lunes, 21 de septiembre de 2009

Manuales

Cuando salí de la librería con mi primer libro de ruso, una doble sensación me invadía.

En primer lugar, mi bolsillo sintió una sensación de alivio. El libro costó mil quinientas pesetas y me iba a durar tres años. Hace ya mucho tiempo de aquello, pero el precio era razonable y eso de no tener que rascarse el bolsillo en dos años molaba, que los estudiantes somos pobres.

En segundo lugar, yo no diría que el tocho aquél me estuviera entrando mucho por los ojos. Leches. En alemán, el libro se llamaba algo así como "Themen" o "Dichtung und Deutung" (bueno, éste ya era avanzado), con cubiertas multicolores y fotos de Goethe, Schiller o Lessing. En inglés, el libro podía ser "English for today", con dibujitos de niños estudiando y muchos colores. En francés, teníamos cositas como "Le français au présent", título con juego de palabras incluido y portada con una bonita foto de la torre Eiffel. En holandés, era algo así como "Levend nederlands" y fotos de queso y molinos de viento. En portugués, incluso, la portada tenía preciosas barquitas de pescadores y un montón de peña en la playa, y el libro se llamaba "Vamos là!" Pero, ¿cómo no vas a estudiar portugués con un título como ése?

El libro de ruso era gordo, encuadernado en rústica y completamente azul. Y se titulaba "Manual de lengua rusa". Así, sin engañar a nadie.

A medida que fuimos desgranándolo, resultó que el libraco aquél era el libro de texto de los estudiantes hispanoamericanos (con un alto porcentaje de cubanos) que acudían a estudiar a, entre otros sitios, la Universidad de la Amistad de los Pueblos, en Moscú. La mayoría de ellos iban para médicos o ingenieros. Bueno, en realidad se trata de "ingenieros", y las comillas están puestas con toda la intención. El caso es que a estos estudiantes los tenían un año a piñón fijo con el ruso (la "prepa", como se llama aún hoy) y, a partir del siguiente curso, les metían en clase con el resto del mundo. En esa universidad, lo de "resto del mundo" es estrictamente exacto.

Claro, si estás en Rusia rodeado de ruso por todas partes y tienes un fuerte estímulo en aprender, porque, de lo contrario, estás perdido, casi cualquier libro te sirve y no hace falta que te enseñen el vocabulario más frecuente, porque ése ya lo absorbes entre callejeo, salsa, merengue, mojito y magreo. Pero ése no era el caso del grupo de frikis que éramos, que ni sospechábamos lo que se podía estar cociendo al otro lado del telón de acero. Y algunos pensábamos en defendernos con el idioma y vale, no en estudiar, y mucho menos para científicos atómicos.

Los contenidos de los temas eran como para preocuparse. Al cabo de unos meses, habíamos visto a un heroico cirujano destinado en una estación polar hacerse una operación de apendicitis a sí mismo (sin anestesia, claro); una chica del Komsomol se había ido voluntaria a Chitá, en plena Siberia, a conducir un tractor y trabajar en el campo cultivando maíz; un estudiante mongol de nombre impronunciable le había enviado una carta a ésta última, sin conocerla ni nada, alabando su valentía y arrojo comunistas... sabíamos decir en ruso palabras como "apendicitis", "bisturí", "ambulatorio", "tractor", "komsomol", "cosmos", "ciencia" u "otorrinolaringólogo"... pero no sabíamos decir "tomate" o "zanahoria", que la verdad es que no hubieran venido mal.

Y, claro, así no es de extrañar que en mi primer día en Moscú, con cuarto de ruso terminado, entrara en el metro con un español que llevaba un tiempo viviendo allí y que apenas había dado clase, y que sonaran las palabras de siempre:

"Осторожно! Двери закрываются! Следующая станция: Полежаевская." (¡Cuidado! ¡Las puertas se están cerrando! Siguiente estación: Polezhaevskaya)

Y yo le pregunté:

- Oye, ¿qué quiere decir "осторожно" (¡cuidado!)?

Él se me quedó mirando con cara de alucinao y dijo:

- Alfor, ¿de verdad has terminado cuarto?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

dicen que la lengua forma el caracter de quien la posee como materna

Anónimo dijo...

oye pero tu en verda donde vives? en la union sovietica o en rusia?

Francisco dijo...

Me he sentido muy identificado con lo que dice.

Efectivamente, el ruso es un idioma muy difícil, pero... los malos manuales contribuyen a hacerlo más difícil aún.

Soy profesor de idiomas. Enseño inglés y español y aprendo ruso.

Los libros que se utilizan incluso ahora son bastante malos, sobre todo los que se traen de Rusia. Son aburridos, áridos y utilizan una pedagogía obsoleta.

Las lecciones son bloques aislados, sin relación con lo anteriormente dado. Si los números se ven en la lección 6, no se verá un número más en lecciones posteriores. El resto, igual.

Una alumna rusa ha tenido ocasión de comprobarlo: los métodos españoles modernos han incorporado el enfoque comunicativo, las destrezas mixtas, ejercicios amenos y variados, etc. Cuando le enseñé mis dos métodos actuales de ruso y le pedí que lo comparara pudo ver rápidamente (sin ser profesora de idiomas) la diferencia entre unos y otros.

En el método español se aprende el lenguaje útil, que se va a usar a diario. Esta alumna se quedaba pasmada al ver en los manuales rusos la falta de vocabulario elemental que debería conocer un alumno.

Si uno echa mano de la lista de palabras más usada en ruso (disponible en internet o en el "Learner's dictionary" de Routledge), se queda uno pasmado de que tras dos años de ruso, hay palabras básicas que no se han visto nunca.

En resumen, que el ruso es un idioma difícil per se, pero una de las razones añadidas son los malísimos manuales utilizados.

Alfor dijo...

Anónimo, en Rusia. La máquina del tiempo se la quedó otro.

Francisco, yo no sé nada de pedagogía, más que en mi calidad de discente, pero es evidente que la calidad de los manuales de ruso para extranjeros es muy mejorable. La única forma razonable de conocerlo decentemente es aprovechar las posibilidades de comunicación actuales, que no existían en 1985, para conseguir material del mundo real y aprender. Otro día escribiré sobre cómo intentábamos suplir esta falta en nuestro grupo.

Esther Hhhh dijo...

Maaaaaaadre del Amor Hermoso, Alfi, ¿Pero al menos ya te habían enseñado a pedir tomates, pan y patatas en el super? Porque no creo que con el otro vocabulario pudieras comer muy bien, la verdad...

Besitossssss