lunes, 27 de febrero de 2012

Con los rojos (II)

Hay bastante gente que piensa, sobre todo entre los rusófilos de Occidente, que Ziugánov y su Partido Comunista son una alternativa real a Putin. Se da por hecho que hay violaciones electorales en Rusia, y es verdad: sólo hay que ver los últimos resultados en Chechenia o en Mordovia para darse cuenta de que efectivamente esas violaciones electorales existen. Y se pregunta uno quién sería el vencedor en unas elecciones libres. Comoquiera que Ziugánov y sus comunistas aparecen siempre en segundo lugar, un occidental poco informado pensará que el pucherazo viene a impedir una victoria de los comunistas.

Está claro que es imposible saber a ciencia cierta el grado de adulteración de las elecciones rusas, más allá de que no son totalmente limpias, y por tanto también es imposible saber quién las ganaría. Sólo podemos elucubrar. Mi elucubración suele conducir al hecho de que Rusia Unida ganaría las elecciones de todas maneras, posiblemente con algunos puntos menos de apoyo, y que la abstención sería mucho mayor y llegaría a un porcentaje directamente vergonzoso. Los comunistas sacarían más o menos el resultado que tienen en votos absolutos (en porcentaje más, claro), igual que Rusia Justa y que los de Zhirinovsky, y quizá la oposición liberal, o demócrata, o como se la quiera llamar, sacaría unos cuantos puntos más, pero ni mucho menos para ganar las elecciones.

¿Por qué no dejar entonces que las elecciones sigan su curso, si total las cosas no iban a cambiar demasiado? Bueno, ya escribí que hay toda una red de intereses verticales en cada uno de los poderes territoriales en asegurar en su demarcación un buen resultado para Rusia Unida. Incluso me creo que Putin no haya intervenido directamente en ordenar falsificaciones. Pero el sistema de nombramientos y ceses está construido de tal manera que los fraudes se van a producir de todas maneras, porque nadie quiere perder su sitio a causa de un resultado electoral flojillo.

¿Cuál es el papel de los comunistas? Es un poco difícil de decir. Ziugánov aparece en los carteles electorales con una facha impoluta sin una sola arruga, en un descarado ejercicio de Photoshop que debe resultar ridículo a sus provectos votantes. En realidad, Ziugánov cumplirá en junio 68 años, aunque la fecha de nacimiento es un dato imposible de encontrar en la página de su candidatura, ni siquiera en su biografía, y el de la foto de los carteles es él, sí, pero podría ser su nieto. Diríase que trata de buscar el voto joven, o no tan anciano, pero la realidad es que el mitin del otro día lo podía haber convocado en un día laborable, porque no creo que hubiera allí nadie que no estuviera jubilado de largo.

Cuando pasé por allí, reconozco que iba con la intención de chotearme, y la intención la mantenía cuando escribí la última entrada. Bien mirado, no es choteo lo que merecen los asistentes al mitin, sino por lo menos respeto, como gente que las ha pasado canutas en su vida, y también algo de pena. Distingamos: el Partido, con su pasado genocida, no merece ningún respeto; sí lo merecen los asistentes a los actos. Como la viejecita menuda y arrugada que me salió al paso mientras trataba de atravesar Ojotny Ryad y me puso en las manos el número especial de Pravda; o el anciano que me había cruzado dos minutos antes, caminando trabajosamente por la acera del hotel Metropol, sin poder andar apenas, pero sin dejar de enarbolar la bandera roja que traía del mitin y que ondeaba al viento. O los distintos abuelitos que me veían a mí y a mis acompañantes hablar en un idioma extranjero y nos miraban como preguntándose qué hacíamos allí, en un acto que estaba siendo una exaltación de todo lo ruso, cuando estaba claro que nosotros no lo éramos.

En estas circunstancias, no es extraño que el programa de gobierno de Ziugánov, ése que no tendrá que molestarse en cumplir, sea un pupurri de apoyo a los pensionistas, inválidos y veteranos, un guiño imperialista (eso en primer lugar, pero con la sempiterna alusión a la amistad de los pueblos, que no falte) y una serie de propuestas poco realizables. Parece imposible en un comunista soviético, pero las palabras "trabajador", "proletario" u "obrero" están totalmente ausentes del programa, al menos del extracto que venía en Pravda. A éste, le dices que en España los sindicatos se manifiestan porque si te despiden te pagan veinte días por año trabajado, con un tope de doce mensualidades, y te pregunta si los sindicatos están flipados o qué.

Y claro, considerar a Ziugánov un peligro para Putin es un exceso. A Ziugánov, con las excepciones que se quiera, le votarán personas a las que todos cederíamos nuestro asiento en el metro y que han pasado la mayoría de su vida en un país llamado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y sí, siguen siendo muchas personas, pero la mayoría ha superado su esperanza de vida y cada vez su número se va reduciendo más y más.

Con lo cual, nos queda la duda ¿A quién van a votar el domingo que viene esos opositores que ayer consiguieron, según parece, rodear los quince kilómetros de perímetro del Anillo de los Jardines, en una especie de anillo humano?

Pues sí, queda la duda, pero ya se verá otro día.

2 comentarios:

Albert el papú dijo...

Jo macho, dijiste que te ibas a cachondear de los comunistas y ya estás poniéndote filosófico!!! Pero si los comunistas y el comunismo son un filón! Son el humor hecho realidad! Queremos cachondeo! Queremos cachondeo! Queremos cachondeo!

Alfor dijo...

Al'bert, ya lo creo que son un filón, leches. Pero es que no me sale. Supongo que será la época del año.