martes, 24 de abril de 2007

No pasa nada

Las primeras páginas de los periódicos de medio mundo están dedicadas nuevamente a Rusia, porque ayer murió Borís Yeltsin, que fue presidente de Rusia entre 1991 y 1999. Es curioso el temor reverencial que, incluso en sus últimos años, despertaba, hasta el punto de que nadie le trataba de "ex-presidente de Rusia", sino de "primer presidente de Rusia", que, ciertamente, queda mucho más fino.

El personaje tenía a estas alturas mucha menos importancia de la que le atribuye la prensa, y la prueba es que nadie se ha dado por enterado del suceso, ni ha cambiado sus costumbres por el mismo. Y eso me da pie a comentar que, en Moscú, ciudad donde ocurren cosas peligrosas con muchísima frecuencia, la gente corriente ha llegado a un punto de indiferencia que no por envidiable resulta menos curioso.

En 1991, durante el golpe de estado comunista, mientras los tanques iba y venían de aquí para allá, y hasta sonaba algún pepinazo, la gente iba tranquilamente, al menos en apariencia, por entre los tanques para ir a comprar el pan; en 1993, en pleno rifirrafe entre el mencionado Yeltsin y el parlamento, con bombardeo incluido del mismo, la gente cruzaba la calle a pocos metros de los tanques; en 1998, cuando la devaluación bestial del 400%, la gente, en lugar de asaltar los centros de poder y cortar la piel a tiras a los responsables del desastre (y no era el primero), se dedicó a comprar, también tranquilamente, con sus últimos rublos. Y la semana pasada, con la convocatoria de manifestaciones múltiples y detenidos diversos en pleno centro de Moscú, la prensa occidental se ha puesto las botas, pero la verdad es que yo vivo bastante cerca de allí y ni me he enterado, ni he alterado demasiado mis costumbres.

Esos sí, la más gorda que viví sucedió en octubre de 2002, cuando un comando de terroristas suicidas chechenos ocupó el teatro de la calle Dubrovka en plena función, tomó cerca de un millar de rehenes entre actores y espectadores y amenazó con volarlo. Como yo vivía a unos tres o cuatrocientos metros de allí, calle abajo, en caso de explosión no sólo tenía todos los números de enterarme de la mascletà, sino de quedarme sin cristales, o algo peor. La calle fue cortada, los trolebuses se agolpaban en los cables, los OMON tomaron posiciones, el ejército hizo lo propio, los tanques apuntaban al edificio... pero, nosotros, tranquilos, seguimos allí, haciendo vida normal (salvo que aparcar se puso difícil) y a los dueños de la tienda de enfrente ni se les ocurrió cerrar. Antes al contrario, tanto policía y tanto militar garantizaba una clientela estupenda mientras durase el rifirrafe.

En fin, que en Moscú, todas esas cosas que aparecen en las portadas de medio mundo, a la población de a pie nos afectan más bien poco. Si lo comparo con mi 23 de febrero de 1981 en Valencia, en pleno golpe de estado con toque de queda incluido y tanques pasando por delante de mi casa, está claro que los españoles somos gente más prudente: no había ni uno por la calle.

5 comentarios:

BAR dijo...

Será que además del frío los rusos creen que nada más podrá vencerlos?

A decir verdad yo le tengo mucho miedo a eso, es decir a salir con tanques en las calles y tener la idea de "ya veremos si regreso a cas", me parece puro y simple conformidad...

No sé , tal vez tendría que vivirlo..y l averdad no me gustaría nada...

BESOS

Esther Hhhh dijo...

Alf, ¿pasaron los tanques por tu calle en el 81? Pues yo no me enteré. ¿No pasaron sólo por las grandes vias? La verdad es que yo ese día me enteré más bien de poco, pero nunca entendí, hasta años después, por qué mi madre estaba tan asustada y por qué no pude ir al cumple de mi amiga María.
Con lo gracioso que estaba el tipo ese de bigotitos diciendo "se sienten, oño" (perdón por la expresión pero es que lo dijo así, incluído lo de saltarse la C)
Lo de Boris me da mucha pena, no por su muerte, si no porque un país como Rusia, donde todo es motivo de celebración y grandes actos, que no le dediquen ni un actito a su borrachín más famoso...
Claro que supongo si se lo dedicarían, sólo que los rusos, tan acostumbrados a tanta parafernalia, como que ni le hicieron casos.. Cachissssss

En fin, en honor al expresi, Besos con vodka, jejeje...

Esther Hhhh dijo...

Por cierto, acabo de darme cuenta de un curioso detalle de la foto, Alf ¿Has visto el cubilete con un montón de lápices rojos?¿Será una alusión al comunismo, o tal vez parte de la decoración navideña, a juego con el árbol de detrás?

Besosssss

Alfor dijo...

BAR, mujer, aburrido no es, pero no diría yo que agradable. Hay gustos para todo.

Esther, los tanques pasaron en el 81 por la esquina de nuestra calle con la avenida del Cid, incluso más cerca de tu casa que de la mía. Por algún sitio tendrían que llegar a las grandes vías, ¿no?

Esther Hhhh dijo...

leñe Alf, pues ahora que lo dices es cierto.. Claro por eso mi mami estaba tan asustada.
Cachusssss con lo que a mi me gustan los tanques y me los perdí por culpa del susto de mi madre. ¿tú crees que si la demando volverán a repetir la entrada en Valencia para mi? jejejejjeeje

Besitos