miércoles, 11 de diciembre de 2019

Cosas buenas de Bruselas: pagando

Bruselas no es una ciudad cara.

Y no entiendo por qué no, seamos claros. Porque vemos los precios de la vivienda en las ciudades geográficamente próximas, y es como para que se le ericen a uno los cabellos. París, Londres... pero, ¿quién se compra una vivienda en París o Londres? ¿Y en Madrid? ¿Cómo lo hacen? ¡Pero si es que un sitio como Luxemburgo, donde no vive más gente que en Alicante, con todos los respetos para Alicante, está desbocado!

Pues Bruselas no es especialmente cara. Vale, estoy seguro que en Norilsk uno compra algo por cuatro chavos, pero es que en Norilsk lo único que puedes encontrar son unos pisos deprimentes para aguantar hasta que la cirrosis acaba contigo. No hay viviendas de postín, porque no hay gente de postín: si eres gente de postín, no vives en Norilsk. Estoy seguro de que los capitostes de las minas de níquel sólo se desplazan allí cuando no hay más remedio, y si pueden se van en el mismo avión privado que les trajo y ni siquiera hacen noche por allí.

En Salvacañete los precios deben también ser bastante moderados, sí. Claro que lo son. Queda una quinta parte, con suerte, de la población que llegó a tener hace un siglo. No voy mucho por allí últimamente, pero me da la impresión de que allí no hay ni okupas. Con la de casas libres que debe haber, no habrá ningún problema en que alguien te venda una por menos precio aún del que se debe pagar en Norilsk.

En Bruselas, se paga un precio, sí, pero no es muy desproporcionado en relación con los salarios que se cobran. Todo depende de las ínfulas que tengas: si te vas a vivir a Molenbeek, a un piso rodeado de islamistas, la verdad es que se ven ofertas muy jugosas. Claro, si lo que quieres es ir a Waterloo (que no es Bruselas, pero está cerca), como el amigo exiliado y su colega, entonces sí que toca aflojar la mosca, pero aún así los precios no son la locura que tiene uno que ver en París o Londres, no. Habrá que convenir que, puestos a elegir lugar de exilio, Puigdemont ha escogido un lugar idóneo, aunque den lugar a chistes fáciles a propósito de la batalla que acabó de hundir a Napoléon.

Lo que no es vivienda, es más caro que en España, sí, pero menos que otros muchos sitios. Salir a un restaurante requiere tener el bolsillo lleno, pero, sobre todo, lo que requiere es tener mucha paciencia y, en todo caso, hay sitios buenos y rápidos, de verdad. Cuando se los descubre, se reconcilia uno con el país.

¿Ah, sí? ¿Que después de haber despotricado a base de bien de la hostelería bruselense, ahora viene el arrepentimiento? Pues sí y, como muestra, en algún momento voy a hablar bien de un restaurante bruselense. Y quizá ese momento esté próximo.

No me atrevo a decir que será en la próxima entrada, porque a saber qué puede pasar y porque hasta yo me estoy extrañando de esta racha de entradas consecutivas, pero, bueno, ¿por qué no?

No hay comentarios: