Dicen que la forma más simple de poner contento a alguien es quitarle una cosa que le guste y luego devolvérsela. Sin embargo, paralelamente, seguramente la forma más fácil de hacer infeliz a alguien es darle a alguien una cosa que le guste para luego quitársela.
Y eso es lo que les ha pasado a los rusos. Los rusos se veían ya en la final... qué digo en la final, los rusos se veían ya levantando la copa de campeones de Europa y, de paso, humillando a las selecciones española, que le había dado una somanta de espanto en la fase de grupos, y luego a la selección alemana. Para aquéllos que a estas alturas no lo tengan claro, nada hay más excitante para un ruso que humillar a un alemán. Vamos, que si ponen a un ruso delante de una botella de vodka llena y de un alemán atado y le dicen que puede elegir entre trasegarse la botella o darle de leches al alemán, le estamos poniendo ante una elección durísima.
En lugar de eso, los rusos se han llevado una segunda somanta de aquí te espero a manos de la misma selección española que ya les había pasado por encima. De los ocho goles que les han metido a los rusos en todo el torneo, siete se los han metido los españoles.
Por fortuna, la paliza fue tan clara que a los aficionados rusos no les ha quedado otra que felicitar a los españoles. La corrección que están mostrando les honra, pero está clarísimo que la quina que han tragado va por dentro. Me han llamado un par de veces para felicitarme y yo he hecho como que me acababa de enterar del resultado sin darle la menor importancia. No es cosa de presumir cuando estás en minoría, tanto más cuanto que, efectivamente, la importancia que le doy yo a eso es bastante poca.
- Le llaman por teléfono.
- ¿Quién?
- Eduard Rigobertov.
- Ah, vale.
- ¿Eduard?
- ¡Alfor, enhorabuena por la victoria!
- ¿Victoria? ¿Hemos ganado?
- ¡No me digas que no lo sabes! Sí, sí...
- Bueno, sí, el resultado sí que lo sé, pero ya sabes que yo no le doy mucha importancia a esto. No vi el partido, que era muy tarde (mentira cochina).
- Yo tampoco le doy importancia (otra mentira cochina). Pero bueno, ya ves, es la vida.
- ¿Y estuvo bien el partido?
- No, fue muy malo. Muy malo.
- ¿Sí?
- Sí. Yo, en cuanto les vi las caras al salir, ya me dije que éstos no iban a ganar. No tenían ganas. Y, claro, cuando no se tienen ganas de ganas, no se gana. Pero, bueno, no pasa nada.
Y un jamón con chorreras.
La palabra rusa para designar al aficionado cobra ahora todo su significado. En España, a los partidarios de un equipo deportivo, sobre todo de fútbol, les llamamos la "afición". Creo que en Hispanoamérica les llaman "barra". En todo caso, tiene una connotación de entretenimiento superficial, aunque, viendo las barbaridades que pasan en España, algunas recientes, nadie lo diría.
Los ingleses, por ejemplo, hablan de "supporters", o de "hooligans", ésta última cuando la cosa pasa de castaño oscuro. Y los alemanes, que no son muy dados a exteriorizar sus sentimientos, hablan simplemente de "Zuschauer" (o sea, pura y duramente, espectadores); para expresar un sentimiento más íntimo con su equipo han tenido que adaptar la palabra inglesa e inventar "Fanaten", que se entiende bastante bien.
En ruso, no.
En ruso, la palabra para designar a la afición es "bolelschiki" (болельщики), y su traducción más literal es "dolientes". La raíz es todavía más elocuente: "bol'" (боль), dolor. Aquí, la gente se aficiona a un equipo para sufrir, y la propia etimología ya da a entender que lo consustancial a seguir a un equipo son los disgustos que conlleva tal condición. De las alegrías la palabra no dice nada.
Y así es como están ahora los rusos que sienten el fútbol y que son muchísimos: dolidos, dolidísimos. Respetemos su dolor y apreciemos que, al menos, no han buscado culpables entre los compatriotas de los que les han cosido a goles. Por la cuenta que me trae, menos mal.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 2 semanas
3 comentarios:
Los colores hay que profesarlos por dentro. Ayer quise colgar una bandera del balcón. Después de pegarla empecé a temer que tirasen piedras o me esperasen en el portal, así que la quité enseguida. :P
Alberto, hiciste muy bien. No hay que confundir la valentía con la temeridad. Si no, luego, todo son árnica y lamentos.
Bueno, teniendo en cuenta el partidazo de ayer, estoy segura de que los Rusos se habrán sentido un poco menos dolidos con la selección española, jejejejeje
Besitos
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