos, que no son católicas y tienen que recurrir a otras cosas para aglutinar a sus votantes ¿Qué ha hecho el partido católico flamenco, para remediar la fuga de votantes? Pues parece que ha deseado ser original, porque ha decidido dar el mando a un musulmán, arrejuntado, y hasta donde yo sé no casado, con otra musulmana. Creo que si el cardenal Mercier levantara la cabeza no le gustaría nada lo que está pasando por aquí. Mejor será que no le digamos que el presidente del partido, Sammy Mahdi, tuvo la humorada de participar en un concurso televisivo de drag-queens el año pasado. De hecho, lo ganó, cosa que queda clara con la imagen que ilustra esta entrada, que no, no es de una mujer.

Parecía que no podía haber nada peor, pero eso es porque no hemos visto la evolución del antiguo partido católico en Valonia. Hace dos años decidió cambiar de nombre. Lo de "Centro Democrático Humanista" ya era un nombre bastante sospechoso, al menos para un español como yo, que sabe que en España existe una cosa llamada Partido Humanista, la cual resulta difícil de comprender y tiene fama de secta. Ahora, el antaño partido católico belga se llama en Valonia "Les Engagé(e)s", que podemos traducir como "Los (las) comprometidos (-as)", abandonando toda referencia católica. El otro día, como estamos de elecciones, me dejaron un pasquín en el buzón y, la verdad, uno se pregunta a veces cómo los católicos caemos tan bajo, suponiendo que los que quedan en ese partido sigan teniéndose por católicos, cosa que está lejísimos de estar clara.

Con semejantes mimbres, el cesto da para lo que da. Entre la jerarquía episcopal bramando porque se acepten los actos homosexuales como correctos y entremos en el celibato opcional, los políticos otrora católicos borrando toda seña de identidad de su ideario y la asistencia a misa y a la celebración de sacramentos en mínimos históricos, buscar algo de ortodoxia en Bélgica es una tarea enormemente complicada. Con lo que queda en el aire la pregunta: ¿queda alguien?

Pero eso tocará responderlo en otra ocasión, porque hoy se hace tarde.

sábado, 13 de enero de 2024

Dinastías de políticos

Una de las cosas que me llama la atención de la clase política (sí, habrá que llamarla clase) en Bélgica (y no sólo, pero aquí está muy claro) es la existencia de dinastías de políticos. En el Antiguo Régimen, según la versión distorsionada del mismo que nos venden, los hijos seguían casi necesariamente la profesión del padre, y las hijas seguían, también, los pasos de las madres, generalmente cuidando de la casa, en el caso de las clases más bajas, o casándose con alguien de su nivel en el de las más altas. Si había más hijos que profesiones, siempre quedaba la iglesia o la milicia para labrarse un futuro. Con la extinción de los gremios, la Revolución liberal y todos esos "logros" de la modernidad, se consiguió, según parece, que las clases sociales se hicieran permeables y que el ascensor social funcionara a las mil maravillas.

Eso es muy discutible, pero bueno, no seré yo quien lo niegue, porque, si seguimos la misma lógica del Antiguo Régimen, yo debía estar cultivando naranjos y sembrando arrozales, como hizo mi padre y todos mis antepasados de que se tiene memoria, en lugar de estar sentado en una oficina resolviendo expedientes en Bruselas, a mil quinientos kilómetros de esos naranjales y arrozales. Como ha sido una elección mía, supongo que he salido ganando. A veces no estoy muy seguro de haber elegido bien, la verdad.

Charles Michel, en cambio, ese presidente del Consejo que es uno de esos pocos políticos belgas conocidos en España, desmiente por completo lo anterior. Su padre, Louis Michel, ya había ocupado cargos muy parecidos al suyo. Bueno, es que los dos son parecidos hasta físicamente, y así se ve en la foto que acompaña esta entrada. Charles Michel, probablemente masón como su padre y como buena parte de los miembros del Movimiento Reformador, ese partido que algún periodista español, seguramente no muy informado, describe como "de derechas", ya había mamado política desde la cuna, así que hizo carrera con velocidad, pasando por concejal de Namur, ministro, presidente del Gobierno belga y presidente del Consejo Europeo, que ya es una carrera impresionante. Su última movida ha consistido en anunciar que se va a presentar a las elecciones europeas, uno entiende que como cabeza de lista en Bélgica, sección Valonia, del Movimiento Reformador, lo cual lleva consigo con casi total seguridad que a partir de junio será eurodiputado y, por consiguiente, deberá abandonar la presidencia del Consejo Europeo. Digo yo que él cree que sale ganando con la jugada o que se huele que los liberales van a salir trasquilados de las elecciones europeas y que eso no le va a favorecer para mantener su puesto.

