martes, 12 de marzo de 2013

Mendicidad comparada (I)

Estamos en Cuaresma, y en Cuaresma, como es sabido, o debería ser sabido, hay tres pilares que debe tener presente todo cristiano: la oración, el ayuno y la limosna. Así como el ayuno y la oración son dos cosas que uno se puede apañar más o menos por su cuenta, con la limosna la ayuda externa es totalmente necesaria: sin un mendigo que sea objeto de nuestra caridad, lo tenemos crudo.

Un mendigo español es una especie que, lamentablemente, está reapareciendo después de algún tiempo en que el mercado local estaba copado por Gastarbeiter rumanos, polacos, africanos, o de cualquier otro sitio. Los únicos, o casi los únicos, mendigos españoles eran yonkis muy machacados y con una esperanza de vida bastante reducida. Ahora, con la crisis, el mendigo español vuelve a aparecer, pero sus características, posiblemente por el período de ausencia que ha sufrido, están aún por describirse. Tradicionalmente era un tipo razonablemente orgulloso, que tasaba la limosna ("Una pesetita, por caridad") y cuyos carteles, escritos con una caligrafía pésima en el tradicional cartón anunciadesgracias, rezaban algo así como: "Una alluda, por carida, que tengo cuatro ijo que halimenta. No tengo trabajo i estoi emfermo."

En Rusia, también existe el mendigo sumamente acabado con serios y evidentes problemas de alcoholismo. Si a ése le das unos rublos con la indicación piadosa "Pero no se lo gaste en vino", como diríamos en España, podemos estar razonablemente seguros de que nos hará caso: con lo caro que va en Rusia el vino, por malo que sea, lo normal es que se lo gaste en vodka o en anticongelante. Alfina hace lo que debería hacer todo el mundo, es decir, no darles dinero y comprarles comida, lo cual la verdad es que al mendigo le hace mucha menos ilusión.

Además del mendigo borracho contumaz, está el mendigo de aspecto menudo y precario, normalmente una viejecita cuya pensión no le llega a final de mes, y muchas veces ni a la mitad, y que realmente necesita ayuda. Suele colocarse en los pasos subterráneos o en los transbordos del metro, por donde pasa gente para aburrir, con un cartel escueto, legible y sin faltas de ortografía. El más frecuente es "Помогите, ради Христа", que, en castellano, es "Una ayuda, por Cristo". Algunos mendigos de este tipo, en los años noventa, simplemente deambulaban cerca de una tienda sin entrar en ella y con una vergüenza que les impedía pedir dinero abiertamente. Era difícil darles limosna a éstos, pero con buena voluntad se conseguía igualmente. Alguna vez pasé, saliendo de una tienda, junto a una viejecita de aspecto depauperado, sólo para agacharme a su lado y "encontrar" un billete de cien rublos que "seguramente se le había caído" y "devolvérselo".

Últimamente, con la inmigración a Moscú, proliferan los mendigos venidos de fuera, que de repente irrumpen en los vagones de los metros y de los trenes y sueltan su discurso a grito pelado: "Люди добрые! (o sea: Buenas gentes) Soy una madre que está criando en solitario a una hija pequeña. Obligada por la necesidad, me veo compelida a pedir su ayuda. He tenido que venir de la región de (póngase la que proceda, aunque suele ser del sur, porque bastantes veces la menesterosa es ucraniana, aunque se haga pasar por rusa)." El discurso puede seguir un poco más, y a continuación sigue el recorrido por el vagón y finalmente el paso al siguiente vagón, en los trenes de cercanías (las "elektrichkas"), o esperar, en el caso del metro, a llegar a la siguiente parada.

Comienza a haber también mendigos con cartel, algunos curiosos. El verano pasado, en la Tverskaya, había uno en cuyo cartón se leía: "Я из Самары. Украли документы в Москве. Нужна помощь, чтобы восстановить документы и вернуться домой." En castellano: "Soy de Samara. Me han robado la documentación en Moscú. Necesito ayuda para renovar mis documentos y volver a casa." No está mal pensado. Cualquier residente en Moscú sabe que estar sin documentación es algo sumamente chungo y que tiene pésimo arreglo, y no digamos si uno se imagina la caterva de bichos que se puede encontrar en la administración pública rusa. Si Kafka los hubiera conocido, nunca habría escrito "El proceso", porque aún estaría esperando a resolver el trámite.

Y, con esto, ya tenemos la introducción para el verdadero motivo de esta serie: la mendicidad en Bélgica.

Pero, como se hace tarde, eso vendrá con la siguiente entrada.

2 comentarios:

Alfina dijo...

Dices "En Rusia, también existe el mendigo sumamente acabado"
Perdona, pero a día de hoy, y después de 15 años, no he oído cantar a ningún mendigo... Sólamente a las abuelillas en Izmáilovo pero yo no diría que están mendigando.

Alfor dijo...

Alfina, pero el ala (y no sólo el ala) les canta a todos a kilómetros. Al menos una parte del cuerpo está acabada.