lunes, 9 de octubre de 2006

El mercadillo salvaje

El mercado de la Gorbushka es el no va más de las nuevas tecnologías en Moscú. Hay de todo, y a unos precios lógicamente todo lo bajos posible, habida cuenta de que se trata de centenares de puestos, compitiendo fieramente entre ellos, que básicamente ofrecen lo mismo: ordenadores, teléfonos móviles, todo tipo de material informático, películas (alguna de ellas legal, pero sólo alguna), música (en las mismas condiciones que las películas)... hay de todo.

La cosa comenzó en los primeros años noventa del pasado siglo, cuando espontáneamente comenzaron a montarse puestos de venta de discos los fines de semana en mitad del parque de Fili. Poco a poco, la gente se fue dando cuenta de que allí se podían comprar cosas que no estaban al alcance de casi nadie en una época de suma escasez... cada vez había más puestos, cada vez había más oferta (rarísima vez legal, aunque algún caso excepcional había), y cada vez había más visitantes. Todos los rockeros moscovitas acudían allí a comprar discos a precios de escándalo y, si lo deseaban, también podían llevarse las botazas más garrulas y la chupa con más remaches de la ciudad. En mis primeras apariciones por esta ciudad, en el lejano 1994, pasé fines de semana enteros registrando los puestecillos en busca de todo tipo de música. Y, si en verano era impresionante, en invierno era tremendo: multitudes enteras deambulaban sobre la nieve y el barro a varios grados bajo cero, mientras algún avispado de pinta taciturna llegaba incluso a prender una hoguera en mitad del bosque para calentarse... a la hora de paseo, los pies comenzaban a doler de frío y a pedir tregua. Cuatro invitados míos, los mismos que se cubrieron de gloria en San Petersburgo, salieron un día de allí con seiscientos discos, hasta el punto de que tuvieron que comprar una bolsa de deportes (también allí mismo) para llevarlos.

El desmadre de los años noventa llegó, fatalmente, a su fin. El ayuntamiento, presionado por los "lobbies" antipirateo (como quien dice, los ramoncines y teddies bautistas de Moscú), comenzó a meter presión sobre el mercadillo. Las reacciones fueron gloriosas: desde manifestaciones pro-Gorbushka hasta conciertos de rock en mitad del parque, saltándose a la torera todas las ordenanzas municipales. Más de un miliciano, en lugar de cerrar los chiringuitos, se dedicaba a comprar algún disco, antes de que fuera demasiado tarde.

Finalmente, tras algún tiroteo y algún ajustillo de cuentas, se llegó al acuerdo de instalar el mercado en unos edificios de una fábrica de televisores vecina. La fábrica, como casi toda la industria rusa de los noventa, no se comía un rosco, y el negocio de venta de discos era sensiblemente más rentable. Y allí está hoy, con la ventaja de que abre a diario, de que hay más puestos que antes y que uno puede ir en pleno invierno sin congelarse y en la temporada de lluvias sin calarse. Y hay bastante más surtido que antes.

Hoy he estado allí, después de algún tiempo. Todavía no sé decir qué sensaciones me da. Desde luego, es comodísimo para el cliente, pero aún me queda un regustillo de nostalgia al recordar los tiempos salvajes en que chapoteábamos en el barro buscando discos y regateando precios con los dueños de los chiringuitos, mientras las pintas más estrafalarias nos rodeaban y un grupo callejero tocaba en un claro del bosque, en un escenario improvisado. Era otra cosa.

3 comentarios:

BAR dijo...

A que la piratería. No sé si en el resto del mundo, pero al menos en México, es un delito.

A mi me parece que aunque si es mucho más barato, no se compara nunca con la calidad de un cd original. Por eso ahora prefiero ahorrar un rato y poderme comprar el original.Aunque siempre es divetido ir a esos lugares, pues nunca sabes loq eu te encontrarás.

En cuanto a lo del delito...francamente no sé que pensar, hay música muy cara, y si bien es cirto que se daña al artista ya sus casas productoras, también es cierto que el dinero que te ahorras en el original lo ocupas en el concierto del artista. Supongo que así se equilibran las cosas...

Aun así me declaro neutral ante esto...

Besos

Alfor dijo...

BAR, complicada cuestión. En Rusia también es delito piratear, pero, sobre la concepción de delito en Rusia, tengo una entrada en la recámara para dentro de unos días.

Yo, obras son amores, la verdad es que compro en la Gorbushka, y apenas en ningún otro sitio. Mea culpa.

Esther Hhhh dijo...

La piratería es ilegal en todas partes... Pero es un tema complejo. En países como rusia, españa o méxico (BAR esto confirmamelo tú que yo desconozco mucho) los sueldos son bajos para el nivel de vida que hay, lo que hace difícil llegar a final de mes. Si a eso hay que añadir que te quieras comprar la música o las películas que quieres disfrutar, pues se hace más difícil. Por otro lado, tanto los conciertos como los cines, tienen preciios en sus entradas muy altos, a mi juicio... Con lo que considero, al igual que BAR, que cuando vas al cine, ya pagas con creces la peli de marras, y lo mismo con los conciertos, así que bueno, si luego decides tener una copia pirata en vez de la original...
Personalmente, yo hoy por hoy me limito a comprarme en original lo que considero "joyas" o deseo tener.
Besitos