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Preguntaba
José hace un par de entradas si podía aconsejar algo para estudiar ruso en España. Mis comienzos con el ruso ya los describí en unas cuantas entradas hace algún tiempo (
ésta,
ésta,
ésta y
ésta), pero bueno, voy a ver qué se me ocurre para orientar a quien esté pensando en iniciarse en el idioma de Pushkin. Ah, si algún lector puede añadir algo, sobre todo algún manual para autoaprendizaje, estoy seguro que se lo agradecerá infinitamente.
Lo primero que hace falta para aprender ruso es una buena motivación. No una motivación cualquiera, del montón, sino una motivación buena de verdad, porque el ruso no es un idioma sencillo y desespera al más pintado. Si no tienes una motivación muy potente, hay que ser muy tozudo para hincar el codo sin resultados durante tanto tiempo como va a costar llegar a un nivel regularcillo.
Como hemos visto muchas veces, una motivación muy potente suele ser una chica rusa (a efectos expositivos, excluyo, por relativamente insólito, el caso contrario de que a una española le haga tilín un ruso). Por desgracia, en este caso muchas veces la motivación no es suficiente. La experiencia demuestra sobradamente que la rusa, que no es tonta, aprende español muchísimo más rápido y que, a partir de ahí, el interés del español por el ruso (que no por la rusa) decrece, con lo que el español se limita a balbucir algunas frases con una pronunciación penosa.
Si uno está en España y tiene el castellano como lengua materna, la dificultad aumenta. El español es un idioma rico en vocabulario y gramaticalmente muy elegante, pero tiene una prosodia demasiado básica. Apenas tiene cinco vocales, ni una más; sonidos consonánticos bastante justos y una entonación muy monótona, lejos del énfasis entonativo del ruso (y del español americano, por otra parte), su profusión de sonidos vocálicos y la variación consonántica entre sonidos duros y blandos. Demasiado para el nativo de castellano, salvo durísimo entrenamiento.
Para acabarlo de estropear, los métodos de aprendizaje de ruso en español son para llorar. Vocabulario inútil, ausencia de muchísimas palabras de uso habitual y enfoque puramente teórico alejado de la práctica. A veces parecen escritos por enemigos del pueblo, para asustar a los extranjeros.
Si la motivación es la cultura y la literatura rusa, las pegas continúan. Leer a los grandes clásicos es tarea dura, incluso para los que ya tenemos nivel. Pushkin es difícil, Tolstoy y Dostoyevsky se las traen, Gogol es un hueso durísimo de roer y para leer a Turgueniev hay que sudar tinta. Sin embargo, puede dar buen resultado hacerse con alguna edición en español y comparar con las versiones originales, tanto más cuanto que las traducciones suelen ser buenas. El clásico comparativamente más sencillo es Chéjov, que además tiene la gran ventaja de disponer de un gran número de relatos cortos y bastante entretenidos. En todo caso, a la hora de afrontar las conversaciones del día a día, conocer bien a los clásicos es una ayuda muy relativa, porque casi nadie habla así.
Sin embargo, al menos la situación es considerablemente mejor que cuando yo tuve que estudiar ruso: está internet, y en internet hay un montón de recursos de lo más variado.
Para la gramática y el vocabulario básico, hay que currar. Sigue siendo necesario, en mi opinión, hacerse con una gramática, resolver muchísimos ejercicios e hincar el codo estudiando palabras. Se siente.
A partir de ahí, no sabría yo muy bien qué recomendar. Me atrevo a proponer algunos sitios para conseguir material.
Películas. Hay un montón de películas soviéticas en
Arjlover. Recomiendo especialmente las infantiles y los dibujos animados, en primer lugar porque son muy buenos, y luego porque el vocabulario empleado es algo más sencillo. El problema fundamental puede ser que hay expresiones que han surgido más recientemente y que, por lo tanto, quedan fuera, pero es un problema menor. Si se pueden conseguir con subtítulos, lo mejor es que los subtítulos sean, también, en ruso.
