En Madrid, los madrileños suelen quejarse amargamente de que cada cierto tiempo les cortan la ciudad para que alguien se manifieste. Dicen que es una lata que, como las decisiones se toman allí, toda España vaya allí para manifestarse y meter presión. Que se prepara una decisión sobre la cabaña ovina, a los cuatro días tienes un tropel de ganaderos con sus rebaños marchando por la Ronda de Toledo hacia el antiguo Ministerio de Agricultura (perdón: hoy de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y quizá dentro de poco más cosas); que Zapatero lanza una legislación dando derecho al aborto, ya tienes a las organizaciones provida ocupando todo el centro de Madrid; que los peperos no tocan ninguna de las leyes del gobierno anterior, ya tienes... ah, no, ahí no tienes a nadie.
El caso es que los madrileños se quejan. Se quejan mucho menos cuando tienen los ministerios al lado y pueden hacer todos los trámites sin problemas y tienen la administración central y todo el dinero y los puestos de trabajo que mueve al lado de casa, pero eso forma parte de la naturaleza humana, y más si el humano es un chulapo.
En Moscú, ha habido varias entradas de manifas, en las que ha quedado claro que no es fácil ocupar la calle, salvo que seas totalmente inofensivo o sea para aplaudir al gobierno.
Pero la ciudad de manifestaciones por antonomasia es Bruselas. Con mucho.
En Bruselas, hay más manifestaciones que días tiene el año. Efectivamente, el año pasado pasaron de cuatrocientas. Si a Madrid llega gente de toda España, a Bruselas llega gente de toda Europa, y aun diría que de todo el mundo, porque las decisiones se toman aquí. Hay quien opina que, en realidad, se toman en Berlín, y bueno, podría ser, pero en todo caso luego tienen que venir aquí para firmar.
Con tanta manifestación, los bruselenses ni siquiera protestamos. Casi todos los días te ves a los policías enfrente del Palacio Real, con sus furgonetas, sus alambradas portátiles y sus perros amaestrados. Lo más normal es que luego dejen a la manifa que siga su curso, porque no suelen ser muy gritonas. Supongo que las del barrio europeo, que se montan cuando se reúnen los ministros a discutir de sus cosas, cuentan con más presencia policial y más potencial protestón.
Yo todavía no estoy curado de espanto. El otro día, pensando en mis cosas, estaba cruzando una plaza, cuando me encontré con el grupo de la foto ondeando sus banderas y pegando berridos. Sujeté la cartera, porque los que llevaban las banderas no parecían nada tranquilizadores, pero luego se acercaron lo suficiente para ver de qué plan iban y comprendí que no eran una colla de fanáticos del Anderlecht, sino unos manifestantes de poca monta. Ah, bueno.
Las banderas que se ven en la foto no son de Flandes ni de Valonia, sino de... Azerbaiyán, y una de ellas de Turquía. Las pancartas que llevaban hacían alusión a la ocupación de la región de Nagorno-Karabaj por los pérfidos armenios.
¿Qué narices hacían cuatro azeríes montando el tenderete sobre sus problemas con los armenios en Bruselas? Pues allí estaban con total convicción esos cuatro gatos, como si con su acción fueran a influir sobre lo que pudiera decidir alguien en Bruselas, que, a su vez, probablemente no tiene apenas influencia sobre lo que pueda estar pasando en Nagorno-Karabaj. Pero, ¿alguien sabe en Bruselas dónde narices está Nagorno-Karabaj?
De todas formas, y pensándolo mejor, más vale que se manifiesten aquí, que probablemente es uno de los pocos sitios en que no molestan demasiado, en lugar de buscar gresca en cualquier otra ciudad del mundo (por ejemplo, Moscú), en donde con toda seguridad les saldría al paso un grupo de armenios con tantas ganas de gresca como ellos, y al final tendríamos alguna desgracia. Porque los armenios, serán lo que serán, pero me consta que no se achantan y, para una guerra que han ganado en los últimos diez siglos, no creo que estén dispuestos a quedarse sin el resultado de la victoria.
Entretanto, ponemos un palito más a la cuenta de manifestaciones de este año. A ver hasta cuántos llegamos a final de año.
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Hace 2 semanas
2 comentarios:
Hola Alfor,
"Con tanta manifestación, los bruselenses ni siquiera protestamos".
¡Qué pronto has olvidado tu filiación moscovita!; para recordártela te sugiero que tú mismo organices una manifestación para aplaudir lo bien, lo bien, que hace las cosas la Unión Europea, te sentirás como en casa (de Moscú). Podríamos empezar con la "magnífica" gestión de la crisis chipriota...
Fernando, no taxation without representation! :-)
Es difícil hablar de "filiación moscovita" (yo nunca lo hice), cuando prácticamente no tienes derecho a nada (cierto que los locales no tienen, de hecho, mucho más que yo). En Bruselas, por lo menos, sí tengo derecho a voto y he conseguido la residencia sin necesidad de sobornar empleados públicos ni casarme con una belga, así que tengo cierta legitimidad en llamarme "bruselense".
En cuanto a la gestión de la crisis chipriota, lo mejor que podemos hacer es reírnos, por no llorar; y, en cuanto a manifestarme contra la Unión Europea, me da cierta pereza organizar yo mismo la manifestación, pero no creo que recibiera el trato que reciben las manifestaciones antigubernamentales en Moscú. De hecho, aquí hay manifas contra la UE poco menos que a diario, agricultores con petardos y vacas incluidos, y no veo yo mucha represión, la verdad.
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