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Desde España se envío una misión encabezada por el duque de Osuna para volver a hablar. Entre los miembros de aquella misión estaba un joven diplomático, Juan Valera, que con el tiempo llegó a ser conocido por su faceta de novelista y al que, de hecho, se tiene por uno de los mejores escritores del siglo XIX español. La verdad es que de él sólo he leído "Juanita la Larga" y alguna cosilla suelta, pero debo reconocer que me gustó mucho, con lo cual le puedo perdonar que sea liberal y, por si fuera poco, diplomático.
La vida de un diplomático español en aquel tiempo debía ser muy parecida a la que llevan actualmente demasiados de ellos y se caracterizaba por una carga de trabajo susceptible de un aumento sustancial. En estas circunstancias, como, al fin y al cabo, se trata de gente culta, la tentación que tienen es la de dedicarse al jolgorio y la molicie. Aún así, quedan muchos ratos libres, así que los hay que tienen alguna afición. La de Juan Valera consistía en escribir y, como lo hacía muy bien, de esa afición hemos salido ganando todos sus lectores. Fuerza es mencionar que, cuando un diplomático escribe mal, cosa que también ocurre, aunque nadie se lo dice a la cara, las consecuencias de su afición acaban viniendo en perjuicio de quienes les pagamos. Se me ocurre un caso actual muy claro, pero me voy a morder los labios en aras de la estricta normativa de anonimato de este lugar. Juan Valera, curiosamente mucho menos diplomático que yo en este aspecto, no se cortó un pelo a la hora de poner nombres y apellidos a los objetos de su crítica y eso, a lo que parece, le ocasionó serios disgustos.
Ocioso y ninguneado por su jefe, Juan Valera se convirtió en una especie de antecesor de los blogueros y se lanzó a componer la primera bitácora en castellano sobre Rusia, en fecha tan temprana como 1856. Pensaréis que esto de los "blogs" tiene diez años como mucho, ¿no? En absoluto. Lo que tienen diez años son las bitácoras en internet, pero el epistolario que Juan Valera escribió desde San Petersburgo durante los seis meses que duró su misión es una verdadera bitácora y, a falta de internet, fue publicado en la prensa española del momento.
La publicación de las primeras cartas, que iban destinadas a su jefe en el Ministerio en Madrid, le debió sorprender algo. Algunos biógrafos dicen que se irritó muchísimo, pero yo no me lo acabo de creer. Más bien creo que le esponjaron bastante, y la prueba de ello es que, cuando ya sabe que sus cartas han sido publicadas, y que las siguientes que escriba tienen toda la pinta de seguir el mismo camino, no por ello rebaja un punto su tono y no duda en poner verde a algún compañero de trabajo y a su mismo jefe, el duque de Osuna. Como sabéis, yo a mi jefe lo tengo casi totalmente alejado de estas páginas, y las creo que dos veces que ha aparecido lo ha hecho de manera totalmente tangencial y hace mucho tiempo.
Por lo demás, las cartas de Valera son buenísimas. Cualquiera interesado en Rusia debe leerlas y, para que no digáis que mis consejos son imposibles de seguir, y gracias a que Valera murió hace mucho tiempo y sus derechos de autor han caducado, podéis bajarlas completamente gratis de aquí, gentileza de la bitácora "El soldado fanfarrón" para sus lectores y amigos y lectura de verano recomendada. De nada, chicos, y a pasarlo bien.
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