viernes, 21 de diciembre de 2007

Agentes comunistas

Los bolcheviques, que eran gente más rara que bendecir la mesa en un MacDonald's, llegaron al poder en Rusia en 1917 con ganas de no dejar títere con cabeza. A sus manías contra las campanas y contra todo lo que oliera a incienso, unieron una serie de acciones encaminadas a dejar a Rusia de manera que no la conociera ni la madre que la parió, y así, aparte de la eliminación física de una parte considerable de la población y de la ejecución de un intenso programa de obras públicas con mano de obra esclava, despanzurraron al campesinado a base de bien y le obligaron a convertirse en obrero en un caso de alienación laboral sin precedentes en el sector.

Y sin embargo, el campesinado, por otra parte, había aplaudido con las orejas las primeras medidas de los bolcheviques y, en particular, el decreto sobre la tierra, que eliminó la propiedad privada sobre la misma, confiscó las posesiones de los terratenientes y preveía su entrega gratuita a los campesinos... hasta que a partir de 1928 comenzó la colectivización y el desastre. La colectivización tuvo además otro efecto paralelo, consistente en hacer desaparecer las tradiciones populares, muchas de ellas conectadas con las antipáticas campanas y el no menos repulsivo incienso. Y así es. Rusia se quedó casi completamente sin tradiciones, mientras que a los campesinos, que siempre son los que mejor las han guardado, se les iba enviando a las fábricas que se creaban en las ciudades. Durante los últimos años, gentes abnegadas están intentando recuperar tradiciones antiguas, pero me da a mí que la cosa no acabará de salir, porque las tradiciones, una vez perdidas, tienen difícil recuperación. Ya es otra cosa.

Bueno, pues para sustituir las tradiciones perdidas con algo nuevo que no tuviera sospecha de oler a incienso, llegó nuestro amigo Ded Moroz, cuya fiesta no comenzó hasta 1936 (no, no, no tiene siglos). Los niños le tenían miedo al principio, y no es para menos, pero finalmente el proceso de sustitución de todo lo anterior por Ded Moroz ha tenido éxito y ahora tenemos que Ded Moroz ha sobrevivido a sus inventores bolcheviques y aparece hasta en la sopa.

Anteayer, sin ir más lejos, estaba en el colegio de Abi y Ro, como ya se vio. Primero los niños llamaron a su nieta Sneguruchka, que se hizo un poco de rogar, pero apareció:

- (Привет, ребята!) Hola, niños.
- (Привет!!) ¡¡¡Hola!!! - responden a coro.
- (А вы меня узнали?) ¿Me habéis reconocido?
- (Дааааа!!!) ¡¡¡Síiii!!!
- (А кто я?) ¿Y quién soy?
- (Снегурочка!!!) ¡¡¡Snegurochka!!

Snegurochka se puso a jugar un poco con los niños, preparando la llegada del mismísimo Ded Moroz. Y luego dijo:

- ¡Vamos a llamar a Ded Moroz! Gritemos muy fuerte: Dedushka Moroz (Давайте позовём Деда Мороза! Давайте закричим громко: Дедушка Мороз!).

Y todos los niños se pusieron a berrear a grito pelado.

- ¡¡Dedushka Moroz!! (Дедушка Мороз!!)

Ni flores. Ahí no venía nadie.

- ¡Hemos de gritar más fuerte! (Мы должны кричить громче!) -dijo Snegurochka.

Los niños se desgañitaron hasta la exageración.

- ¡¡Dedushka Moroz!! (Дедушка Мороз!!)
- ¿Ya ha llegado? (А он пришёл уже?)
- ¡¡No!! (Нет!)
- ¿Cómo? ¿No está ahí detrás de la cámara? (Как? Разве это не он, за камерой?) -dijo, Snegurochka, señalándome.
- ¡¡No!! (Нет!)

Y un niño, especialmente exaltado, le espetó a Snegurochka.

- ¡No es ése! ¡Ded Moroz es rojo! (Это не он! Дед Мороз - красный!)

Sí, señor. Del todo. Pero a los niños no les importa.

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Jajajaajajaja.... Ahora más que nunca el tal Ded Moroz tiene un exagerado parecido a Papa Noel. Sospecho que es de hecho una copia exacta, jejeje... Y ella?? Bueno, en el rollito "igualdad hombre-mujer" que es una cosa que en la antigua URRSS parece que al menos en la teoría si consideraban, pues digo yo que irán por ahí los tiros ¿no? o lo mismo estoy equivocada, jajajaja...

Besitosssss

Alfor dijo...

Esther, no, los tiros no iban por ahí. La verdad es que Ded Moroz daba bastante miedo y los jerifaltes encargados de organizar la fiesta de Año Nuevo decidieron inventarse a una nieta para que fuera tranquilizando a los niños y preparando su llegada. Pero, ciertamente, es una larga historia.