Porque sí, para los periodistas españoles poco informados, el Movimiento Reformador no es el equivalente belga (es decir, valón) del PP, sino más bien de Ciudadanos. Y es verdad que pintan tiempos difíciles para esta familia política en las próximas elecciones europeas, sin ir más lejos para los actualmente siete europarlamentarios de Ciudadanos, que en su día fueron un relativo fracaso y que, si se consiguieran, no ya mantener, sino dejar en uno sólo, ya sería un éxito considerable para ese partido, y seguro que sus líderes lo considerarían así. Y, como los chicos de Macron, que es el líder europeo de esos liberales, no están tampoco muy boyantes, supongo que Michel sospecha que sus posibilidades de repetir como presidente del Consejo no son demasiado altas, con lo que toma las de Villadiego, entiendo que con esperanza de medrar por otros caminos. Y de asegurarse un jugoso sueldo público, porque los Michel, obviamente, no viven del aire.

Sí, porque hay más Michel que longanizas en Bélgica. Hay un tercero en la foto, que atiende por Mathieu Michel, es hijo de Louis (el de la izquierda) y hermano de Charles (el del centro), y que desde hace unos años es secretario de Estado encargado de la agenda digital (y dos o tres cosas más) en el gobierno De Croo (cuyo padre, por cierto, también fue ministro). Cuando lo nombraron, llevaba cinco años sin publicar nada en redes sociales, pero supongo que eso es lo de menos para alguien encargado de la agenda digital. Parece que es más importante tener el apellido correcto y, en este caso concreto, pertenecer a una familia razonablemente alopécica.

Vamos, que el secretario de Estado en cuestión es hermano de un antiguo primer ministro, hijo de otro, y está en un gobierno, el padre de cuyo jefe también había sido ministro. Estamos en el siglo XXI con sus mandangas de igualdad, democracia y tralarí tralará, no nos creamos que esto es la Edad Media y el feudalismo en pleno auge, pero se ve que hay cosas que no cambian en absoluto y el que se sube al machito no sólo no se baja, sino que hace lo que sea menester por que sus descendientes sigan en él, supongo que retorciendo los sistemas de designación de los partidos políticos belgas.

A todo esto, nos hemos estado ocupando en esta entrada del partido liberal masoncillo, al que habrá que llamar de derechas siquiera sea por comparación con los demás ¿No hay otra cosa de derechas de verdad, en Bélgica?

Pues es difícil de decir, pero, como es difícil, y hoy se hace tarde, tocará dilucidar la cuestión en una próxima entrada.

martes, 5 de diciembre de 2023

Políticos belgas: Introducción

Los políticos belgas son, en general, poco conocidos en España, cosa que no es de extrañar mucho, porque, después de todo, Bélgica no es lo que se dice una gran potencia. Ni siquiera son vecinos nuestros, ni probablemente sería eso una gran diferencia, porque tampoco creo yo que los políticos portugueses sean muy conocidos en España. Los franceses lo son un poco más, pero eso es porque Francia, después de todo, cree ser todavía una gran potencia, e intenta convencernos de eso a los demás, y además los políticos franceses intentan fastidiarnos todo lo que pueden y eso parece que une mucho. Ojo, intentan fastidiarnos a los españoles y probablemente también a todos los demás, excepto a ellos mismos.

Así que en España conocemos a los políticos belgas que salen en las noticias, que son fundamentalmente dos, aunque no sé si la gente sabe que son belgas. El primero de ellos es Charles Michel, que es el que ostenta un cargo más elevado, no en el gobierno belga, que presidió en su día, sino en el Consejo Europeo, del que ostenta la presidencia permanente. Ése es un puesto que les viene como anillo al dedo a los políticos belgas, los cuales están acostumbrados como nadie a moverse en un magma en el que nadie tiene la mayoría, hay que negociar con el que ayer te estaba clavando un puñal y hay que farfullar todos los idiomas posibles. Charles Michel tuvo que hacerlo en su día en el gobierno belga, pero de Charles Michel tocará escribir más en profundidad en otra ocasión.

