lunes, 16 de mayo de 2011

La sirenita

En anteriores entradas, hemos visto que la circulación en Moscú es un caos vergonzoso, y que contribuyen a empeorarla las prebendas que se gasta el elevado número de jerifaltes ensoberbecidos que pululan por sus avenidas haciendo mangas y capirotes de las normas de tráfico y, ya de paso, de las de urbanidad.

Y ya vimos en «El movimiento de los cubos azules» que los automovilistas rusos de a pie (vamos, no es que vayan a pie, claro que no, aunque la verdad es que normalmente llegarían antes) están hasta la coronilla de tanto cretino con sirena y licencia para infringir, y han protagonizado sucesos de lo más chocante.

A los rusos se les podrá criticar muchas cosas, pero una de ellas no es su sentido del humor, ni su ojo para las oportunidades de negocio. Un avispado fabricante ha iniciado la producción de sirenas (azules, por supuesto) para niños, con forma de timbre de bicicleta y que arman una escandalera de quince pares de narices, como las de verdad y la de la foto. Así consiguen que los capullos del mañana se vayan acostumbrando a apartar a la gente inferior que les sale al paso, a ser posible burlándose de ellos, para así perpeturar la merecida fama del tráfico de Moscú como lugar inhóspito y desagradable donde los haya, colocando el nombre de la ciudad en la primera posición de la clasificación de ciudades de tránsito infernal, y alejando así a cualquier perseguidor.

Lo malo es que la foto corresponde a la bicicleta de Ame.

Y el grito que surgió al oír la sirena dentro de casa me correspondió a mí.

2 comentarios:

Albert el papú dijo...

Alfor, aunque no tiene nada que ver con esta entrada, te quería preguntar algo, tú que eres un hombre noble, sabio e informado, no como yo...

Qué es esa especie de "quedada" de gente peculiar en el metro de Tsvetnoj Bul'var algunas tardes? Gente de todo tipo, edad y pelaje con cartelitos como buscando a alguien tipo "cita a ciegas"? No sé si lo habrás visto...

Alfor dijo...

Al'bert, no vivo lejos de Tsvetnoy Bul'var, pero no tengo ni idea de a qué se puede dedicar esta gente, y de hecho ni siquiera sabía que estaban por allí. Si me entero, ya lo haré saber.