miércoles, 4 de noviembre de 2009

La milicia contra Miles (II): La investigación

Viene de la entrada anterior

- ¿Y éstos son los dos coches?
- Sí, éstos dos.
- ¿Y por qué ha movido el coche?
- Bueno, lo he retrasado un poco. Para no obstruir.
- ¡No hay que quitar los coches del lugar del accidente! Podría usted hacer cualquier cosa. No sé... podría haber metido un cadáver en el maletero.

La rozadura de nada se estaba complicando muchísimo.

- A ver, ¿cuándo pasó esto?
- Hace un rato.

Sí, era mentira. Había sido la víspera. La vecina me había pedido que lo dijera así para que no hubiera lío. Si hubiera sido la vispera me podían haber arrestado por huir del lugar del crimen y, en lugar de atestado, hubiera habido un juicio que podría acabar con mi deportación del país. Y, sin atestado, el seguro passsa de pagar reparaciones de rozaduras.

- Veamos. Señora, ¿dónde ha sido el golpe?
- Aquí - y Tatiana Aleksandrovna señaló la rozadura, ya bastante limpia con toda la lluvia que había caído.
- ¿Y usted se ha hecho algo? - me preguntó uno de ellos.
- Una rascadilla en el parachoques trasero. Prácticamente nada.
- Eso lo diremos nosotros.

Uno de ellos, un poco más mayor y que no hubiera desentonado en un congreso de luchadores de sumo, le alargó la linterna al otro, más joven y menos entrado en carnes. Debía llevar poco en el cuerpo. El joven pasó por detrás de mi coche y escudriñó el parachoques trasero, donde efectivamente había algún rasguño. Por fortuna, incluso había quedado algo de la pintura del otro coche en mi parachoques. Yo ya pensaba que iban a confiscar mi coche para llevarlo a analizar a la unidad antiterrorista, pero el joven tenía, no sé si por suerte o no, otras ideas.

- Esto no ha sido hoy - masculló al otro.
- ¿No? - dijo el gordo.
- No.

Los dos civiles estábamos punto en boca.

- A ver, enséñeme sus papeles - me dijo el joven.

Comencé a sacar papeles: la tarjeta de identificación del coche, el seguro en vigor, mi tarjeta de identificación, el poder de Alfina para que pudiera conducir el coche y mi carné de conducir, que es el español. No me preguntéis por qué, pero aquí aceptan el carné de conducir español. Nunca estuve seguro del todo, pero, después de que el policía joven estuviera buscando cualquier fallo en los papeles, y no lo encontrara, puedo decir con seguridad que sí, que el carné de conducir español es válido, al menos, en Moscú.

- Vaya, vaya... así que español, ¿eh?
- Sí, español.
- Verá usted, aquí pasa lo siguiente. Podemos arreglar esto de manera que usted quede aparte. Una pequeña recompensa, y nosotros decimos que el accidente lo hizo un coche desconocido. A Tatiana Aleksandrovna le da igual, ella tiene seguro a todo riesgo. En cinco minutos terminamos y usted puede estar dentro de diez minutos tomando té en su casa. Si no, tendremos que ir al cuartel... y podemos tardar. Dos horas, seguro, entre que hacemos el acta... la firmamos... ¿Qué me dice?

Primera tentación.

- Vamos a hacer lo que diga Tatiana Aleksandrovna. Yo soy culpable, reconozco que soy culpable, no me he escapado, y para pagar los daños tengo un seguro. Ahora, que ella decida.

Primera tentación superada.

El policía gordo tomó la palabra.

- ¿Para qué montar un jaleo? ¡Si están de acuerdo! Decimos que fue un coche desconocido, lo arreglamos así, y a casa.
- Tengo que llamar para consultar qué hacer - dijo Tatiana Aleksandrovna.

Tatiana Aleksandrovna se apartó mientras hablaba con alguien.

- Vaya, vaya, viven ustedes bien.
- Sí, no vivimos mal.
- ¿Y cuánto cuesta un alquiler aquí, si no es secreto?
- Tantosmil euros al año.
- Vaya, vaya... nada menos que tantosmil euros ¿Y Tatiana Aleksandrovna?
- Que yo sepa, es la dueña.

En esto, volvió Tatiana Aleksandrovna.

- Me han dicho que lo hagamos todo como es debido.
- Bueeeeno... pues vamos al cuartel. Lo tenemos ahí cerca ¿Vamos en su coche?
- Vamos.

Los cuatro implicados montamos en el coche de Tatiana Aleksandrovna.

4 comentarios:

Behemoth dijo...

¡¿Tu deportación?! Que miedo tío, te dejo todos mis ánimos y suerte, aunque no es que crea mucho en ella.
Espero que todo haya acabado bien, por cierto, en caso de haber caído en la tentación, ¿cuánto hubieses tenido que pagar?

Carlos OC dijo...

Es para tirarse de los pelos. Como para tener algo importante que hacer esa tarde.
Impaciente por ver como continua.

:S

Aurelio Llorente dijo...

Supongo que estoy diciendo una tontería... pero... ¿Nadie en Rusia se ha parado a plantearse que esa corrupción se tiene que acabar? ¿Cuanto cobra un policía ruso? Me parece que lo que mas lastra el crecimiento de Rusia son todas esas corruptelas.
Mi empresa compra de vez en cuando unos equipos informáticos en Rusia y es completamente insoportable tal cantidad de "burrocracia" y tantos impedimentos para todo... Y eso que encima les estás metiendo divisas.
Una vez fueron unos compañeros a recibir un curso en Rostov y si no es por la chica de la empresa que iban a visitar, todavía estaban allí discutiendo con el de la aduana.

Alfor dijo...

Behemoth, las tarifas de las mordidas son proporcionales a la infracción cometida. Por ir conduciendo borracho en Moscú te pueden caer perfectamente ochocientos euros. Este caso era mucho más leve, por eso los milicianos intentaban tomárselo por la tremenda, para acojonar al personal.

Orayo, pues mientras yo estaba trajinando con la milicia había siete personas cenando en mi casa esperando a que llegara.

Aurelio Llorente, con lo que cobra un policía ruso no puede mantenerse ni medio dignamente. Yo lo que creo que estas corruptelas no se erradican, porque en el fondo cada uno de los implicados sale beneficiado de ellas, aunque, como sociedad, eso es un desastre. A ver si escribo un poco más sobre eso, cuando acabe esta odisea.