lunes, 12 de febrero de 2007

El peregrino en su patria (IV)

¿Qué ha cambiado en España en estos últimos años? Vosotros, los que vivís en España todos los días, seguramente no os dais cuenta, igual que yo no me doy cuenta de los cambios que se producen en Moscú e igual que no puedes ver moverse el minutero de un reloj y, sin embargo, se mueve. Pues bien, esto es algo de lo que me ha llamado la atención de éste mi último viaje.

1.- Arnaldo Otegi ha engordado muchísimo. Cuando yo salí de Esp... digo, del Estado español, Otegi era un prometedor batasuno, convertido en portavoz de la mesa nacional de rebote, después de que la anterior mesa nacional de HB diera con sus huesos en la cárcel. El otro día lo vi por televisión presentando la enésima propuesta abertzale y parecía que era el doble. Arnaldo debe cuidar esa línea. Podía tomar ejemplo de... bueno, bueno, mejor me callo, que lo que iba a escribir es de mal gusto incluso para mí.

Eso sí, aparte de la línea, dice las mismas cosas que ha dicho siempre y lleva el mismo jersey que hace diez años. Casi que consuela saber que hay cosas que no cambian.

2.- Hay emigrantes a porrillo. Estaba yo mosqueado, el otro día, cuando bajé al parque a echar unas canastas, porque, a tenor de las noticias que llegan al extranjero, parece que podría encontrarme con una banda organizada sudamericana exigiendo contribuciones especiales para acceder a la pista de baloncesto. Parece que las noticias son alarmistas, ya que en la pista, efectivamente, había un grupo de sudamericanos (de hecho, el único español era yo), pero estaban jugando tranquilamente al fútbol sin molestar a nadie. Lo único que mosqueaba más es que eran las cuatro de la tarde, aquellos chicos estaban en edad escolar y, sin embargo, parece que por la escuela no iban demasiado.

Pero sí, emigrantes hay en gran número. O eso, o es que se pasan todo el día en la calle moviéndose y parece que hay más.

3.- El campo se hunde. Las fugaces visitas que he ido haciendo, por desgracia, no dejan lugar a dudas: campos abandonados, naranja colgando del árbol sin recoger, fruta literalmente tirada por el suelo... y desánimo, mucho desánimo. Los precios en árbol son inferiores a los de hace diez años, y hay cultivos que sólo se sostienen por la subvención europea, que convierte a los labradores de profesionales en jardineros a sueldo.

Como dijo ayer el labrador que mejor conozco, mi padre: "Con lo bonito que es el campo, y no cotiza."

Y sí que es bonito, sobre todo en invierno, con el agret alfombrando el suelo y los árboles moteados de puntos naranja contrastando con el verde oscuro.

Pero no cotiza. Creo que mi generación va a ver morir una forma de vida, si nadie lo remedia.

4.- En la televisión española se han vuelto locos de atar. Yo llevaba años enteros sin verla, pero este viaje he pasado más que de costumbre por casa de mis padres en horario televisivo y me he quedado de piedra. Al parecer, siguen un programa llamado "El diario de Patricia", en el que se dedican, según pude entender, a airear todo tipo de situaciones escabrosas, con tal de que tengan un elemento moralmente reprochable. El programa que vi yo consistía en realizar pruebas de ADN para comprobar si Fulanito y Menganita eran padre e hija, hermanos de padre o parientes morganáticos. No lo eran, pero en el programa casi les habían hecho creer que sí, así los primeros planos del despago que se llevaron eran más impactantes.

Supongo que, además, en ese programa, se dedican a otras cosas. De vez en cuando, entre insulto, lagrimón y dosis de repugnancia, aparecía la presentadora, la tal Patricia, de manera más bien plebeya y diciendo cosas como:

- ¿Cree que su marido le engaña con prostitutas tailandesas? ¿Es usted homosexual, se ha dado cuenta al quedarse viudo y no sabe cómo decirselo a sus hijos? ¿Trabajó usted de butanero, tiene cinco hijos secretos de diferentes madres y le gustaría reunirlos en Nochebuena? Llame al diario de Patricia y trataremos su caso en el programa.

Cuando conseguí cerrar la boca, le dije a mi madre:

- Mamá, ¿pero qué es esto?
- Bah, una tontería de programa - decía mi madre, que no perdía ripio de la llamada tontería.
- Pero esto jamás me hubierais dejado verlo de pequeño, y lo estás viendo tú. Le hubiéramos puesto dos rombos, por lo menos.
- Bueno, es que luego viene "¿Quiere ser millonario?", que está muy bien.
- ¿Y por eso ponéis la tele una hora antes, por si adelantan el otro programa?
- Calla, calla... que aún no te has comido todos los polvorones.

Efectivamente, algunas cosas no cambian. El sábado a mediodía conseguí acabar el último polvorón navideño.

Creo que seguiremos por Rusia un poco más de tiempo, si Dios lo permite.

1 comentario:

Esther Hhhh dijo...

Alf, me preocupa mucho esto, así que eres el recicla polvorones. Bueno, ya lo explicabas en tu entrada al respecto, pero veo que tu madre aprovecha a conciencia tus visitas... Al menos fuiste antes de fallas o verano, jejeje...

Besitossssssss