lunes, 9 de diciembre de 2024

Inmaculada Concepción

Uno pensaba al llegar por estos pagos que el calendario litúrgico católico era inmutable e igual en todo el orbe, pero resulta que no, que hay diferencias, a veces muy sensibles. Así como en España el día de la Inmaculada Concepción se celebró ayer, 8 de diciembre, como toda la vida, en Bélgica no es así.

En Bélgica, el 8 de diciembre, que era domingo, se celebró el segundo domingo de Adviento y se leyeron las lecturas correspondientes a dicha festividad. La Inmaculada Concepción se ha celebrado hoy, lunes, 9 de diciembre, cosa que debe parecer un poco insólita a alguien imbuido de la mentalidad religiosa española, en donde la Inmaculada Concepción es lo más de más y ay de quien intente cambiarla de lugar. El último intento serio lo hicieron los políticos de los años ochenta, que vieron el puente enorme que se montaba con el día de la Constitución, que en España se celebra el 6 de diciembre, San Nicolás, y trataron de convencer a la Conferencia Episcopal de pasar la festividad de la Inmaculada al domingo más próximo, si no recuerdo mal. Los obispos españoles pusieron pies en pared, probablemente pensando que los políticos podían haber convocado el referéndum constitucional en otra época, si tanto les preocupaba el asuntillo del puente enorme, y se salieron con la suya. Hasta hoy tenemos el 8 de diciembre como festivo. Con el Corpus tragaron, con la Ascensión también (en Bélgica sigue siendo el jueves de toda la vida), pero la Inmaculada no se toca.

En Bélgica, menos señalada que España en lo que toca a la devoción a la Inmaculada, el 8 de diciembre, salvo que caiga en domingo, es un día laborable y ni siquiera es lo que los católicos llamamos día de precepto, en los que es obligatorio oír misa entera, como los domingos. Es cierto, y lo sé porque lo he visto esta mañana, que se leen dos lecturas, salmo y evangelio, como día festivo que es, y que hay una afluencia a misa algo mayor que los días de diario, y que se observa, pero en España la festividad es más importante que el segundo domingo de Adviento, que queda totalmente borrado, y aquí lo que queda borrado es la fiesta de la Inmaculada.

domingo, 8 de diciembre de 2024

Tras las elecciones

Las elecciones municipales terminaron hace un par de meses, y yo me quedé con las ganas de escribir una entrada postelectoral sobre los candidatos que habían salido elegidos y, sobre todo, sobre los que no habían salido elegidos a pesar de habérselo currado.

Habérselo currado, en mi caso de no participación electoral ni de seguimiento más que superficial de la campaña electoral, significa haberse tomado la molestia de dejar un pasquín en mi buzón, cosa que hicieron cuatro candidatos. Dos de ellos fueron de la lista del alcalde (bueno, el burgomaestre, si se quiere, pero es que queda muy pedante), y dos de la lista de los "Comprometidos". La única que salió elegida es la de la foto, que atiende por Marion Van Offelen. La foto la he obtenido de la página web del ayuntamiento y, al menos a mi parecer, es significativamente peor que la del pasquín, lo cual me lleva a pensar que la señora ha envejecido considerablemente en los dos meses que han transcurrido entre el buzoneo y la toma de fotos oficiales. En ningún momento se me ha ocurrido que la foto del pasquín estuviera retocada para aparentar más lozanía, porque ya se sabe que los políticos no mienten nunca.

Pero claro, la señora Van Offelen era la décima de la lista oficialista, que ha obtenido un número sensiblemente superior de concejales (19), así que su elección no ha sido una sorpresa. Los otros tres candidatos que me dejaron sus respectivos pasquines en mi buzón eran candidatos relativamente peor colocados, pero una de ellas, Juliette Absil, una niña de 25 añitos recién licenciada en Derecho, la quinta de la lista de los Comprometidos (que han obtenido cuatro), parece que esperaba formar parte del gobierno municipal, así como el sexto, de nombre Eric Cabaret (reconozcamos que el apellido no parece muy serio). No creo que ninguno de los dos se enfade por revelar sus datos personales, porque en el pasquín viene su dirección de correo electrónico y hasta su teléfono móvil. Puesto a revelar la intimidad de uno, la señora Van Offelen también metió su dirección, pero éstos dos no llegaron a tanto.