El segundo político belga conocido últimamente en España es Didier Reynders, que ya apareció por aquí hace varios años. Entretanto, ha progresado en su carrera y, como todo el mundo medianamente informado en España conoce, es el Comisario europeo de Justicia, al que los políticos españoles de oposición se dirigen sistemáticamente para protestar por la degradación que ellos perciben en el estado de derecho en España, mientras que los políticos españoles del gobierno dicen de él que no está preocupado por ese asunto. En fin, que es nada menos que a un político belga a quien ponen los españoles de árbitro de sus disputas. No sé yo si lo han pensado bien. Entre un político belga y un diplomático salvadoreño, no sabría yo bien con qué quedarme.

Pero también es verdad que la oposición española no tiene mucho donde elegir, a no ser que se haga antisistema, cosa que evidentemente no casa bien con sus principios, así que tiene que quejarse a Reynders, que para eso cobra, para asegurarse de que la justicia en los países miembros de la Unión Europea respeta los valores europeos, sea lo que sea eso. Pero también de Reynders tocará escribir en otro momento, no faltaría más.

El resto de los políticos belgas no creo que aparezca jamás por los noticiarios españoles, y es lástima, porque muchos de ellos darían para bastante. Sin salir del ámbito de la justicia e interior, no está de más recordar al ahora dimitido ministro belga, que haría las delicias de cualquier humorista español si ejerciera en nuestro país. Como no se da ese caso, hace las delicias de los humoristas franceses, porque los franceses son geniales para reírse de los demás (en este caso me temo que merecidamente) y ofenderse cuando los demás se ríen de ellos.

Como en Bélgica hay más partidos políticos que longanizas, y además multiplicados por dos comunidades lingüísticas (la tercera comunidad lingüística no da para mucho), el número de políticos belgas es abundante. En las próximas entradas vamos a ir viendo cómo no son mejores que los políticos españoles, lo cual incluso podría mejorar nuestra autoestima, aunque sea un poco y aplicando ese execrable principio de "mal de muchos, consuelo de tontos".

No será hoy, sin embargo, porque no son horas y, como otras tantas veces, se hace tardísimo.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Complejos

En los últimos tiempos he tenido a varios grupos de amigos en mi casa de Bruselas, visitando el país. Bélgica les parece muy bonita, sobre todo a quienes han tenido la suerte de visitarla con buen tiempo, pero también a los otros, que han tenido la ocasión de disfrutar de ciudades como Brujas o Gante, o Lovaina, a las que, por cierto, esta bitácora también deberá referirse más pronto que tarde.

El caso es que, tras mucho pateo durante el día, llega el atardecer y la fatiga, y una ojeada a las noticias que vienen de España. Como cualquier español sabe, y más si ha estado por España recientemente, en la prensa no se ha estado hablando más que del piquito del ya ex-presidente de la Federación de Fútbol a una de las jugadoras de la selección femenina de fútbol o, pasando a asuntos de la actualidad política, del hecho de que la gobernabilidad de España está en manos de quien más claramente aspira a disgregarla.

Noticias como éstas, que no son buenas, han ido creando el desasosiego en mis invitados, que indefectible piensan en el efecto que tendrán sobre la opinión pública en el extranjero. Mis invitados consideran que la imagen de España en el extranjero es mala y que estas noticias nos van a acabar convirtiendo en el hazmerreír de Europa entera. Porque España es diferente, y peor, que los países de nuestro entorno.

Es curioso cómo la autoflagelación se enseñorea de los españoles, no sé por qué motivo preocupados por lo que los demás piensen sobre nosotros. Para los que estamos fuera y no estamos sometidos a la propaganda televisiva que padecen los residentes en España, creo que es bastante evidente que España no es diferente a los países de nuestro entorno. Cada país tiene sus propias miserias, a las que no hacemos caso en España porque estamos concentrados en lamernos nuestras propias heridas imaginarias.

