miércoles, 8 de febrero de 2012

Susto en la blogosfera

Mantener una bitácora al día es una tarea que, a veces, puede resultar alienante, y no digamos si lo de "al día" se toma de manera estricta, como le ha pasado al autor de "Rusadas", esa bitácora cuyo enlace aparece ahí, a la derecha, casi siempre en el primer puesto (porque actualiza a diario) y que nos arranca una sonrisa, también a diario, a quienes le seguimos. Bueno, al ritmo que lleva, seguirle de cerca es complicado, pero hacemos lo que podemos.

Hace unos días pareció que nos dejaba huérfanos de sus entradas y que echaba el cierre a la bitácora. Como sabéis, periódicamente escribo algo sobre la salud de la rusosfera en castellano, una salud que, fuerza es reconocerlo, tiende a ser renqueante, y hoy tomé la pluma con la intención de lamentarme por una baja tan importante y de agradecer a su autor los momentos tan buenos que nos ha dado.

Al abrir la bitácora y mirar con pena la barra de la derecha, va y me encuentro, contra todo pronóstico, una entrada nueva en "Rusadas", así que lo que iba a ser una entrada plañidera por el fallecimiento de una bitácora, afortunamente, ha venido a convertirse en unas laudes por su continuidad, que esperemos sea prolongada.

En todo caso, ello me da pie para meditar un poco sobre las vicisitudes de las bitácoras, su nacimiento, crecimiento, decadencia y muerte, y me da un poco de vértigo, porque me doy perfecta cuenta de que, en el ínterim, esta bitácora que leéis se ha convertido en una veterana, algo poco frecuente en los egoblogs (y esta bitácora nunca ha dejado de ser eso, un egoblog). El nacimiento es lo más sencillo, y las primeras entradas parece que salen a borbotones, hasta que llega el momento en que las cosas se estabilizan, y a partir de aquí creo que mucho depende de la personalidad del autor. Los hay impulsivos, que de repente se arrancan con una serie, y luego callan durante semanas; los hay dejados, que sueltan algo con desgana y callan durante meses; los hay regulares, que tienen la actualización de su bitácora poco menos que metida en la agenda y siempre sueltan algo, lo que sea y venga o no a cuento, y los hay finalmente que sólo dicen cosas cuando tienen algo que decir... y eso pasa cada vez menos a menudo.

De todo hay. Lo que está claro es que llega un momento en que esto se termina, y también en la forma de terminar y fenecer la bitácora se aprecia el estilo del autor. Hay quien simplemente deja de escribir y abandona la bitácora llena de telarañas en la red de redes; hay quien pasa mucho tiempo sin escribir, y finalmente anuncia su retirada en una entrada aparte; y también hay quien corta su bitácora de repente, y pasa de actualizar con mucha frecuencia a decir que hasta aquí ha llegado y, las más de las veces, sin revelar las causas de la defunción.

"Rusadas", o Miguel, que asi se hace llamar el autor del blog, había elegido el sistema más radical de borrarlo todo y dejar una entrada de despedida. Ahora que sé que no es cierto que se va, puedo sonreír y creer que le ha pasado más o menos lo mismo que a Gógol, y esto explica por que la foto que preside esta entrada es la de don Nicolás, para mi gusto el más grande de los novelistas rusos.

Y no sólo el más grande, sino el autor de la novela que mejor retrata a Rusia: "Almas muertas". Como Cervantes con el Quijote, también Gógol se puso a escribir la segunda parte de su exitazo. Sin embargo, cuando lo tuvo terminado, o prácticamente terminado, le dio un ataque que bien podemos llamar pajas mentales, y quemó el manuscrito. Gógol perdió la vida a los pocos días, y nosotros perdimos la segunda parte de la obra, salvo algunos fragmentos sueltos que se han conservado por casualidad y que no nos permiten hacernos una idea de lo que hubiera sido aquello.

La idea de quemarlo todo es muy rusa, ya desde Gógol, y bien podía haber sido que "Rusadas", a fuerza de escribir sobre Rusia, se hubiera imbuido de su espíritu autodestructivo y hubiera acabado como la segunda parte de "Almas muertas". Lo que pasa es que los manuscritos de Gógol no son los bits de hoy día y, además, Google hace copia de todo, así que la desaparición de las obras es más complicada.

Dicho esto, me alegro de la continuidad de la bitácora y espero que su segunda desaparición, que llegará fatalmente, esté lejana, muy lejana. Más que la de ésta que leéis.

4 comentarios:

Miguel dijo...

No somos dignos Alfor. Gracias por la entrada, me ha gustado mucho. Mi mujer, tras leer tu entrada de hoy me ha dicho que se nota que eres una persona letrada y que tu si que sabes escribir bien. De mi sin embargo dice que escribo en un tonillo "medievalito", signifique lo que signifique eso...

Un saludo

Anónimo dijo...

Enhorabuena a los dos,
es una forma magnífica de invertir vuestro tiempo. Aunque os quite tiempo de otras cosas, y os requiera de un esfuerzo que otros no seríamos capaces...Gracias
Lluis
Ah, por cierto, a mi lo de borrar todo también me gusta... No guardo fotos del pasado ni cosas así... hahahahahahaha :)

Albert el papú dijo...

Mil perdones por no actualizar mi blog. Me doy por aludido, pero es que ando más liado que la leche (zanyatee chem molokó), ya ves...

Alfor dijo...

Miguel, mis respetos a tu mujer y mi agradecimiento por la opinión que me dispensa. El tonillo medieval no tiene por que ser en desdoro del autor. Ahí está el infante don Juan Manuel, nieto de rey y santo, tan mal vasallo como buen escritor, y todos los niños españoles lo estudian, incluso en estos tiempos de LOGSE. Y más medieval que él no ha habido nadie.

Lluis, eso de borrarlo todo a mí no me gusta. Pero tampoco me gusta que ocupe sitio.

Al'bert, ¡que no iba por ti! Pero, si es un acicate para que eches a andar de nuevo, adelante.