lunes, 19 de abril de 2010

Sobre el líder del proletariado mundial

Después de las dos últimas entradas sobre Stalin y su resurgir, y después del número de comentarios que han originado, y en lugar de responderlos uno por uno, voy a escribir una entrada sobre el caso. Normalmente suelo intentar introducir algún elemento menos serio en las entradas, pero esta vez no va a ser así, así que, si entráis en esta bitácora porque os hace gracia, pero las opiniones de su autor no os interesan, podéis dejar de leer tranquilamente y esperar a la siguiente entrada.

En la retahila de comentarios de hace dos entradas, estoy más de acuerdo con Lluis que con Behemoth, y ello por una causa fundamental que él también cita, y es que el fin no justifica los medios. Porque Stalin pudo tener fines la mar de nobles, como conseguir la igualdad, lograr un desarrollo económico elevado, llegar al socialismo y conseguir un tipo de persona "homo sovieticus", culto, intachable y adornado de todo tipo de cualidades, pero los medios para llegar hasta ese fin hacen odiosos los mismos fines y, desde luego, a quienes ejecutan las medidas empleadas y mucho más a quienes las mandan.

La triste realidad, sin embargo, es que lo que logró Stalin fue construir un pensamiento único en el que nadie osaba salirse por la tangente, porque enseguida llegaban los cortes de cabeza, y de paso cargarse a muchísima gente que tenía capacidad de pensar y quedarse con personajes bastante mediocres que, eso sí, eran artistas del escape y de la adulación más perra.

Y, sí, es cierto que, además, logró un importante desarrollo económico, pero el desarrollo económico no justifica la vida de tanta gente ni la pérdida de libertad de todos los demás. Lenin decía "Libertad, ¿para qué?", pregunta que tiene su aquél en un contexto de pobreza extrema, pero que también da pistas sobre cuál es la estima, la poquísima estima, en que los bolcheviques tenían a la libertad.

Y, ojo, efectivamente Stalin no es el único que sitúa los medios al margen de la moralidad y los supedita a los fines. Su archienemigo Hitler tambien quería un "hombre ario" rubio, de ojos azules, alto y dominador, lo que, en sí, no tiene nada de malo, salvo que, por ejemplo, te pongas a exterminar a todo el que no te entre en el molde, entre otras lindezas.

Y, más aún, no hace falta irse demasiado lejos: acabar con ETA es un fin estupendo y loable, pero pagar a una banda de pistoleros para que cree un grupo contraterrorista que se dedique a secuestrar y a matar etarras es un medio perverso. E, incidentalmente, si ese grupo comete una chapuza tras otra y se equivoca de persona, lo suyo no tiene nombre; pero, aunque hubiera acertado, es que apartarse de los medios lícitos acaba por perjudicar el fin, como se ha demostrado en España, en que poco menos que hay que ir pidiendo perdón a los terroristas por haber sido malos y haberlos perseguido haciendo trampa.

O más cerca en el tiempo: conseguir controlar el petróleo iraquí puede ser algo buenísimo para Estados Unidos, y tener relaciones inmejorables con Estados Unidos puede ser fantástico para España, pero eso no justifica mentir pretextando que en Irak hay armas de destrucción masiva y montar una gorda, como tampoco justifican las buenas relaciones con los yanquis creerse a pies juntillas las trolas que dicen, poner los dos pies sobre la mesa, hablar con acento mejicano siendo de Madrid, y mandar tropas españolas a Mesopotamia.

Tener un hijo, ya entrando en cosas más de estar por casa, está la mar de bien, pero tengo muy serias dudas de que fecundarlo en vitro y generar un porrón de seres vivos sobrantes, aunque haya una ministra idiota que insista en que no son humanos, y con los que sólo Dios sabe qué pasará, justifique lo primero.

En fin, que, aunque sólo sea por eso, porque el fin no justifica los medios, Stalin no me merece la menor consideración, como tampoco me la merecen otros gobernantes que serían muy de su tiempo, pero que mejor hubiera sido que no se hubieran metido a gobernar y se hubieran quedado pintando cuadros en Viena o enseñando francés en Oneglia. Ahora bien, si pensáis que el fin justifica los medios y además estáis de acuerdo con los fines de Stalin, entonces sí, entonces entiendo perfectamente que a tanta gente le merezca un juicio favorable.

A mí es que, por si fuera poco, los fines de Stalin me convencen poquísimo. No me convence su intento de imponer un pensamiento único, ni el de conquistar media Europa, ni las guerras de agresión contra Finlandia y Polonia. Sí, Hitler no fue el único agresor en la segunda guerra mundial, lo que pasa es que los rusos no comienzan la Gran Guerra Patria hasta 1941, y las dos guerras de agresión que condujeron antes, así como la anexión de las repúblicas bálticas, como que han quedado en segundísimo plano y no les gusta tanto recordarlas. Ya puestos, tampoco me gusta la política de puteo y martirio a la Iglesia para el fin de eliminar a Dios de la sociedad, ni la de exterminio de todo polaco sensato para que luego fuera más fácil apiolarse al país.