Pongamos el caso de Bélgica. En lugar de rasgarse las vestiduras por el piquito de Rubiales (que hubiera pasado totalmente desapercibido de haber sucedido en un país que no estuviera gobernado por una caterva de locas), el país está concentrado en el “pipigate”, que afecta al Ministro de Justicia belga, un liberal flamenco que no hace mucho que celebró su cumpleaños por todo lo alto e invitó a sus amigachos de juventud. Sus amigachos, que eran una banda de heavies a los que sólo la edad y la alopecia han obligado a prescindir de la melena, pillaron una cogorza de campeonato y se dedicaron a reverdecer laureles enfrentándose con la policía. La policía que tenían más cercana resultó ser el vehículo de escolta del ministro, aparcado frente a la residencia donde tenía lugar la francachela, así que hasta en tres ocasiones salieron de la casa y mearon toda la cerveza que habían ingerido sobre el coche.

Los escoltas se lo tomaron a mal. No reaccionaron de momento, pero de alguna manera el asunto llegó a la prensa, que dijo que había sido el propio ministro de Justicia uno de los autores del desaguisado.

Rápidamente, el ministro convocó a la prensa para desmentir tamaña afirmación. Hay que decir que la forma de desmentirlo fue, cuanto menos, original, porque mostró en su propio ordenador portátil imágenes que le mostraban a él, posiblemente tan pedo o más que sus amigachos, orinando desnudo sobre un colega, o sobre el césped, en otro lado de la casa, mientras explicaba muy serio que, como se trataba de él mismo, no podía estar al mismo tiempo meando al coche de la policía, y que los que habían hecho eso eran tres amigos suyos, cuyo comportamiento desaprobaba. Eso es el actual ministro de Justicia belga. No me dirán los lectores que se trata de un asunto mucho más gracioso que el del piquito de Rubiales. Pues en España, ensimismados en nuestra propia basura, ni nos hemos enterado de esto.

¿Y del escándalo político de que el gobierno de España esté en manos de quienes aspiran a disgregarla? Eso es algo que en Bélgica no debe siquiera llamar la atención. El partido más votado en Bélgica en la Alianza Neoflamenca (por cierto, el que da apoyo a Puigdemont), un partido independentista que aspira a que Bélgica desparezca, porque defiende la secesión de Flandes, donde vive bastante más de la mitad de la población, y que en el Parlamento Europeo es tan de derecha que comparte grupo parlamentario con los polacos de Ley y Justicia y con Vox, a los que la prensa española tilda de extrema derecha un día sí y otro también. Pero es que el segundo partido más votado en Flandes, y creciendo, es Vlaams Belang, que está bastante más a la derecha de la Alianza Neoflamenca y para el que, supongo, la prensa española carece de calificativos, por haberlos gastado todos para adjetivar a los anteriores. En este contexto de ingobernabilidad, que un prófugo de la justicia española condicione el gobierno de un país es algo que sólo puede considerarse anecdótico y un hecho curioso, como mucho.

En fin, que no. Que no hay país que no tenga sus miserias y que los españoles hacemos muy mal en creer que las nuestras son las más vergonzantes, porque no es cierto. Y eso por no pararnos en cosas como el Reino Unido y los sucesivos ridículos brexiteros, el gerontófilo presidente francés o el canciller alemán, últimamente aparecido con un parche en el ojo. Y ya no me paro a hablar de Italia, porque los italianos se llevan la palma con diferencia y, sin embargo, no se sabe cómo, se las arreglan para mantener el estilazo.

Me detendría más a referir situaciones ridículas que afectan a otros países menores que los que he mencionado arriba, pero eso daría lugar a una entrada larguísima, y el tren en el que me encuentro se halla cerca de su estación destino, París Este. Como no quiero guardar los bártulos de escritura aprisa y corriendo, mejor será que vaya concluyendo esta entrada, antes de que se haga tarde.

lunes, 27 de mayo de 2019

La existencia de Bélgica y usted

¿A quién le interesa que Bélgica siga existiendo? Da la impresión que no a mucha gente y, los que están a favor, lo normal es que tampoco se atrevan mucho a alzar la voz. En cambio, los que dicen estar encantados de la -posible- desaparición de Bélgica son muchos, y se agrupan fundamentalmente en dos partidos: la NVA y el VB.