El resultado de los dos candidatos comprometidos no ha sido muy alentador. Evidentemente, trataban con su campaña de obtener lo que se llama votos preferenciales, porque ya dijimos que en Bélgica las listas son cerradas, pero no totalmente bloqueadas. Eric Cabaret, a pesar de su campaña, apenas obtuvo votos preferenciales, muy por debajo de casi la totalidad de los candidatos de su lista. He escrito que a pesar de su campaña, o quizá a causa de ella, vaya usted a saber, porque dejó claro en su pasquín que era discapacitado, y la gente parece que es muy solidaria de boquilla, pero menos proclive a ella cuando se trata de que rijan tus destinos.

En cuanto a Juliette Absil, ha obtenido algún que otro voto, pero le ha adelantado la séptima de la lista, que se convierte en concejal gracias a los votos preferenciales. Juliette, ya la tuteo y todo, a fuerza de ver su foto por ahí, se ha quedado como tercera suplente, incluso por debajo de su posición natural, por lo que va tener que dimitir bastante gente para que ella entre en el consejo municipal.

En fin, que queda por analizar lo que consiguió la cuarta de las candidatas que me hizo llegar su pasquín y que pertenece a la lista del alcalde y seguro que va buscando acomodo en el sector público. Ya puestos, quizá no estaría de más una entrada para explicar cómo se atribuyen los escaños en Bélgica, cosa que es toda una ciencia.

Pero eso será en otra ocasión, porque hoy se hace tarde.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Algunos obispos belgas reaccionan, otros ni eso

Después de prestar atención a la irrupción musulmana, vamos a volver a la parte católica de la población. Ya vimos que no hace mucho que estuvo por aquí el papa. Al final, el viaje del papa Francisco a Bélgica ha escocido más de lo que uno pensaba. Una vez más, la causa ha sido las habituales declaraciones del papa en el vuelo de vuelta a Roma. Uno ya no sabe si lo más sustancioso de los viajes es lo que dice en el avión, que es donde es más espontáneo y donde no le escriben los discursos, pero el caso es que en los aviones ha pronunciado algunas de sus frases más controvertidas. En bastantes ocasiones ha sido para espanto de los católicos más tradicionales; sin embargo, esta vez, ha resuelto poner de manifiesto la doctrina de siempre sobre el aborto con una frase enormemente gráfica, al calificar a los médicos que los practican de "sicarios".

No está mal traído, no. Etimológicamente, un sicario es aquél que utiliza una sica, especie de puñal curvo bastante mortífero y fácil de ocultar que podemos relacionar con las navajas o facas actuales, e incluso con cierto material quirúrgico. El significado ha acabado por evolucionar a "asesino a sueldo" y si, como considera el Cristianismo (y la ciencia no vendida al mejor postor, dicho sea de paso) la vida humana comienza con la concepción y no en un momento indeterminado posterior, el médico que termina con esa vida humana a cambio de un precio concuerda exactamente con la definición de sicario. Bien por el papa. Un día u otro tenía que decirlo.

Pero sicario es una palabra fea y a la masonería gobernante en Bruselas no le ha hecho gracia. Al episcopado y a una buena parte del clero tampoco, y no seré yo quienes lo critique demasiado, porque, al fin y al cabo, el papa se vuelve a Roma y allí en el fondo no lo molesta nadie, pero los obispos y sacerdotes se quedan por Bélgica y les toca lidiar con las declaraciones del jefe. El primer ministro (interino, como casi siempre), Alexander de Croo, obviamente del MR, decidió llamar a consultas al nuncio por declaraciones semejantes, que no deberían sorprender a nadie en boca del papa, y quinientos sedicentes católicos belgas amenazaron con apostatar como protesta por dichas declaraciones. Ya tardaban, ya…