Y sí, vale, hay fines que sí me van: educación, progreso económico, mejora del nivel de vida... vale, eso estuvo bien. Y efectivamente, suena a lo que decía el Frente Popular de Judea (que no los disidentes del Frente Judaico Popular) en la Vida de Brian, pero la consecuencia de setenta y cinco años de bolchevismo es que, al desaparecer la Unión Soviética, al consumismo le ha costado poquísimo entrar y hacerse el amo del cotarro, porque no había nada que pudiera servir para resistirse. Hay algún bicho raro por ahí, matemático él, que va rechazando los premios millonarios que le conceden, pero, en general, el consumismo campa en Rusia por sus respetos. Y no digo que en España no pase tres cuartos de lo mismo, pero tres cuartos no son cuatro.

Sobre los muertos con Stalin, la guerra y las estadísticas, hay varios puntos que se podrían comentar. El primero es que, por mucho que los censos mitiguen un poco los cálculos de alguno, el número de muertos en guerra es altísimo y la mortandad mucho mayor que en otros frentes. Pero, bueno, es cierto que es una guerra y en las guerras muere gente. En cuanto a los muertos fuera de acción de guerra, a lo largo de varias décadas de encarcelamientos, purgas, genocidios, procesos judiciales vergonzosos, torturas, campos de concentración y diversos programas de depuración a cual más destarifado, no creo que sea posible establecer su número exactamente, pero que eran un porrón y medio está clarísimo, siempre teniendo en cuenta que la Unión Soviética no era el país de las estadísticas exactas, sino más bien el del camuflaje estadístico de las cosas que no existían.

Y sobre que los españoles no entendemos lo que significó la guerra y cuántas familias quedaron afectadas, pues probablemente es cierto, como asegura Andrey, lo cual es lógico, porque no es nuestra guerra. En todo caso, me atreveré a decir que recordar machaconamente las guerras de nuestros abuelos es un arma de doble filo para distraer al personal y, si no, que se lo pregunten al juez Garzón, que últimamente no hacía otra cosa y que ha conseguido, junto con los que le miman y consienten, cabrear a un cuarto de España contra otro cuarto. Digo a un cuarto contra otro porque el resto de España está viendo la tele y pasa ampliamente.

Pero bueno, quedaría por opinar, ya lanzados, sobre si realmente esa revolución con la que empezó todo el percal era o no necesaria, pero eso será otro día, quizá el 7 de noviembre. Porque, como dicen los informáticos (al menos, yo se lo he oído a más de uno), ésa es otra historia, y deberá ser contada en su momento.

Y porque hoy, claro, se hace tarde.

10 comentarios:

Behemoth dijo...

Sigo pensando que para que una sola persona pueda hacer lo que hizo Stalin necesita ser superman. A menos que no estés tú solo y tengas contigo a la mayoría de la población y derrotes a los opositores, y si la mayoría de la gente lo quería, bien está.

No está bien decir que tenían miedo: también lo tenían los bolcheviques y sobretodo, los mencheviques. Pero pasó lo que pasó y que yo recuerde, la gran parte del imperio ruso estaba a favor de la URSS y de la mano de hierro que allí se estilaba.

Unknown dijo...

Behemoth, tu opinión acerca de que el criterio de la mayoría de la gente pueda justificar lo injustificable, a mi personalmente no me convence. El empleo indiscriminado del cómputo mayoritario no sirve para todo. Quizá sea útil para aspectos estrictamente de administración y gobierno políticos, pero tiene su límite.
Alfor, ¿puedes matizar tu último comentario sobre la opinión de los informáticos? Me ha llamado la atención. Por lo demás me han parecido muy acertados tus comentarios acerca de Stalin y similares personajes históricos.

Unknown dijo...

Alfor, ¿Puedes ampliar, matizándolo, el comentario acerca de la opinión de los informáticos a que haces referencia? Me llamó la atención.
El tema, en mi opinión, muy bien expuesto. Lo comparto en su integridad.
No comparto la manifestación de Behemoth sobre el valor que da ("bien está") en su comentario de hoy, a la opinión mayoritaria.
Sobre esa cuestión del voto favorable y "democrático"(???) de las mayorías creo que habría que contextualizarlo en el área donde si es válido; extenderlo como solución a otras áreas es erróneo.

Lluis dijo...

Una reflexión acertada, me alegro coincidir.
Hay algo importante también, que todas estas cosas pasan factura y después nos encontramos con sociedades con taras&lacras importantes... Hacemos un flaco favor a los "demócratas rusos" siendo "buenistas" con las cosas que posiblemente ellos más claras les gustaría dejar y más les gustaría superar... Espero explicarme...
Hay economistas que hablan de oferta y demanda como la misma cosa, y en abstracto es así... Me gustaría hacer un símil, no sé si es muy acertado, pero "los medios" y el "fin" deberían guardar una relación así, en cuanto a su naturaleza...
Siento haber estado ocupado con toda la saga de Fallas&Mujeres Rusas... Pues nada a la próxima...
Sl2

Alfina dijo...

