sábado, 27 de diciembre de 2008

Catolicismo en Rusia (II)

En 1917, como quedó dicho en la última entrada, las cosas se pusieron muy feas para la religión. La católica, mucho menos numerosa que la ortodoxa, también sufrió lo suyo. Los avances que había experimentado en los períodos de relativa libertad religiosa quedaron en nada, el clero autóctono fue perseguido, los fieles dispersados, deportados o simplemente eliminados, y los templos cerrados. Hay bastantes historias dramáticas de estos tiempos.

De los lugares de culto que había existido, en Moscú únicamente permaneció uno, la pequeña iglesia de San Luis de los Franceses, adscrita a la representación diplomática francesa y prácticamente vecina de la sede central de ChK, GRU, NKVD y KGB, que tales fueron los nombres que sucesivamente recibieron los servicios secretos soviéticos, y eso no sin dificultades severisimas. Hay quien dice que durante varios años fue el único templo católico abierto al culto en toda Rusia. Había otro, en la entonces Leningrado, la iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, pero no estoy seguro de que estuviese abierto durante todo el período soviético. Si algún lector peterburgués sabe algo más y me lo hace saber, le estaría agradecidísimo.

Esto por lo que hace a la Iglesia Católica de rito latino. Sin embargo, hay que tener en cuenta a los católicos de rito oriental, también conocidos como greco-católicos o uniatas. Dicha iglesia procede de los distintos intentos por parte de Roma de poner fin al cisma de Oriente, el más señalado de los cuales viene del Concilio de Florencia de 1447, en que se llegó al acuerdo de mantener las formas litúrgicas bizantinas, mientras que las iglesias orientales volverían a la comunión con Roma. El intento falló "casi" completamente, y digo casi porque, frente al general rechazo, hubo una parte de la iglesia oriental, básicamente la que territorialmente pertenecía a la Unión Polaco-Lituana, que lo aceptó. Con el tiempo, y con la división de Polonia, todos esos territorios pasaron a formar parte del Imperio Ruso y a significar una importante población de católicos en Rusia. Estos católicos eran -y son- especialmente molestos a la Iglesia Ortodoxa, porque externamente no se diferencian de ellos prácticamente en nada.

El terreno de batalla entre ambas confesiones fue Ucrania Occidental. El Imperio Ruso, tras 1793, fecha en que anexionó dichas tierras, favoreció a la Iglesia Ortodoxa; tras 1917, los capones de los bolcheviques les alcanzaron a todos.

En 1941, Ucrania fue ocupada por los nazis. Los uniatas, que de prorrusos tienen poquísimo, vieron el cielo abierto y colaboraron abiertamente con el ocupante alemán, que tampoco era precisamente prorruso. Los nazis no es lo que llamaríamos beatillos y gente de iglesia, más bien todo lo contrario, pero, puestos a jorobar, jorobaron a los ortodoxos y favorecieron a saco a los uniatas. Para desgracia de éstos, sin embargo, en 1944 los nazis se volvieron por donde habían venido con el rabo entre piernas, y entretanto los bolcheviques habían mitigado mucho sus furias anticlericales (el porqué es una historia muy interesante, pero que dejaré para otra ocasión). En consecuencia, los ortodoxos sacaron a leches a los uniatas de sus templos, mientras los guardias rojos les zurraban a saco. Durante varios decenios, los uniatas pasaron a la clandestinidad, subsistiendo a base de ordenaciones en secreto y eucaristías en plan catacumba.

No hay mal que cien años dure, aunque en este caso la cosa estuvo cerca. En cualquier caso, casi setenta y cinco años después de 1917, la Unión Soviética pasaba a la historia, sin haber logrado su objetivo de aniquilar la tiniebla, la superstición y el poder de los popes. Los popes, y también los curas, estaban allí, incólumes, dirigidos los primeros por un estonio y los segundos por un polaco.