En conversaciones con un sacerdote diocesano de Bruselas sobre la visita del papa, me vino a decir que uno de los motivos del viaje era dar un tirón de orejas al episcopado belga, para que dejaran su posición acomodaticia habitual de quedar bien con tirios y troyanos. De esta caracterización puede escaparse, como mucho, el primado belga y arzobispo de Bruselas y Malinas, que es el más joven del grupo y el que lleva menos tiempo en el puesto, algo más de un año. En principio, el arzobispo de Bruselas causa buena impresión, es muy activo visitando parroquias y ha tenido algunas iniciativas pastorales, como la peregrinación diocesana a Lourdes del pasado verano, que representan un cambio sustancial con sus antecesores. El toque, pues, no va con él o, por lo menos, no creo que se sienta aludido. Los demás es otra cosa. En el extremo está, como casi siempre, el obispo de Amberes, monseñor Bonny, al que sólo le parecen bien las palabras del papa cuando se apartan de la doctrina y se aventuran por terrenos resbaladizos, donde el propio monseñor Bonny se encuentra de manera permanente.

Hay que decir que algunos de los obispos se han dignado a reaccionar de alguna manera, básicamente diciendo que no están muy de acuerdo con la forma de expresarse del sumo pontífice. Otros han callado discretamente, porque ya se sabe que el que se mueve no sale en la foto, y parece que nadie quiere terminar con un berrinche y un año sabático, como el anterior obispo auxiliar de esta bendita ciudad de Bruselas, que iba para arzobispo primado y se quedó con un palmo de narices.

Pero bueno, vamos a dejar por un tiempo este espinoso asunto de la religión católica en Bélgica, a no ser que suceda algo inesperado. También es verdad que el papa Francisco a veces parece que tira por un sitio y a veces parece que tira por el contrario, sin que uno sepa muy bien a qué atenerse. A veces pregunta quién es él para juzgar, y más adelante dice que los médicos abortistas son unos sicarios, cosa que, si no es un juicio, yo diría que se le acerca bastante. Corren vientos de cambio y yo diría que al papa reinante no se le recordará por haber seguido una línea recta sin vacilaciones durante su pontificado.

Sea como fuere, el tiempo se le acaba a él... y a mí, que se me hace tarde.

martes, 19 de noviembre de 2024

Un partido musulmán en Bruselas

Después del mal trago de la riada de Valencia, volvamos a las elecciones en Bélgica, que nos han dejado algunas conclusiones interesantes, una de las cuales es la irrupción de una fuerza política que podríamos llamar novedosa, porque se trata de un partido claramente confesional, cosa que no sucedía en Bélgica desde que el antiguo partido católico decidió sacudirse la confesionalidad de encima y hacer creer a la gente que conviene votarles porque son buenos gestores, no porque defiendan (no lo hacen) supuestos "valores". No sé a quién me recuerdan en España...

La novedad es que el Team Fouad Ahidar es un partido musulmán y que su líder (sí, Fouad Ahidar, no se han roto mucho la cabeza buscando el nombre) no oculta que es musulmán practicante. Es un caso curioso. Procede del partido socialista flamenco, llamado “Vooruit”, del que se separó hace un par de años por un quítame allá esos mataderos rituales. “Vooruit” buscaba regular los sacrificios de corderos o, al menos, que los corderos fueran anestesiados antes de la matanza. Fouad Ahidar votó en contra de la anestesia y a partir de ahí ya tenemos partido musulmán y solamente musulmán. En diciembre de 2023 consumó la ruptura con Vooruit al declarar que los atentados de Hamás eran una pequeña respuesta a la violencia ejercida por los israelíes durante décadas.

Su bautismo de fuego electoral sucedió en las elecciones regionales de antes del verano, en las que muy cucamente se presentó en la sección neerlandófona. La vasta mayoría de musulmanes bruselenses son francófonos, pero precisamente él es bilingüe (por lo menos), así que coló una lista en la sección neerlandófona, donde los requisitos para ser elegidos son menores. Sus algo más de trece mil votos le llevaron a conseguir tres diputados neerlandófonos (con los mismos votos, en la sección francófona no hubiera obtenido ninguno), a lo que se añadió uno más en el parlamento flamenco. Y ya tenemos un partido parlamentario abiertamente musulmán.

