La crisis continúa haciendo de las suyas en Rusia, y ahora le está tocando al mercado de trabajo. Supongo que sabéis que, quien más quien menos, todo quisqui dice que en España es necesario reformar el mercado de trabajo para salir un poco de la crisis. Con independencia de esa circunstancia, veamos lo que pasa en Rusia.
En Rusia uno podría pensar que el trabajador está protegidísimo, como buen país ex-comunista al que algo habrá quedado del socialismo. Pues no. En Rusia, existe de hecho el despido libre mucho más que en España, en que al final el empresario se libra de ti, pero sólo después de una compleja (y cara) batalla en los juzgados, y pagándote un buen pico. Eso si eres fijo, o te echan antes de que se te acabe el contrato. Si eres temporal, lo siento, muchacho.
En Rusia, el empresario puede simplemente reducir el número de empleados y pagar a los que eche dos meses de salario, con independencia del tiempo que lleven en la empresa. En cambio, si lo que el empresario quiere es librarse de un empleado calamitoso, el procedimiento es un pelín más farragoso y requiere un par de advertencias por escrito, audiencia del sindicato y más paripés. Eso el procedimiento legal. El ilegal es menos farragoso y más efectivo, pero lo malo, claro, es que es ilegal e incluso aquí hay empresarios a los que no les mola eso.
En las grandes empresas, muchas de ellas públicas o semipúblicas, que son las que parten el bacalao en Rusia, los trabajadores, más o menos como en la época soviética, hacen como que trabajan y a cambio cobran cuatro duros que les dan para malvivir. En cambio, en las pequeñas empresas de servicios que han surgido como setas en sitios como Moscú, las circunstancias eran muy distintas. En la Unión Soviética el sector servicios estaba muy desprestigiado en relación con los que hacían cosas. Los abogados y economistas no estaban bien considerados; las relaciones públicas eran una quimera y la publicidad una maldición burguesa (qué gran verdad, por cierto); en cambio, todo el mundo quería ser ingeniero u obrero del metal, que era lo socialista y lo que molaba.
Claro, entretanto las cosas han cambiado un poquito. En cuanto llegó la libre empresa, se descubrió que no había abogados ni economistas, ni publicistas, ni diseñadores, ni cantamañanas varios capaces de comunicarse en inglés. Con lo cual, durante los años putinistas de auge económico, los pocos profesionales de este ramo que había se han hecho de oro, porque la demanda era brutal. Pero hay otra consecuencia: que, cuando hacían falta profesionales y no había manera de encontrarlos, la solución consistió en poner a cualquier mindundi a hacer cosas para las que no estaba preparado.
Así ocurrió con la agencia de relaciones públicas con la que tuve mis dimes y diretes, con el equipo formado por Jasp y Yuppie, y en el que además había una directora de relaciones con los clientes, a la que llamaremos Yollie, a la que vi tres veces en todo el tiempo que trabajamos con ellos. No está mal, para ser directora de relaciones con clientes, ¿eh? Quizá la chica estaba un poco cohibida, porque las reuniones con nosotros eran en inglés por exigencias del guión y, como su inglés no llegaba ni a la primera lección de "Follow me", tenía que venir a las reuniones con intérprete. Cuando eres una consultora internacional de relaciones públicas, casi todos tus clientes son extranjeros, y tú eres la directora de relaciones con clientes, da la impresión de que sólo con el ruso no vas a salir adelante. Pero tan escasa era la oferta de profesionales, que incluso gente como Yollie encontraba trabajos excelentes.
La crisis económica ha tenido la virtud de hacer una limpieza radical. Los clientes hemos tenido que apretarnos el cinturón y recortar gastos, y lo normal es que los gastos que empieces a recortar son los suntuarios y menos necesarios. En este sentido, nuestro presupuesto de relaciones públicas se ha llevado un tijeretazo bastante fuerte, y no sólo el nuestro, sino el de casi todo el mundo. Claro, las agencias de relaciones públicas tienen que comer, pero, si no tienen clientes, la cosa se les pone fea, con lo cual su reacción ha sido, también, la de recortar gastos, en este caso los de personal. Jasp tuvo que ir a buscarse las habichuelas a otro lugar, Yuppie (quizá ayudada por las lamentaciones de cierto cliente por su conducta sexual poco implícita) también acabó en otra empresa, y poco después fuimos nosotros los que les dijimos adiós hasta tiempos mejores.
Es por eso por lo que, el otro día, me sorprendió recibir una llamada de Yollie.
- ¿Alfor?
- ¿Yollie? ¡Qué sorpresa! ¿Cómo le va todo?
- Bien, bien, ¿y a usted?
- No podemos quejarnos.