La NVA, de la que ya hemos escrito en alguna ocasión, es la Alianza Neoflamenca (Nieuw-Vlaamse Alliantie), un partido que, así como quien no quiere la cosa, es el más numeroso de Bélgica, a pesar de que, obviamente, sólo existe en Flandes. Para ser el más numeroso, le favorece el hecho de que en Bélgica no hay partidos importantes y presentes en todo el país. Los tres grandes grupos, socialistas, liberales y democristianos, tienen su partido flamenco y su partido valón, y en Bruselas, rompeolas de ambas comunidades lingüísticas, hacen lo que Dios les da a entender, o se presentan los dos. Así que la NVA, un partido socialmente yo diría que conservador, incluso ha hecho sus pinitos en el gobierno federal que aspiran a hacer desaparecer. Es verdad que no son, obviamente, un socio que dé mucha confianza, y de ahí que con sus bravatas y dimisiones han terminado por provocar la caída del gobierno y la convocatoria de las elecciones de este domingo pasado.

Su líder es Bart De Wever, el alcalde de Amberes, una ciudad en la que puedes intentar hablar francés si quieres, pero en la que es más seguro obtener una respuesta si haces las preguntas en inglés, suponiendo, claro, que el flamenco o el neerlandés no sean lo tuyo. El alcalde de Amberes tiene un plan muy interesante para terminar con Bélgica: básicamente, consiste en mirar cómo se va vaciando de contenido, hasta que llegue un momento en que se desvanezca cual pompa de jabón. Nos ha salido un nacionalista quietista, que se limita a mirar cómo el país se convierte en un espectro, y luego en la nada más absoluta.

Y lo cierto es que yo creo que no le falta razón. Uno mira en derredor de uno y se pregunta qué narices une a un tipo de Namur con otro de Gante. En un país extremadamente descentralizado, como es éste, las decisiones se toman en el municipio, la administración más próxima al ciudadano y que sí habla su idioma. Porque ése es el principal talón de Aquiles: los elementos que pudieran aglutinar al país han perdido importancia hasta un punto tan extremo, que uno tiene realmente la impresión de que Bélgica es, no sé si una pompa de jabón, vale, pero sí un castillo de naipes que se mantiene de pie en tanto nadie le dé un empujoncito, mientras las regiones le van quitando una carta, y luego otra, esperando el momento en que se derrumbe.

En su día, había tres elementos fuertes, que conformaban la identidad belga. El rey, la religión católica y la resistencia frente a las tres potencias que la rodean y con las que ha estado en guerra en algún momento. Lo que pasa es que los tres elementos están de capa caída.

Los reyes del siglo XXI no son lo que fueron sus antepasados, fuerza es decirlo, a despecho de los que nos decimos monárquicos. Además, los reyes de los belgas, en muchos casos, han distado de ser ejemplares, sin necesidad de remitirse a Leopoldo II, que no se explica cómo no se encuentra en la lista de criminales políticos más conspicuos de todos los tiempos, cerca de Stalin, Hitler, Mao o Pol Pot. Hay otros ejemplos poco ejemplares, como Leopoldo III, otro que tal baila, o Alberto II, que antes de subir al trono pasaba por ser un crápula de cuidado. Vamos, que menos Leopoldo I, el fundador del reino, o Alberto I, que pasa por ser un héroe de guerra o, si se quiere, Balduino I, a quien corren rumores de que quieren canonizar, el resto de los monarcas locales es difícil que pasen la criba de aglutinadores de los amores de sus ciudadanos, que no súbditos. En fin.

Si nos referimos a la Iglesia Católica como aglutinadora nacional, vamos listos. Gracias a personajes como los cardenales Suenens y el recientemente fallecido Daneels, por no hablar del famoso obispo de Amberes, monseñor Bonny, que es quien más destaca entre los prelados heterodoxos locales, la Iglesia Católica en Bélgica ha experimentado una caída en picado sin apenas parangón en Occidente. A misa va, según parece, el 3% de los belgas, y los sacramentos los reciben cuatro gatos. Apenas hay vocaciones, y viven de los sacerdotes que les envía la antigua colonia, el Congo, en la que dio tiempo, antes de que se independizara, a que los misioneros que la otrora pujante iglesia belga llegó a enviar evangelizaran al país antes de que fuera demasiado tarde ¿Aglutinadores? Desde que desapareció el latín como lengua litúrgica, y se tuvo que celebrar en francés y flamenco, aquí no hay pegamento que valga.