En las elecciones municipales de octubre se presentó en varios municipios bruselenses. En Uccle, ya vimos que no, porque en Uccle hay una clara mayoría masoncilla y los partidos confesionales de cualquier índole, incluso la musulmana que está al alza, no tienen el menor éxito electoral. Sin embargo, en municipios como Molenbeek, Anderlecht o Schaarbeek (como era de esperar, por otra parte), entre otros, ha obtenido varios concejales, mientras que, fuera de Bruselas, sólo ha logrado representación en Vilvoorde (probablemente también era de esperar).

No hay que tomarse a broma a Fouad Ahidar ni mucho menos. Es una persona enormemente popular entre su público, que conoce mejor que ningún otro político, y es perfectamente capaz de detectar las incoherencias del sistema y aprovecharlas. Al reproche que se le hace de no respetar la separación entre política y religión, responde categóricamente que en Bélgica no hay separación entre política y religión y que es la política la que decide todo, incluyendo cómo se puede consumir carne, o si se puede llevar velo o no, o una cruz o no (atención al guiño), y que el que decide si una mezquita o una iglesia puede funcionar es un funcionario del Estado sentado tras una ventanilla. Y le parece incoherente que le reprochen a él que no separe ambos ámbitos, cuando lo cierto es que en Bélgica no están separados. La verdad es que resulta complicado rebatirle, y menos aún desde una perspectiva católica, habida cuenta de que el Estado belga tiene absolutamente cogida por el cuello a la Iglesia católica (bueno, más o menos católica…) en Bélgica, a la que mantiene los templos, que son propiedad estatal, y a cuyos sacerdotes les paga un sueldo que les permite dedicarse exclusivamente a la predicación del Evangelio, o a lo que sea que hagan. Si Fouad Ahidar ha venido a poner de manifiesto la profunda hipocresía que anida detrás de la llamada separación de religión y política, ya se puede decir que su llegada tiene algo de bueno.

De momento, toca esperar. Hasta ahora, los candidatos musulmanes, que los había, estaban en todos los partidos por igual, pero no había una lista únicamente musulmana. Ahora la hay. No sabemos si la irrupción de esta lista y de este carismático candidato será el factor que lleve hacia los parlamentos belgas (¡Hay tantos!) a unos parlamentarios que no se opondrían mucho (ni poco) a la implantación de algunas normas musulmanas que chocan con la cultura occidental. El resultado tiene toda la pinta de ser una radicalización de las posturas de unos y otros, y quizá no es casualidad que Vlaams Belang haya experimentado un fuerte aumento en las elecciones regionales flamencas. De momento, parece que el cordón sanitario se aplica a ambos, pero ya veremos cuanto dura.

O quizá sea tarde para detener la marea que viene. Como a mí se me está haciendo tarde, porras, que tengo que ir a cenar…

sábado, 16 de noviembre de 2024

El semáforo español

Probablemente todos conocemos esos semáforos que se sitúan en las entradas de las poblaciones, justo cuando pasamos a zona urbana y la velocidad máxima de los vehículos deja de ser la que sea en la carretera de que se trate y pasa a ser de 30 ó 50 kilómetros por hora, normalmente la segunda. El objeto de semejante tipo de semáforos no consiste en dejar pasar a quienes estén esperando en un cruce (porque frecuentemente no hay ningún cruce que regular), sino únicamente en obligar a los conductores a reducir la velocidad ante de entrar en la zona urbana. Incluso es muy habitual que, poco antes del semáforo, veamos la limitación de velocidad con la advertencia "a más velocidad, semáforo en rojo". Porque, en efecto, si te pasas, el semáforo se pone rojo. Es un semáforo que no tiene disco verde, sino únicamente dos discos naranja intermitentes y el disco rojo fijo.

Yo pensaba que esos semáforos existían en todo el mundo, pero he aquí que me encuentro con la sorpresa de que en Bélgica no han existido hasta hace poco y que se llaman "feu à l'espagnole", es decir, "semáforo a la española" o, más simplemente "semáforo español", lo cual me induce a pensar que estamos ante una contribución española a la seguridad vial de todo el mundo.

