viernes, 27 de julio de 2007

Gelendzhik, la novia blanca

Después de la primera impresión de Novorossisk, llegamos a Gelendzhik, una ciudad que sólo me sonaba de una canción pop rusa que se puso de moda hace unos años (y que se basaba en otra anterior, pero eso es otra historia).

Замечательный мужик,
меня вывез в Геленджик

Que es en castellano, traduciendo los ripios como buenamente se puede, queda como sigue:

Era un tipo muy chic

que me llevó a Gelendzhik

Gelendzhik, en turco, debe querer decir algo así como "novia blanca". Cuando los turcos otomanos atravesaron el Mar Negro para dominar su orilla septentrional (cosa que consiguieron durante un par de siglos), era primavera y, en lo que ahora es Gelendzhik, los frutales estaban florecidos y toda la orilla parecía que estuviera vestida de blanco. Y por eso la llamaron "novia blanca". Y, efectivamente, la estatua de la novia blanca es la más requerida de la ciudad para hacerse fotos; delante de mí había un buen porrón de gente, pero, con un poco de paciencia, también llegó mi turno.

Gelendzhik es un pueblo mediterráneo, con sus chalés, su paseo marítimo, sus hoteles playeros, sus restaurantes y una animación brutal por la noche, en que los veraneantes salen al paseo marítimo a exhibirse. Vamos, como en cualquier municipio de la costa valenciana, pero con dievushkillas, dimitris y música pop rusa. Y con una bahía soberbia.

Y una cosa especialmente buena: hay una parte de la ciudad (70.000 habitantes en invierno, 300.000 en verano) más silenciosa, donde se puede cenar y conversar con tranquilidad, mirando la bahía de Gelendzhik mientras el faro lanza sus destellos cada medio minuto y la luna, hoy en cuarto creciente, se va desperezando y asoma su color naranja intenso entre las nubes.

El resto de la ciudad es parecido a una zona acústicamente saturada española. Los que van de marcha están de jarana en la calle hasta altas horas de la madrugada, con la música a tope, y los vecinos de la ciudad y los que nos habíamos levantado a las cinco de la mañana para tomar el avión estamos maldiciendo a la puñetera banda que ha contratado nuestro hotel, que estaba tocando Zorba el Griego y ahora le ha dado por el chunda chunda más soez. Jo. Y debajo de mi ventana, tú, también es mala suerte.

En fin, la novia blanca no sabe de medias tintas. Es una preciosidad desconocida en el Mar Negro, pero, si no te va la marcha a saco, mejor rompe con ella y cásate con otra.

3 comentarios:

BAR dijo...

Si se ve que está preciosa Alfor...me encantaría ir allí, si tan sólo pudiera pronunciar su nombre...jejeje

Un beso

Esther Hhhh dijo...

Bonita ciudad... Y bonita estátua. Y se te empieza a notar la edad, Alf, hace unos años no te hubieras quejado de eso... Ainsss ¿qué harías si tuvieras que sufrir todos los días un castillo, más bien flojo, a las 23h, y una despertà, más bien exagerada a las 7h?¿No te habrás hecho un poco ruso con la edad y habrás perdido parte de tus raíces? jejejeje...
Ainssss Madre del Amor Hermoso...

Besitos

Alfor dijo...

BAR, bueno, pues sí es bonito.

Esther, siempre me he quejado de los ruidos en la puerta de mi casa. Y no digamos cuando me he levantado a las cinco de la mañana. En honor a la verdad, precisamente por eso me dormí rápido.