Periódicos. En mis tiempos, conseguir prensa soviética antes de que pasaran dos meses desde su publicación era tarea imposible. Sin embargo, internet lo ha puesto todo eso patas arriba, y ahora puedes leer la prensa rusa incluso antes que los propios rusos. El problema es que el lenguaje periodístico ruso es endemoniado, mucho más que el español, y que las frases se retuercen con locuciones impensables, oraciones impersonales y otras figuras estilísticas que dan muy buena impresión al lector avezado (los periodistas rusos escriben muy bien, por regla general), pero que convierten los artículos es un quebradero de cabeza espantoso para el lector novel. Así y todo, hay que hacerlo, y aquí a la derecha tenéis el enlace al periódico principal de internet,
Gazeta. En mi primer año en Rusia hice muchísimos progresos forzándome a leer en profundidad un artículo de prensa todos los días. Vamos, que además de los siempre recomendados
diccionarios de cabellos rubios (que efectivamente mejoran el dominio de la leng... estoo... del idioma), hay métodos más sistemáticos para avanzar.
Finalmente, hay que tirarse a la piscina y usar el idioma activamente. Mi último profesor de inglés en la EOI, ante su clase de treinta alumnos, dijo el primer día que éramos muchos, y pronto se dio cuenta de que había gente con un nivel flojito, aunque era el último curso. Sin embargo, insistió en que todo el mundo hablara con un elocuente:
"If you're shy, forget it." Y tenía más razón que un santo. Los idiomas se aprenden a base de bofetones, de errores, de caer y volverse a levantar, y el ruso con mucho mayor motivo.
En mis viejos tiempos de estudiante de la lengua del enemigo, creo que sólo en tercer curso vimos a un grupito de rusos, soviéticos, que aparecieron por Valencia no sé en virtud de qué intercambio. Como no hablábamos un higo, acabamos comunicándonos por señas, pero tampoco mucho, porque la verdad es que no teníamos mucho que contarnos. Ellos, con sus ropas pasadísimas de moda, flipaban en colores con lo que veían por España sin entender de la misa la media, y nosotros, ahora lo sé, ni remotamente nos podíamos imaginar lo que se cocía por Rusia. Pues ése fue todo mi contacto con rusos nativos, profesores aparte, durante mi aprendizaje en España.
Pero ahora nos hemos globalizado, joroba. Hay un huevo de foros, periódicos que admiten comentarios, posibilidades de entrar por aquí y por allá. Cualquier alumno español puede entrar en la
Rossiyskaya Gazeta y decir que Putin es cojonudo y que los incendios forestales en los alrededores de Moscú son una conspiración norteamericana. Lo importante, para el alumno, no es el contenido, en este caso bastante estúpido, sino entablar conversación. Debe procurar escribirlo lo más correctamente posible (algo así como
Путин - спасатель родины! А пожары, в них виноваты американские провокаторы), y luego ver qué te responden. Ahí sí que vas a aprender vocabulario básico, y todo tipo de adjetivos calificativos (y descalificativos). Pero tú tranquilo, que internet lo aguanta todo.
Para pronunciar correctamente, que es donde más nos aprieta el zapato a los españoles, un profesor nativo es imprescindible, me temo. Pero no cualquier nativo, sino un profesional. Me da la impresión de que en España hay bastante aficionado dando clase de ruso, con el único argumento de que es su idioma nativo, lo cual está muy bien, pero no es suficiente para enseñar.
Una curiosidad del ruso, que no he notado con otros idiomas, y me ha tocado estudiar unos cuantos, es que los progresos llegan de sopetón. Puedes pasarte meses desgastando tus coderas sin notar el menor progreso y, de repente, te levantas un día y, ¡hop!, puedes hablar, como si los progresos se hubieran estado acumulando sin hacerse notar y de golpe emergieran a la superficie todos a la vez. Lo malo es que el proceso inverso también puede ocurrir. En todo caso, la perseverancia es indispensable, así como la certeza de que, si otros han conseguido aprenderlo, uno no tiene por qué ser más tonto que los demás.
Y esto es lo que puedo aconsejar. Como resumen, que ahora es mucho más fácil aprender ruso desde España de lo que lo era hace dos décadas; que sigue siendo tremendamente difícil; que una buena motivación es fundamental, porque la cosa exige muchos sacrificios; y que, finalmente, y esto es la regla de oro para el ruso y para cualquier idioma,
if you're shy, forget it.