En la región de Bruselas, hay tres municipios que ya han instalado alguno de ellos, normalmente cerca de algún colegio. Los concejales encargados les ven ventajas claras con respecto al radar. Claro, si pones un semáforo de éstos, los conductores reducen la velocidad y no llegan a cometer ninguna infracción, a no ser que se empeñen mucho; en cambio, si pones un radar y el conductor se lo traga, comete la infracción, pero sigue rodando por encima del límite. Recibirá la multa unos días después y el municipio recaudará lo suyo, pero se supone que el objetivo no es recaudatorio (bueno, se supone...), sino la seguridad vial, y no digamos cuando pones el semáforo cerca de un colegio. Con el semáforo español el municipio quizá recaude menos, pero los niños van a poder cruzar la calle más tranquilos.

En fin, que no todo son los tercios de Flandes ni la tortilla de patatas. La contribución de España a Bélgica llega hasta nuestros días, en este caso de una manera que, al menos para mí, era completamente inesperada. Esta visto que nunca es tarde para aprender algo nuevo.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Riadas

En el Museo Histórico Militar de Valencia, que por cierto es una preciosidad que bien merece pasar en ella una mañana o más para verla con el debido detalle, hay una serie de salas dedicadas a las distintas épocas en que el ejército de tierra español ha tenido una actitud destacada. Así, hay una sala dedicada a los tercios y a su época, otra a la guerra de la Independencia, otra a la guerra de África, más allá otra a las guerras carlistas y luego a la Guerra Civil y, finalmente, cuando ya parece que se acaba la Historia y no queda sino llegar a la actualidad y, todo lo más, a las misiones de paz en el marco de la ONU, hay una sala más.

Esa sala, sin embargo, no está dedicada a una guerra, al menos no a una guerra tal y como la solemos considerar, en el sentido de que no se enfrentan dos bandos armados. La sala lleva el curioso título de "La guerra contra el fango" y se refiere a la intervención del ejército tras la riada de 1957 que dejó Valencia en un estado tan lamentable como hoy están los pueblos situados inmediatamente al sur de la ciudad. En efecto, en aquel tiempo el ejército se empleó a fondo desde el primer momento con resultados muy positivos, hasta el punto de que las autoridades militares que decidieron la configuración del Museo Militar no dudaron en incluir en la misma una actuación que tiene muy poco de bélica, como no sea en sentido muy figurado, pero de la que estaban tremendamente orgullosos y, cuando uno sale de la sala en cuestión, hay que coincidir en que no es para menos.

A estas alturas no hay nadie que ignore que una nueva riada ha causado más de doscientos muertos y enormes daños en distintas poblaciones de la comarca de l'Horta Sud y algunas, menos, de la Ribera Baja. La ciudad de Valencia estaría en las mismas condiciones, de no ser porque las autoridades que gobernaban España en 1957 (fascistas, dictatoriales y bla) llevaron a cabo una obra de enorme envergadura con el fin de desviar el río Turia del centro de la ciudad y hacerlo desembocar en el Mediterráneo por el Sur. La obra ha demostrado su eficacia estos días, porque ha resistido perfectamente lo que se le vino encima y ha arrojado al mar la avenida que de otra forma hubiera terminado destrozando la ciudad.

En comparación con lo sucedido en 1957 (y también podría escribir sobre la pantanada de 1982, que me pilló cerca de la zona afectada), la reacción de 2024 deja una agria impresión de incompetencia de muchos de quienes hubieran debido tomar las decisiones adecuadas. Ello es tanto más lamentable cuanto que los medios de 2024 son infinitamente mejores que los que existían en 1957. En aquel entonces, el ejército español no disponía, ni de lejísimos, de los medios que tiene hoy. Era más numeroso que el actual, pero técnicamente estaba a años luz de ser una fuerza comparable a la de cualquier país puntero de entonces; estaba compuesto de soldados de reemplazo que en buena medida estaban allí muy de mala gana, mientras que ahora se trata de un ejército profesional parangonable con los mejores del mundo. Hay una unidad militar de emergencias que no existía en 1957 ¿Qué ha sucedido, entonces, para que se haya dado una imagen de ineptitud tan lamentable?