- Alfor, le llamo porque finalmente no terminamos bien con la agencia. No me pagaban, me despidieron, pero no me quieren pagar desde agosto, que es desde cuando estuve trabajando, sino sólo desde noviembre.
- Oh, vaya, lo siento mucho.
- Les he demandado. Y, como usted era mi cliente, querría que fuera a testificar. Entiéndame, podría convocarlo por vía del juzgado, pero eso no me parece muy correcto, y he preferido llamarle a usted.
- Ha hecho bien. Por supuesto que le ayudaré en lo que pueda. De todas formas, tengo que ver desde cuándo tengo correspondencia suya para poder testificar con fundamento, porque no estoy muy seguro de que nos viéramos antes de noviembre.
Revise el histórico de mi correo, y resultó que encontré un correo suyo del 24 de septiembre.
- Bueno, estoy dispuesto a testificar que recibí un correo desde su dirección de correo del trabajo el 24 de septiembre. Espero que eso le ayude ¿Cuándo cree que será la vista?
- Mañana a las once.
- ¿Quéeeee? ¿Cómo que mañana a las once?
- Mañana a las once.
"¿Y cómo quería convocarme mediante una citación judicial? ¿Con la máquina del tiempo?"
- Oiga, ¿y no podía habérmelo dicho antes?
- Es que esto es Rusia (Это Россия).
No sé si lo he escrito antes, pero el "Es que esto es Rusia" es la excusa universal con la que los rusos encubren sus meteduras de pata. Cuando hacen algo mal, la culpa nunca es de ellos: es de Rusia.
Casualmente, a la mañana siguiente no tenía nada urgente que hacer, así que decidí proteger a la proletaria despedida de sus pérfidos capitalistas explotadores. Y, de paso, esta bitácora va a penetrar en un juzgado ruso. Casi nada...
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 2 semanas
4 comentarios:
El tema laboral en Rusia, como tantas cosas, mereceria un tomo completo de la Enciclopedia Britanica.
Nosotros estamos haciendo un proyecto en Ekaterinburgo. Tenemos una organización que es la típica para el tipo de proyectos que hacemos, con sus puestos estandarizados. Hay puesto que cubrimos con expatriados (pocos que son caros) y el resto con locales. El problema en Rusia, para empezar, ha sido encontrar a personas jovenes (los mayores son demasiado soviéticos, sobre todo en Ekaterinburgo) cuya experiencia encajará en nuestros perfiles.
En la mayoría de los casos estamos contentos. En otros estamos deprimidos porque no sabemos que hacer con las personas e incluso hemos querido deshacernos de ellas, pero hemos tardado tanto que al final hemos descubierto que sabian hacer algo y que ¡¡¡ caramba !!! ese algo es necesario en las obras en Rusia.
Es muy complicado. Luego esta que todo el mundo responde a todo con frases "esto no esta de acuerdo a la legislación rusa", "es que el código civil ruso", bla, bla, bla ... pero a esto ya sabemos que responder: "al carajo!!!!" :)
Obocelibe, mi impresión es que:
1. El sistema educativo ruso está trastocado del todo. Es dificilísimo encontrar gente del perfil deseado. Y encontrarla con experiencia es imposible. Y a un precio razonable es de otra galaxia.
2. Los extranjeros acabamos contratando filólogas. Estoy hasta la coronilla de las filólogas. Algunas valen, pero la mayoría son
muy limitadas. Eso sí, hablan inglés, aunque no sepan sumar. Y algunas hasta están buenas, pero ése no era el objetivo, aunque el que las contrató no se lo crea.
No sé si Это Россия, pero por Siberia las cosas van por el estilo. Yo me encontré una inesperada citación judicial en el pomo de la puerta de mi piso, por la noche, con unas 12 horas de antelación, con un pliegue de papelotes a leer descomunal y teniendo que encontrar abogado.
Y ya que habláis del sistema educativo. Es realmente nefasto. En las universidades todo se compra: notas, exámenes, trabajos... todo.
Soviet Яussia, eso de las citaciones judiciales extemporáneas y por sorpresa podría pasar cuando el abogado de la parte contraria es hábil y maneja bien los hilos. Pero estoy de cuerdo contigo en que, en Rusia, puede pasar por un montón más de motivos, incluso cuando todo el mundo es torpe, desde el juez hasta el cartero, pasando por el ujier de la fiscalía.
Y lo del sistema educativo es de llorar. Cualquier idiota con dinero puede sacarse el título de lo que quiera con un montón de negros trabajando para él. Algún día tengo que abordar a los que ofrecer "diplomas" en el metro, a ver cuánto cuesta hacerse... no sé, químico, por ejemplo.
Y luego esa gente, encima, encuentra trabajo.
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