miércoles, 23 de diciembre de 2009

El fin de semana de Ame (III)

Hola.

Me llamo Ame, y soy un niño.

El otro día estuve contando lo que hago en la clase de coreografía.

El día siguiente a esa clase se llama domingo. Era un domingo muy importante, porque después iba a venir a casa una amiguita de Abi a quedarse a dormir, y era la primera vez que alguien se quedaba a dormir. Pero, los domingos por la mañana, mis papás me llevan a un sitio que se llama misa. Hay una misa grande, pero a ésa vamos pocas veces. Nosotros vamos a una misa en una habitación pequeña, que es para niños y donde hay un cura que habla en español. Un cura es el que más habla en la misa. Los demás también hablamos, pero menos, y nuestros papás nos dicen que nos callemos.

Como esa misa es para niños, sólo van los niños y sus papás. A mí me gusta mucho, porque se pueden hacer más cosas que en la misa grande. En la misa grande tienes que quedarte quieto todo el rato y es más aburrido. En la misa para niños, además, hay niños y se puede jugar con ellos a veces. Además de niños, también hay niñas, pero para jugar con niñas ya tengo la clase de coreografía.

A mi hermana Abi no le gusta la misa de niños. Dice que quiere ir a la misa de mayores, porque ya es mayor. Entonces mis papás le dicen que no, y ella grita, y al final va. Yo creo que no le gusta porque le hacen leer y porque le hacen preguntas. Las hermanas son una lata a veces, siempre protestando.

A mí también me hacen preguntas, y a mí me gusta mucho contestarlas. El cura lee unas historias de Jesús, y luego pregunta sobre lo que ha leído. Yo me siento muy cerca de mi papá. Cuando el cura hace una pregunta, miro a mi papá, y él me dice muy bajito a la oreja lo que hay que decir. Entonces levanto la mano y enseguida lo digo muy fuerte. Siempre está bien lo que digo. Todos se ríen y Ro le dice a mi papá que no me sople. Mi papá no me sopla. Sólo me dice las respuestas. Si Ro quiere que se las diga, que se siente ella la lado de papá.

Algunas veces lo que hay que decir está tan claro que no hace falta que me lo diga mi papá, porque ya lo sé solito. Al final de la misa, el cura dice que demos gracias a Dios por las cosas que tenemos. Un señor que estaba detrás dio gracias por la Navidad. Un niño con gafas que estaba a su lado dio gracias por la familia. Mi mamá dio gracias por la salud. Entonces yo di gracias porque tenemos dinero. Mi papá abrió mucho los ojos, apretó los labios y luego cerró los ojos. Eso es que no sabía que yo también puedo decir cosas bien solito. Qué sorpresa se llevó. El cura dijo: "Claro, claro, también."

Después de la misa, mi papá se queda a una cosa que se llama catecrisis. Un día me quedé a ver qué era, y allí dicen cosas que no entiendo muy bien. Pero ese día, antes de quedarse, otro señor que estaba en la misa se acercó a mi papá y le dijo: "Conque dinero, ¿eh? Bueno es saberlo."

Menos mal que yo lo había dicho. Si no, el señor no lo sabría.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

uy, que interesante. Todo eso hacen en una misa?

Mira tu por donde, en los servicios de Kabbalat Shabat hasta se canta, aqui no?

que interesante la cara que pone Ame saludandonos.

Behemoth dijo...

Como mola tu hijo!
Aunque lo de la misa tiene pinta de tostón para un niño, pero bueno, seguro que cuando vaya a la de mayores echa de menos la de niños.

Alfor dijo...

Kozure, sí, también se canta, pero a Ame no le llama la atención.

Behemoth, hay gustos para todo. A mí me gusta más la de mayores, tradicional y en latín, pero comprendo que a los niños les puede venir mejor otra cosa.