Se ha escrito mucho estos días sobre las causas. Muchos echan la culpa a los políticos y yo creo que no les falta razón, pero sólo he visto algunas, no tantas, voces señalar con el dedo a los partidos políticos, que se han convertido en la carcoma del sistema. Hay que decir claro que los partidos políticos hace mucho tiempo que han abandonado el que se supone que era su propósito inicial y que debía consistir en canalizar una opinión política determinada y proponerla a los electores, una mayoría de los cuales decidiría cuál (o cuáles) de ellas tendría la responsabilidad de ejercer el poder durante un tiempo.

La perversión del sistema ha llevado a que los partidos políticos hayan dejado de ser lo que se supone que deberían ser. Ahora su propósito es conquistar el poder, para lo cual adaptan vergonzosamente su programa electoral a lo que creen que va a gustar a la mayoría de los electores, a la vez que les modulan el gusto mediante campañas de mercadotecnia de lo más refinado ¿Y para qué quieren el poder? Para colocar a sus afiliados. Los partidos políticos se han convertido en gigantescas agencias de colocación en las que el mérito y la capacidad se han visto reemplazadas por la fidelidad perruna como único factor determinante para desempeñar un cargo, a veces -por desgracia- de mucha responsabilidad.

El resultado ha sido una colonización de la administración pública por parte de arribistas de escasas luces que difícilmente llegarían lejos en ningún lugar mínimamente exitoso del sector privado. La administración pública franquista era bastante reducida en tamaño, como el Estado franquista en general, y (con todas las excepciones que se quieran) básicamente compuesta de profesionales que forzosamente eran apartidistas porque no había partidos. Cuando los hubo, los primeros partidos políticos se nutrieron de tecnócratas que habían trabajado en aquellas administraciones o en las universidades para encomendarles los altos cargos públicos. Los ministros de los primeros gobiernos democráticos, tanto de la UCD como del PSOE, eran gente, por lo general, bien preparada y con experiencia, que venían de la administración o del sector privado anterior.

En algún momento de la década de 1980 la cosa empezó a torcerse con la multiplicación de la administración pública, que ganó enormemente en tamaño, al mismo tiempo que los partidos políticos empezaban a colonizarla, primero en los niveles más altos, y luego descendiendo a los de rango inferior. Después de un proceso lento, pero seguro, una cantidad absurda de mandos intermedios, además multiplicados de manera no menos absurda, han venido a ser ocupados por afiliados sin preparación suficiente para desempeñarlos con una mínima eficacia. Alternativamente, miembros de esas administraciones que por su desempeño y capacidades no podrían acceder a puestos de mando, al menos sin que sus compañeros se llevasen las manos a la cabeza, lo han conseguido con el simple expediente de darse de alta en el partido político que les conviniera más a sus propósitos. Como eso ha sucedido igualmente en la administración educativa, funcionarizada hasta la náusea, buena parte de los puestos en los centros educativos y en las universidades están copados por coleguillas que los ocupan no por ser los mejores docentes o investigadores, sino por eso, por ser coleguillas. Y así, la educación languidece y quienes salen de allí no están en condiciones de mantener el listón de sus predecesores.

Los dos responsables máximos de la pésima reacción a la nueva riada de Valencia son dos ejemplos de libro de la calamitosa situación a la que hemos llegado. Ni el presidente del Gobierno ni el presidente autonómico han hecho nada en la vida fuera de sus respectivos partidos políticos. El uno estudió Economía, y hasta ostenta un doctorado por el que habría que destituir, cuando no colgar de los pulgares, a quienes tuvieron la osadía de calificarlo positivamente, pero no se le conoce la menor contribución aplicando lo que hubiera estudiado en la universidad; el otro estudió Derecho y pasó de las juventudes de su partido a empalmar un cargo detrás de otro sin solución de continuidad, y si no ha dimitido todavía es porque en su partido no tienen más remedio que aguantarlo como sea hasta que caiga, si cae, el gobierno central, ya que, de lo contrario, sería como aceptar que tiene toda la culpa del desaguisado que se ha montado.