A los países los suele aglutinar, a falta de un proyecto nacional, la presencia de un enemigo exterior. Bélgica se enorgullece de ser el campo de batalla de Europa, hasta el punto de que resulta difícil encontrar un país cuyos ejércitos no hayan invadido el territorio de la actual Bélgica en algún momento. Los tres países fronterizos (Luxemburgo no cuenta, por birria), desde luego, lo han hecho. Francia lleva desde el comienzo de la Edad Moderna queriendo hacerse con los Países Bajos, hasta que Napoleón lo consiguió por algún tiempo. En cuanto a Holanda, es el país del cual se independizó Bélgica después de una corta guerra, pero, de todas maneras, las Provincias Unidas, antecesoras de lo que hoy es el Reino de los Países Bajos, ya se las tuvieron tiesas con la potencia que mandaba en la actual Bélgica desde muchísimo antes.

Y de Alemania, ¿qué vamos a hablar de Alemania? Alemania tiene casi una tradición de violar la neutralidad belga y arrasar con el país de paso a su siguiente invasión. Por aquí se acuerdan aún de la Primera Guerra Mundial y de la heroica resistencia en la punta de Ypres. De la segunda se acuerdan menos, ya que la Wehrmacht no llegó antes a sus últimos objetivos porque sus tanques tenían límites de velocidad.

Pues bien, ya hace varios decenios que todo esos países son la mar de amiguitos, están dentro de lo que hoy es la Unión Europea, y todo son parabienes entre ellos. No hay guerra a la vista, ni enemigo exterior que se precie.

Total, que en estas circunstancias, lo único que podría salvar el país sería un proyecto nacional. Algo que hacer, una misión en el mundo. Ni por ésas. Es triste decirlo en voz alta, pero Bélgica existe para hacer de tapón entre potencias mucho más boyantes, y porque a los ingleses les venía bien en el siglo XIX un aliado en el continente. El resto son pamplinas. Hubo un tiempo en que se pensó en que Bélgica podría ser un ejemplo de catolicismo liberal, algo que en el siglo XIX iban buscando los liberales (mucho más que los católicos). El descalabro de la Iglesia Católica en Bélgica me excusa de explicar qué le pasa al catolicismo cuando se quiere hacerlo compatible con el modernismo, el liberalismo, y los ismos que, en el fondo, son como el agua y el aceite.

El líder de la NVA lo sabe. Y sabe que esto no puede durar mucho. Y sabe también que, en la burocracia y parte política de la Unión Europea, los federalistas que hay por ahí y que abundan lo suyo estarían encantados de dar el poder a las regiones (que no se atreverían a llevarles la contraria) y de quitárselo a esos molestos, grandes y demasiado poderosos estados nacionales, que -habráse visto- ponen palos en las ruedas a sus designios.

Por si fuera poco, el líder de la NVA se ha dado cuenta de que con referendos y otras pirulas no va a ir muy lejos, y ahí están los casos de Escocia y Cataluña para dar fe. Perspicaz como es, ha visto que el Reino Unido y España tienen mucha más enjundia que Bélgica (siquiera sea porque en ambos países sí hay un idioma común), pero que en Bélgica le basta con sentarse a esperar y con actuar como si el país no existiera. En ello está.

A todo esto, la NVA es un partido simpaticote con el cual se trazan alianzas y coaliciones, y es parte del establishment, por muy independentista que sea, e incluso participa en tareas gubernativas, no sin antes hacerse querer y dejar un tiempo de gobierno en funciones, supongo que para chotearse un poco de lo inútil que puede ser el gobierno central. Pero no es el único partido independentista, no; hay otro, del cual ya hemos escrito alguna vez, pero al que igual toca referirse de nuevo. Se trata de VB, siglas de Vlaams Belang, o Interés Flamenco.

Vlaams Belang no es un partido simpaticote para el establishment. Vlaams Belang es un partido nacionalista, independentista, un pelín racista (y me quedo corto) y, por tanto, denostado por todos los demás partidos, que le hacen el vacío sistemáticamente. No les gustan los musulmanes; bueno, a casi nadie en Bélgica le gustan los musulmanes, pero la diferencia es que, así como nadie lo dice abiertamente por miedo a parecer facha, los de Vlaams Belang no se cortan ni un poquito y, si no reciben más votos todavía, es porque, en el fondo, los que le votarían saben que ser belga, o flamenco, no es para estar particularmente orgulloso. De hecho, los candidatos de Vlaams Belang, para mi gusto, tienen un serio problema de imagen: visten de pena, están gordos y dan una imagen tabernera que, la verdad, no es muy compatible con pertenecer a una raza superior. Como para votarles, tú. Se supone que son católicos, pero digo yo que lo serán más de boquilla que otra cosa, porque los católicos no vamos por ahí diciendo que pasamos de ayudar al prójimo y que les zurzan a los de fuera. Bueno, por lo menos no deberíamos decirlo; luego, oye, cada cual.

