viernes, 6 de febrero de 2009

Entrando en Rusia

Eso que está escaneado ahí al lado es la tarjeta de inmigración que todo guiri debe rellenar cuando entra en Rusia. Si la línea aérea en que viaja el guiri es obsequiosa, lo normal es que la repartan a los pasajeros en vuelo para que éstos lo puedan rellenar y presentarse al control de pasaportes con el papelito rellenado. Si la línea aérea es Iberia, puede repartir la hoja, o no, o hacerlo en el momento más inoportuno, digamos a las cuatro de la mañana en un vuelo nocturno.

Sea como fuere, al subir a un vuelo con destino a Rusia hay que proveerse de un bolígrafo, porque, si no, habrá que contar con la benevolencia de los pasajeros que hayan sido más previsores. En la benevolencia de los azaf... estooo... auxiliares de vuelo es mejor no confiar, porque los que hacen el recorrido Madrid - Moscú, tanto en Iberia como en Aeroflot, suelen ser gente curtida que se dejó la piedad en tierra (bueno, eso en turista, en primera son amables).

En esos vuelos hay pocos españoles, pero los hay, y algunos, turistas incautos o padres adoptantes, cogen el papelito, le dan vueltas y revueltas sin saber muy bien qué hacer y luego empiezan a refunfuñar. Como ya está bien de ignorancia, vamos a dar unas indicaciones sobre el modo de proceder.

Y es que el papelito está en ruso y en inglés, y pare usted de contar. El españolito de Salvacañete comienza a leer, y encuentra unas letricas incomprensibles y, al lado, unas letricas que sabe cuáles son, pero que las junta y no tienen sentido.

- ¡Roberta!
- ¡Dime!
- ¿Qué pongo en "Serial"?
- ¿Dónde?
- En "serial". Al lado hay un numerico, pero tengo espacio libre para poner más cosas.
- No sé. Pon "Falcon Crest".
- Vale.

Mal comienzo, mal comienzo... A veces, uno no puede reprimirse y decide ayudar al compatriota, antes de que se monte una gorda en el control de pasaportes y Salvacañete termine por romper relaciones con Rusia.

- Oiga...
- ¿Qué? ¿Es usted español? - pregunta sorprendido.
- Hombre, pues sí, y como le he visto un poco perdido con el papel, me preguntaba si podría echarle una mano.
- Agradecido, agradecido... ¡Roberta! ¡Este señor nos ayuda! - grita el señor de Salvacañete, con un vozarrón que seguro que despertó a todos los habitantes de Ginebra, unos cuantos kilómetros más abajo.

Tragué saliva, y comencé la actividad didáctica.

Pero eso lo dejo para la próxima.

3 comentarios:

Ricardo Marquina dijo...

Hola! me llamo Ricardo, vives en Moscu? yo vivo en Piter, me gusta tu blog, es genial

Alfor dijo...

Ricardo, bienvenido y gracias por el piropo. Efectivamente, vivo en Moscú ¿Llevas mucho tiempo por Píter?

Esther Hhhh dijo...

Toma ya... Maaaaadre del Amor Hermoso, que paciencia hay que tener cuando uno quiere ser amable con el prójimo, jeje... A la espera quedo de ese interesante relato.

Yo recuerdo la primera vez que entré en Marruecos y rellené la tarjetita en cuestión... Un día de estos te cuento la anécdota. Sólo te diré que antes de bajar del avión ya estábamos riéndonos y creo que no paramos hasta volvernos a España...

Besitos