miércoles, 19 de septiembre de 2012

Llevas demasiado tiempo por aquí (I)

Hace unos años se pusieron de moda los textos de "sabes que llevas demasiado tiempo en Rusia si...". Vamos a recordar alguno de los más famosos de ellos:

Llevas demasiado tiempo en Rusia si...

tienes que pensártelo dos veces antes de tirar tu vigésimo tarro de cristal (aquí no se tira nada).

llevas una bolsa de plástico a todos los sitios "por si acaso" (uf, eso lo hago yo. Los que no lo entiendan, es que no estuvieron aquí en los primeros noventa).

al responder el teléfono, dices "allyó, allyó, allyó", antes de que tu interlocutor pueda decir nada.

guardas miguitas y restos de comida para los gatitos callejeros.

corres desesperado para cruzar la calle.

en invierno, vas por los sitios donde hay menos posibilidades de que te caiga un cacho de hielo en la cabeza.

te impresiona el nuevo modelo de Lada o Volga.

dejas que suene el teléfono unas cuantas veces antes de cogerlo, porque seguramente se han equivocado.

oyes por la radio que hace más o menos cero grados en la calle y piensas que por fin hace buen tiempo.

te peleas con un taxista pirata caucasiano por treinta rublos, por un trayecto de un par de kilómetros mientras está nevando.

sabes cómo quedó el Spartak y, además, te importa mucho.

estás orgulloso cuando ganas un forcejeo con una babushka por un puesto en la cola.

no sabes si ponerte el cinturón de seguridad por miedo a ofender al taxista y tener que explicarle durante un buen rato por qué te lo pones.

te llevas un alegrón cuando ves que hay papel higiénico en el cuarto de baño del trabajo.

miras a los zapatos de la gente para deducir su estatus (sí, sí, otro día explicaré por qué).

te preocupas bastante porque te olvidaste tu jeringuilla desechable, que siempre llevas encima "por si acaso", en el otro abrigo.

te alegras cuando realmente hay vino en la botella de Kinzmarauli georgiano.

ves que el móvil del guardia de seguridad rapado es más pequeño que el tuyo y estás celoso.

te mola que un pensionista en un "Moskvich" destartalado adelante al Mercedes de un oligarca.

no sabes qué hacer cuando el segurata de una discoteca te saluda amablemente.

piensas que hay gato encerrado cuando el policía de tráfico te dice que has de pagar sólo la multa oficial.

cuando el inspector de hacienda te dice que todo está correcto, te preguntas qué querrá en realidad.

para mujeres: tu novio extranjero te regala diez rosas y te ofendes mortalmente.

no le quitas la pegatina de "Sony" a tu televisor.

tienes envidia de tu colega extranjero porque las llaves de su piso son más pequeñas que las tuyas.

pides que no te pongan hielo en la bebida.

vas a coger setas y bayas por necesidad, no para pasar el rato.

te comienza a gustar el eneldo.

comes salchichas enormes para desayunar.

comienzas a hacerte colega de tu conductor o de tu mujer de la limpieza.

sabes cuál era el color favorito de Pushkin.

te vas a Bucarest y crees que es el paraíso.

comienzas a pensar que el pan complementa bien al vodka.

te importa el país de producción cuando vas de compras, así que vas leyendo las etiquetas de todo.

estás a ocho bajo cero, nieva, y decides irte al parque a pasear y apretarte una Baltika.

no te parece raro pagar cien rublos de multa por cruzar una línea doble al hacer un cambio de sentido totalmente ilegal en una carretera de seis carriles, mientras que un plato recalentado en el microondas en un restaurante patético cuesta mil rublos.

tus tazas de café huelen a vodka.

conoces a más de sesenta olgas.

le das tu tarjeta de visita del trabajo a tus conocidos.

te pones un gorrito de lana en la sauna.

vacías la botella de vino en un restaurante y la dejas en el suelo.

no te parece demasiado homosexual pegar a otros hombres desnudos en una sauna.

te preguntan como estás, y respondes "normal".

consideras que el "jolodets" y el "salo" hasta podrían ser comestibles.

aplastas la bolsita de té contra tu cuchara antes de beberte el té. Sin leche, por supuesto.

llegas al aeropuerto de Barajas, te sientas en un taxi, y le preguntas al taxista, con ganas de discutir, por cuánto te lleva a Arturo Soria.

Hasta aquí Rusia.

En la próxima entrada nos dedicaremos a España, que los españoles también tenemos nuestras cositas, ¿verdad?

7 comentarios:

Alfina dijo...

¿Por qué hacerlo fácil si se puede hacer difícil? :-)

Andriey dijo...

jajaja! "ha hilado muy fino".
"allá donde fueres haz lo que vieres". Espero con gran interés la continuación.
Saludos

Fausto dijo...

Sobre lo de Bucarest, debe ser que no pasé el tiempo suficiente en Rusia... :-D

Sergio dijo...

Yo cuando recibí una sonrisa a primera hora de la mañana en Sheremetevo en el control de pasaportes, en un vuelo que venía de Armenia, me quedé anodado.
Me he reído mucho :)

javier dijo...

Yo, antes de estar en Rusia, mezclaba el vodka con la cocacola de la forma más majadera...

Alfor dijo...

Alfina, es ese estilo, sí.

Andrey, alguno lo he retocado o traducido yo, pero la mayoría no son míos.

, será eso. Nada que no tenga arreglo. Pero a lo de las sesenta olgas puede que llegaras.

Sergio, eso es que iban a por ti. Achtung!

Javier, ¡sarraceno! ¿Cómo se te ocurría? :D

Arkadi dijo...

¿La gente se pega de hostias en las saunas? ¿Así, como cosa normal? o_O