Hasta aquí, la culpa es nuestra, porque la información que obra en el párrafo anterior es fácil de encontrar. Lo sabíamos, ellos se han presentado a las elecciones y los hemos elegido, así que allá nosotros. Lo malo es que, una vez elegidos, han ido colocando en los escalones inferiores de la administración a cargos de confianza en puestos muy bien pagados. Se supone que están bien pagados para que sean atractivos a los mejores profesionales, pero, como el sistema está podrido, el hecho de que estén bien pagados atrae a los lameculos de los partidos como las moscas a la miel, de manera que se amplifican méritos de los mediocres que terminan ocupándolos.

El currículum de los que hubieran debido responder ante la emergencia que ha sucedido en Valencia ha sido aireado por no poca gente en las redes sociales y es bastante elocuente a este respecto. No puedo resistirme a poner un ejemplo que conocí en mi pasado en Moscú y que era de un funcionario que se había puesto el carné de su partido político entre los dientes y había logrado ser nombrado, Dios sabrá con qué otros méritos, Secretario General de Hacienda, lo cual le dio preferencia para acceder a un puesto tremendamente bien pagado en el servicio exterior español, en este caso en Moscú. El susodicho ignoraba lo más básico de Rusia y de su trabajo, pasaba los fines de semana -a veces alargados- en España usando los coches y chóferes oficiales para traerle y llevarle al aeropuerto, no aprendió una palabra de ruso en los cinco años que se chupó en Moscú y provocaba la vergüenza ajena de quienes le acompañaban a cualquier reunión con alguien mínimamente competente, pero se embolsó un sueldo público anual de seis cifras (y la primera no era un uno) a lo largo de cinco años. Sí, con el sistema que nos hemos dado y que concede todo el poder a los partidos hegemónicos, un buen sueldo público no significa que el puesto va a ser ocupado por alguien competente que se lo gane con creces, sino por todo lo contrario.

Estamos avanzando hacia el final de este ciclo, que algunos llaman con cierta displicencia "el régimen del 78", y no sabemos lo que va a reemplazarlo. Los incidentes de estos días harían desear una situación en que el Estado, tan mal gestionado, se redujera, y los partidos políticos perdieran poder mediante expedientes tan sencillos como eliminar las listas cerradas y bloqueadas y finalizar la financiación pública de los mismos (un sistema como el de dedicar un 0,7% de la recaudación del IRPF a los partidos elegidos por los contribuyentes sería una opción, como se hace con la Iglesia Católica), por no hablar de medidas más radicales. Una situación en que las comunidades autónomas, que han quedado en evidencia, se ocuparan mucho más de gestión de lo básico y mucho menos de política. Y una situación en que el Estado fuera sustituido por iniciativas sociales, que es lo que ha pasado en esta crisis, pero de manera totalmente desorganizada. Porque, contra lo que piensa casi todo el mundo, "lo público" y "lo estatal" no tienen por qué sinónimos, aunque el liberalismo gobernante nos lo quiera vender así; hay, o debería haber, un sector público no estatal, que sale de la sociedad y que no necesariamente es una empresa mercantil con su ánimo de lucro, como querrían los liberales, sino entes que se mueven con ánimo de servir a la sociedad de la que salen. Se ha demostrado estos días, en que la "guerrilla" ha sido mucho más ágil que el "ejército" para luchar contra el barro con prontitud, aunque finalmente ha tenido que llegar el ejército con su maquinaria.

Eso sí, al ejército se le ha hecho tarde. Como a mí ahora.

martes, 22 de octubre de 2024

Después de las elecciones

Como es preciso, después de las elecciones municipales, a pesar de que el seguimiento que se les ha dado desde esta bitácora no ha sido todo lo profundo que me hubiera gustado, me toca referir cuál ha sido el resultado de las mismas.