Eso sí, lo de llevarse bien, como que no. Pero eso que quede para el siguiente capítulo de la serie.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Alfor,

Lo sigo leyendo con gusto y me gustaría elogiarlo, pero creo que eso sería muy superficial, puesto que mi ignorancia en casi todas las materias aquí mencionadas es casi completa. Por lo que me atengo a comentarle que es muy probable que en la ex-URSS haya habido un período en el que las iglesias católicas (o todas las iglesias) estuvieron cerradas, pero aquel hecho de compobación algo difícil, quizás sea sólo de interés enciclopédico-estadístico. Lo que sí es comprobable, es que la función de las iglesias, como es sabido, en aquel entonces fue suplantada con éxito por los diversos "Palacios" (los "del pueblo, los pioneros, las juventudes", etc. Es decir, la necesidad de las "masas" de practicar algún rito, culto o algo que se le parezca fue muy bien sublimada por el Sistema. Lo curioso es que hoy por hoy, y digo esto en el sentido total, saliendo de Rusia, esta sublimación persiste, a pesar de que la práctica religiosa sea libre en la mayor parte del mundo "globalizado", en este caso en los Shoppings y los Hipermercados, ya que los Estadios, desde los romanos y por qué no, antes de ellos, siguen vigentes y cada vez más fuertes.
Espero no desviar el sentido de esta entrada, ya que es sobre el "Catolicismo (catoli-sismo?!) en Rusia".

Saludos,

Alfred Muñoz

Alfor dijo...

Estimado Alfred:

No es nada difícil comprobar el escaso número de iglesias abiertas en la década de 1930 en la Unión Soviética, como tampoco es difícil saber el número de templos demolidos, expropiados o convertidos en almacenes. Hay numerosas fuentes que lo testimonian.

Como le podrá decir cualquier persona religiosa, la función de las iglesias no consiste en satisfacer la necesidad de las masas de practicar algún rito, sino, en el caso de las iglesias cristianas, hacer presente a Cristo y preparar el camino a la llegada del Reino de Dios. Lo cual va muchísimo más allá de la liturgia. Es evidente que al Sistema eso no le gusta, y preferiría, como usted, vernos como masas necesitadas de un ritual, pero permítame que disienta.

Y no lo dude, "catolicismo", con ce. No somos católisos, sino católicos.

Anónimo dijo...

Estimado Alfor,

su coherencia es un ejemplo de misioneria, tarea difícil esa, la de propagar la palabra de Dios, escrita (y reescrita) por hombres. En cuanto a su disentimiento con el punto de vista por mi expuesto, es desde ya aceptado.
Sin embargo es curioso que Usted haya visto algun punto en común entre mi persona y el Sistema que de algun modo "atropologiza" a las religiones, incluyendo al catolicismo.
Lo cierto es que yo, haciendo eco a sus ya varias alusiones sismológicas proferidas a aquel hecho histórico de la división de la Iglesia Católica Apostólica Romana(sic), me permití hacer aquel juego de palabras, sin haber previsto que estaba adentrandome a un terreno sagrado, excluyendo, claro está, cualquier pedantismo de Su parte.
Por lo cual, mis sinceras disculpas.

Saludos,
Alfred Muñoz
Tegucigalpa

Alfor dijo...

Alfred, no tiene de qué disculparse. El punto en común que he visto entre usted y el Sistema es el que señala usted mismo en su comentario anterior: que entiende que la función de la Religión consiste en algo así como entretener a las masas. Pero, si fuera eso, le aseguro que el cine es bastante más entretenido que una misa.

Anónimo dijo...

Puede que sea más divertida la discordia, pero Alfor querido, concuerdo con Usted, querido Soldado Fanfarrón.
Es verdad, yo pienso que la función de las iglesias es entretener a la gente.
El cine entretiene mejor?, vamos, hay cada pelicula más llana... Aunque, que va, estimado Alfor, Usted tiene razón. Y se agotó la discusión.
La sigo en el cap. iii que me gustaron las perspicaces palabras de otro de sus habitués, otro soldado, pero nada fanfarrón.

Hasta luego
A.Muñoz