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A partir de más o menos 1956, y con mucha pena y trabajo, las relaciones se suavizaron lo suficiente como para que fuera posible la repatriación de quienes lo desearan, y efectivamente una gran parte lo hizo, de los que una parte volvió, porque, cuando has vivido una parte importante de tu vida en un país, sin ningún contacto con el tuyo, debe resultar difícil adaptarte de vuelta.
Sin embargo, los españoles que quedaron por aquí tampoco eran soviéticos sin más, sino españoles y orgullosos de serlo, y así seguían en contacto entre ellos, en un sitio tan emblemático como el Centro Español. Ya de los originarios niños de la guerra no quedan muchos, porque los más jóvenes pasan con holgura de los setenta, pero están sus hijos, que ya hablan español con un acento ruso bastante evidente. Los nietos conservan de españoles el apellido y el pasaporte, pero lo de la lengua lo llevan bastante peor.
En estas circunstancias, ¿son más españoles o rusos? Pues hay de todo, y basta con ver el cartel de acceso al Centro Español para hacerse una idea. Es un cartel rojigualda que no desmerecería en una sede de Falange, y al lado la recia frase "¡Toquen el timbre!", exclusivamente en castellano. Ésa es su parte española.
Ahora bien, amigo. Será por timbres... ¿Para qué hacerlo simple, pudiendo hacerlo complicado? Hala, a adivinar dónde poner el dedo.
Ésa es su parte rusa.
2 comentarios:
Muchos años por estas tierras ya y mucha sangre con olor a una bebida destilada del centeno o el trigo =)
Bruno, pues sí, pero en honor a la verdad, las veces que he coincidido con alguno de ellos, me han parecido de lo más sobrio.
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