Ha ganado la lista del alcalde, o sea, la alianza entre MR y DéFi, lo cual no era ninguna sorpresa en este pueblo habitado mayoritariamente por gente de clase media-alta. El alcalde Boris Dilliés ha obtenido 6692 votos preferentes (el total de votos válidos es de algo más de 35.000), lo cual le coloca claramente en cabeza de esta categoría, triplicando al siguiente candidato y que también es de su lista. Un voto preferente es una particularidad del sistema electoral belga para hacer creer al pueblo que quien manda no son completamente los partidos políticos. Es un sistema de listas cerradas, pero no bloqueadas, al menos no del todo. Los votantes pueden poner una crucecita en uno o varios candidatos de una lista, queriendo decir que quieren alterar el orden de la lista del partido político que la ha presentado; si ponen la crucecita en la casilla del propio partido, quiere decir que aceptan el orden propuesto (y, si no ponen crucecitas, también). Lo que no pueden es poner crucecitas al lado de candidatos de distintas listas, lo que serían listas abiertas. El caso es que 6692 votantes han marcado la casilla de Boris Dilliés, que, de todas formas, era el cabeza de lista, así que, o yo he entendido mal el sistema, o no veo la diferencia, pero lo que está claro es que el alcalde debería estar contento.

O no tanto. Ha perdido votos, porque los resultados de su lista son algo inferiores a los que obtuvo la suma de MR y DéFi, por separado, hace seis años. Sin embargo, ha ganado apoyos, porque DéFi se quedó en la oposición hace seis años y ahora los tiene, no ya en la mayoría, sino incluso en su propia lista.

En segundo lugar han quedado los verdes de Ecolo-Groen, que estaban en la coalición mayoritaria saliente. Han perdido tres concejales y bastantes votos, después de la sorpresa que dieron hace seis años. El hecho es que han llegado rápidamente a un acuerdo con Dilliés para formar una coalición y seguir en el gobierno municipal, supongo que porque los sillones son cómodos y atraen lo suyo. La coalición tiene 29 concejales de un total de 43, así que no van a tener ningún problema en la asamblea municipal para hacer más o menos lo que prefieran.

¿Quién queda? Pues seis concejales de los sociatas, que ganan bastante peso; cuatro de los, -as Comprometidos, -as, que doblan sus resultados, y cuatro más del díscolo Marc Cools y su lista de "Uccle en Avant". Por cierto que los medios de comunicación se están cansando de la murga igualitarista de los, -as, Comprometidos, -as, y ya ponen "Les Engagés" sin marca de género gramatical, y eso que en francés es mucho más sencillo que en español, así que voy a seguir su ejemplo y voy a hacer lo propio en lo sucesivo. 

En toda esta historia, y después de su para mí inesperado éxito en las elecciones regionales de antes del verano, los Comprometidos creo que se las prometían mucho más felices que el resultado que finalmente han obtenido, y eso que han doblado lo que tenían, pero no les ha ido demasiado bien, ni aquí ni en el resto de municipios de la región de Bruselas, donde se han mantenido, pero nada más. En Uccle, estaban en la coalición de gobierno y, sorpresa, la concejala que habían metido en el equipo de gobierno les ha dicho adiós y se ha metido en la lista del alcalde, así que han tenido que ser originales, una vez más. Su cabeza de lista en las elecciones de Uccle era nada menos que la presidenta de la Federación Valonia-Bruselas, Élisabeth Degryse, que dijo que, si era elegida concejala, iba a participar en el consejo municipal. Pues lo ha sido...

En resumidas cuentas, pocos cambios, nada demasiado nuevo y Uccle queda fuera de las dos listas que van avanzando en el resto de Bruselas. El PTB ni siquiera se presenta, y la lista de musulmanes local, el Colectivo Ciudadano, no ha llegado al 2% de los votos, y me parecen muchos para lo que es esto, mientras que en el resto de Bruselas hay lugares donde listas semejantes han tenido un éxito resonante. No sé si ya será tarde para evitar el califato, pero, desde luego, al que se está haciendo tarde es a mí, así que aquí lo dejo.