viernes, 7 de noviembre de 2008

Mecenas religiosos

Ekaterimburgo es una ciudad en la que se está construyendo a base de bien. Las grúas abundan, los beneficios empresariales han sido jugosos durantes los últimos años, y los jerifaltes de la gran empresa, incapaces de gastar todos sus beneficios, se dedican a las obras de caridad. Una de las obras de caridad más populares entre la élite empresarial consiste en financiar la construcción de iglesias, que siempre visten mucho y, tras setenta y pico años de estar muy mal vistas, ahora hay escasez.

Traduzco el cartel contiguo, para que el público hispanohablante contemple la munificencia del empresariado local: "El templo y campanario de San Maximiliano ("El Gran Predicador") se está erigiendo gracias a las donaciones de la Compañía Minerometalúrgica de los Urales y de la Compañía Cuprífera de los Urales, por decreto del alcalde de Ekaterimburgo A. M. Chernetsky y con la bendición de Su Eminencia Vikentii, Arzobispo de Ekaterimburgo y Verjotursk."

Entretanto, ha llegado la crisis también a Rusia, las empresas han visto sus beneficios disminuir rápidamente, así que tanto la Compañía Minerometalúrgica de los Urales, como la Compañía Cuprífera del mismo lugar han resuelto espaciar sus donaciones para la construcción del templo. Los andamios exteriores han sido retirados, para su uso en otras construcciones, de las que dan dinero, los interiores permanecen allí no se sabe muy bien para qué, y las grúas han sido desplazadas a otros menesteres más lucrativos. Los trabajadores, por otra parte, han debido ser enviados a sus casas a la espera de que la munificencia empresarial se reanude de alguna manera, porque allí no había ni un alma.

- Estooo... ¿y si quitáramos el cartel? Es que estamos quedando fatal...
- Hombre, pues sí que deberíamos. Pero es que nos costó tres mil euros hacerlo.
- ¿Tres mil euros? ¿Tres mil?
- Pues... sí.
- Pero, ¿quién os ha hecho ese cartel?
- Pues... bueno, fue una empresa... que hace carteles. Sí, hace carteles. Claro, bueno, ha habido que pagar no sólo por el cartel, sino por más cosas. Permisos, y eso. Y el que nos buscó la empresa también quería algo. Y el que le buscó la empresa al que nos buscó la empresa... bueno, también era justo que tuviera una comisión.
- Ya.
- Entonces, ¿qué hacemos?
- Hombre, si ha costado tres mil euros, pues habrá que dejar el cartel.
- Eso pensaba yo.

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Osea que la iglesia se quedó a medias, como la Catedral de Gaudi. Claro que a esta segunda si pretenden acabarla...

Besitosss

Alfor dijo...

Esther, bueno, la Sagrada Familia se financia con aportaciones de los feligreses y con las entradas al recinto, y así van haciendo (estuve hace un mes por allí y tardarán, pero adelantan). En Ekaterimburgo, les costará mucha menos pasta acabarlo, pero parece que los mecenas son menos rumbosos últimamente.