En fin, que este domingo ha habido elecciones en Bélgica, coincidiendo con las regionales y con las europeas, y que ya veremos qué sale de todo eso, y si consiguen formar gobierno. Porque, si en España la composición de las Cortes se las trae para obtener una mayoría absoluta, en Bélgica es directamente imposible. A ver qué pasa.

Pero, pase lo que pase, es asunto que habrá que tratar en otra ocasión, porque en esta se está haciendo tarde. De momento, Vlaams Belang ha subido un 6% en Flandes, que es la única zona del país que les importa. Esto se pone nuevamente interesante.

sábado, 24 de mayo de 2014

Independentistas

Yo creo que los había juzgado mal. Suponía que, al ver junto al timbre de la puerta un apellido que no es flamenco en absoluto (¡si fuera Alfoor van Boekweit!), cualquier miembro de un partido neerlandófono huiría espantado y se dedicaría a repartir sus pasquines por lugares más propicios. Pero no. He aquí que en buzón ha aparecido un pasquín de un partido neerlandófono, y no de uno cualquiera, no, sino del más neerlandófono de todo, nada menos que Vlaams Belang.

Vlaams Belang, a pesar de que esa página que sugirió Ieau me lo daba como el partido más afín de los que pululan por aquí, no tiene mucho que ver conmigo. Independentistas (yo, de eso, nada). Antiinmigración (yo son inmigrante). Euroescépticos (me mola el euro). Me cuesta bastante entender por qué los de Eurvox piensan que tienen algo afín a mis ideas, pero no voy a discutir sobre ese detalle.

De momento, el panfleto se las trae. Para mi sorpresa, no está sólo en flamenco, sino que es perfectamente bilingüe francés-neerlandés; se nota que los chicos han adaptado su mensaje para infiltrarse en Bruselas, donde los independentistas se deben esconder para que nadie les descubra, porque la verdad es que el pasquín es la única cosa en francés que les he leído. Uno entra en su página, incluso en la bruselense, y ya se puede poner a descifrar el holandés, porque no va a encontrar otra cosa: ni inglés, ni francés, ni alemán. Sin embargo, el panfleto está también en francés; supongo que, cuando te apoya el Front National y Marine Le Pen, no cuesta mucho quedar bien con los aliados, y más si los aliados tienen trazas de sacar más de veinte diputados en las elecciones europeas, y tú, si sacas uno, ya vas bien, y si sacas dos organizas una fiesta.

El contenido del panfleto es el típico de la extrema derecha euroescéptica: antiinmigración (si usted hubiera sabido hace diez años que uno de cada tres niños nacidos en Bruselas no es belga, ¿qué hubiera votado? ¡Sólo nosotros lo advertimos!), antimusulmanes (pero tampoco cristianos, palabra que ni se menta en todo el pasquín), antieuro (el sonsonete de que ha provocado una inflación galopante también suena por aquí... cualquier economista medianejo les podría decir que, muy al contrario, sin el euro se iban a enterar de lo que es inflación). Vamos, la típica derecha populista que ha sustituido a Dios, en quien no cree, por la nación, en quien cree porque en algo hay que creer, aunque sea en Flandes independent i triomfant.

Mención aparte merecen los candidatos que presenta en Bruselas Vlaams Belang. Son esos chicos de la foto de la izquierda y, francamente, creo que los asesores de imagen del partido, o dejan mucho que desear, o tienen por delante una tarea titánica, porque ahí hay un problema por resolver. Si el otro día, cuando salió Reynders, el de la sonrisa Profidén, hubo quien alabó mucho la foto, el que vea la foto de estos dos casi que se va corriendo a votar por Reynders. Qué digo por Reynders, hasta por Darth Vader dan ganas de votar, con tal de no ver a estos pollos representando a Bruselas. Que ya sé que no son políticos profesionales, pero, aun así...

Y hasta aquí la serie. Las elecciones son pasado mañana, la jornada de reflexión comienza, y los Von Buchweizen se van a reflexionar al avión, porque, durante unos días, cambian su teatro de operaciones, que vuelve a ser Moscú por unos días.

A ver cómo está últimamente la comida kosher...