La entrada y sus comentarios me recuerdan a un artículo que leí hace poco sobre la "Espiral del silencio" teoría de Elisabeth Noelle-Neumann, que dice que es menos probable que un individuo dé su opinión sobre un determinado tema entre un grupo de personas si siente que es parte de la minoría, por miedo a la represión o aislamiento por parte de la mayoría. Lo encontraréis en Wikipedia.

Alfor dijo...

Behemoth, eso de "si la mayoría de la gente lo quería, bien está" es muy discutible. Aplícalo al caso nazi y verás como te parece bastante repugnante. Y a los judíos no digamos.

Miguel, es que se lo he oído decir a buena parte de los amigos de mi hermano, que es informático, y a otros informáticos no relacionados con mi hermano. Supongo que es algo que se propagó en su facultad. Pero no tiene nada de particular.

Lluis, eso de que las cosas, al final, pasan factura, es bastante cierto. Teniendo en cuenta cómo murió Stalin, tirado en el Kremlin sin auxilio médico mientras agonizaba y con sus coleguillas en la habitación de al lado sin atreverse a entrar, pues algo de eso podría haber.

Alfina, algo de eso hay. Creo que todos tenemos la impresión de que las opiniones contrarias pueden molestar. Cuando es el caso, yo procuro dejarme el sarcasmo en casa y ser más amable que nunca. Con educación, como se ve por aquí, no tendría que haber problemas.

jn dijo...

Buenas. Felicidades por un blog tan interesante.

Por intentar aportar, creo que ni la opinión de la mayoría justifica los actos ni el fin justifica los medios, pero sí los ponen en contexto. Quiero decir, Stalin no es un señor que se levanta una mañana y dice "pues voy a invadir Polonia". Detrás de Stalin hay una serie de gente que está de acuerdo, y una enorme cantidad de gente que al menos no se opone. Son esas personas las que permiten que un Stalin pueda actuar. No pretendo exculpar a Stalin, sino señalar que es muy cómodo cargar las culpas sobre el de arriba y obviar que quien le puso arriba fue... nosotros. Igual que a nosotros nos puede parecer inaceptable sacrificar la libertad a cambio del desarrollo del país, pero quizás si fuéramos hijos de campesinos de la época zarista no nos parecería tan claro. Repito de nuevo que no es justificar, sino intentar ver todas las caras de la realidad (lo cual para nada anula el hecho de que bajo Stalin se cargaran un millón de paisanos, por poner una cifra; que son un millón de personas, una detrás de la otra).

Mi ejemplo favorito de la época es que nadie se acuerda de que Polonia participó en la desmembración de Checoslovaquia. Pobres polacos oprimidos y tal, ¿eh? Aquí el que no corre vuela.

danferesp dijo...

Hola Alfor, Hola Alfina,

Francamente interesantes tus opiniones también.

Alfina, pues habrá que leer el artículo ese para ver como casa esta señora lo de la "mayoría silenciosa"....

En cuanto a Pepe Stalin, no consigo ni imaginar cuál debería de ser el ambiente en aquellas reuniones del partido donde los participantes no querían ser los primeros en dejar de aplaudir, no fuera a ser que los tacharan de contrarrevolucionarios... eso sí que es tenerle comida la moral al personal...

Saludos

Alfor dijo...

Jn, es lo malo de las revoluciones, que puede (y suele) subir al poder cualquier tipo sanguinario. Robespierre, por ejemplo, también lo era, pero entonces matar era mucho más costoso y no pudo llegar a los registros industriales de Stalin. En ambos casos, y en otros, su legitimidad no viene del apoyo de la mayoría, sino de ser tipos decididos y haber infundido terror a esa misma mayoría. No tengo claro que fuéramos "nosotros" quienes "pusimos" a Stalin en el poder. A Hitler sí que le votaron los alemanes; a Stalin sólo muuuuuuy indirectamente.

Y lo de Polonia es verdad y tienes toda la razón. Y no sólo Checoslovaquia, también Lituania se la tuvo que ver con la Segunda República Polaca, que desde luego nació con la intención de ser mucho más grande de lo que terminó siendo, posiblemente como casi todos los estados que salieron de la Primera Guerra Mundial.

Danferesp, yo creo que se esperaban a que parase de aplaudir Kalinin, que era el más mayor y tenía bula.

Ricardo Marquina dijo...

la gente habla mucho, y generalmente sin tener ni idea. Yo para no caer en el miso pecado he de decir, que tras años de vivir en Rusia, trabajando de periodista, con lo que se supone que estpy en contacto con la información de diferentes fuentes, y además, con un interes particular en la historia del sistema represivo del 17 al 52 puedo decir qu es un tema extremadamente complejo, pero que, a las claras, Iosep tenía ue ser un pedazo de cabron de esos que mejor no encontrase ni en la APA cuando toca decidir el viaje de estudis del pequeño.
En fin. Cauda uno con su moral.