La primera señal la tuve hace unos días. Estaba organizando un viaje de negocios con una agencia de relaciones públicas (de hecho, ahora me encuentro a punto de salir a ese viaje), viaje que debía empezar esta tarde. Saldríamos en avión hacia nuestro destino, para comenzar a trabajar el jueves por la mañana y continuar el viernes; por la noche, volveríamos a Moscú. Mis compañeros serían un joven profesional ruso de gafas redondas, al que llamaremos Jasp, porque lo es, y una junior manager que todavía no sé cómo escribe en ruso, porque se empeña en responder en inglés a mis mensajes, que sí están escritos en ruso. A ésta la llamaremos Yuppie. Vamos, un par de pitagorines con un inglés que para sí quisieran muchos y que manejan con soltura vocablos como "sinergia", "marketing", "impacto", "concepto", "paradigma" y que parece que hasta para pedirles a sus parejas que se casaran con ellos utilizaron una presentación de Powerpoint.
Cuando les comuniqué las fechas del viaje, Jasp pareció algo preocupado.
- Alfor.
- ¿Sí?
- Verá usted... ¿sería posible que yo volara el jueves por la mañana, en el vuelo matinal?
- Pero entonces no podrá asistir a la primera reunión.
- Quizá Yuppie pueda llevar la reunión.
- Si usted lo cree... déjeme que vea.
Vi, y vi que difícilmente iba a poder ir a la segunda reunión tampoco. Y la segunda era muy importante, así que le llamé.
- Jasp.
- ¿Sí, Alfor?
- Creo que no podrá ser ¿Realmente no puede viajar el miércoles por la noche? A la segunda reunión tampoco va a llegar, como no tenga mucha suerte con el tráfico y encuentre a un taxista lo suficientemente loco conduciendo.
- Ah...
Luego le envié por correo electrónico el programa de trabajo. Respondió enseguida:
"Veo que la segunda reunión es a las doce ¿No podría entonces volar el mismo jueves por la mañana?"
Leches, qué tío más pesado. Y luego dirán que el cliente siempre tiene razón.
Mi ayudante me dijo entonces que había llamado en mi ausencia insistiendo en ir el jueves por la mañana en lugar del miércoles por la tarde.
- Debe tener algún trabajo que le urge muchísimo -me dijo.
- Venga, que haga lo que le dé la gana. Más le vale no llegar tarde.
Volvía yo a casa por la tarde, pensando lo ocupado que tenía que estar Jasp para tener que estar trabajando el miércoles hasta tarde. Pensé que estaría ocupado con otras cuentas que llevar y que le tendrían estresado en el trabajo. Y entonces pasé por delante del cartel de la foto.
"Mierda, creo que ya sé lo que tiene que hacer el tío éste el miércoles por la tarde. Mucha sinergia, inglés, powerpoints y gafitas, y luego..."
(Otro día escribiré sobre eso del cartel. Hoy, por suerte para mí, que no tendré que ver Moscú todavía más colapsado que de costumbre, me piro ahora mismo un par de días.)
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