En los telediarios españoles, y en los de todo el mundo, agosto es un mes propicio a las noticias desde Rusia. Por una parte, en España todo el mundo está de vacaciones y no genera noticias; por otra, Rusia es un país que tiende a generar noticias desastrosas y morbosas en agosto. Podemos recordar la guerra de 2008 contra Georgia (estuvimos viendo algo, en su día), o la crisis brutal del 17 de agosto de 1997, o el golpe de estado de agosto de 1991 que mató a la URSS. Repasemos, repasemos...
Este año, fiel a su cita con las calamidades, la noticia rusa de agosto es que Moscú se ha convertido en un infierno, en sentido literal.
Yo, por una vez, estoy viendo los toros desde la barrera. El viernes por la tarde me fui con viento fresco (bueno, no era fresco...) en un viaje que tenía planeado desde cuatro meses antes, así que nadie me podrá acusar de desertor. Ahora estoy en el feroz country hispánico, en lo que debería ser paz y tranquilidad de mi pueblo. Debería ser, pero no es, porque las autoridades municipales, habida cuenta de que son sus últimas fiestas patronales antes de las próximas elecciones, han echado la casa por la ventana y han instalado un discomóvil frente a mi ventana. Al concejal de fiestas, en lugar de con las calderas de Pedro Botero, más vale que llegado el momento lo torturen con un discomóvil aullando sin cesar junto a sus oídos hasta que purgue sus culpas, que, como es sociata, seguro que alguna le encuentran.
Vamos, que sólo puedo hablar de lo que vi en Moscú el viernes, y los telediarios españoles, por una vez, no exageran ni tantico. El jueves por la noche tuve invitados en casa, Carbuncho y Gannivet Lecter, y cuando se despidieron y abrí la puerta para dejarlos salir ya vi que la cosa olía muy mal.
El viernes, cuando me levanté, no es que oliera mal: es que no se veía tres en un burro. Todo era de color gris claro, apestaba a humo y la cosa pintaba fatal. Cuando me dirigía al trabajo, la gente iba por la calle con mascarilla o tapándose la boca con pañuelos, además n medio de un calor asfixiante, como nunca se había visto antes. El humo había descendido hasta el metro, estaba comprometiendo la operatividad de los aeropuertos y sembraba el pánico por toda la ciudad, ya de por sí propensa a las catástrofes. Por los altavoces del metro (esta vez no fui en bicicleta al trabajo, porque llevaba una maleta bastante gorda) se repetían los mensajes de las autoridades: beban con frecuencia (supongo que agua, por una vez), recuerden que sólo deben hacer fuego en los lugares indicados (a buenas horas vienen con ésas), tapense la boca, no salgan de casa si no es necesario, dúchense con frecuencia (éste es un buen consejo, también, cuando no hay humo; a ver si lo repiten entonces, que hace mucha falta).
La situación era como de esas películas apocalípticas americanas en las que el mundo se ve enfrentado a un peligro inmediato y la gente va de un sitio a otro desconcertada. Por un momento, pensé que de un momento a otro aparecerían Chuck Norris o Bruce Willis, pero debían estar ocupados en otra cosa.
En fin, gracias a Dios, mi vuelo no fue aplazado y me vi lejos de ese panorama. Según dicen los conocidos que siguen por allí, el fin de semana ha sido tan malo como el viernes, aunque quizá durante esta semana las cosas vayan mejorando. Menos mal que Abi, Ame y Ro no han de aparecer por allí hasta dentro de dos semanas; la que lo puede pasar chungo es Alfina, que desde el miércoles estará en Moscú, en el epicentro del desastre.
Entretanto, no está de más una plegaria por los doce millones de personas que corren un peligro inminente de que su salud se vea muy comprometida por la situación extrema y el aire venenoso que infesta Moscú.
Y, porfa, una plegaria, aunque sea pequeñita, por las tres mil personas que no podemos pegar ojo gracias a los desmanes de la concejalía de festejos de Benicountrí.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 2 semanas
2 comentarios:
¿Humo de incendios subterráneos o de qué?
Bueno, una plegaria porque a Alfina no le pasa nada en Moscú y otra por ti que te dejen descansar.
Hombre, lo que puedes hacer (que no digo que esté bien, pero a mí me funcionó algo parecido en la oficina) es hablar con unos cuantos vecinos y decir que cuando enchufan la disco móvil se os va la luz. Así con el lío quizás se calme la cosa, sino, revisión gratis a la instalación eléctrica de tu finca o apartamento.
PD: ¿Nadie se ha fijado en que todas las empresas "punteras" del petroleo, cuentan con más de dos bizcos en sus plantillas?
Behemoth, lo de la supuesta avería es una buena idea. Se intentará. Lo que pasa es que el equipo municipal es partidario de todo tipo de actividades ruidosas. La discomóvil es una, pero anda que el club de motorismo con sus carreras nocturnas...
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