Si en España están de moda los recortes, en Rusia, y más particularmente en Moscú, lo suyo sólo son los cortes. En particular, los cortes de calles.
Ayer, domingo, fue un día especialmente prolífico en cortes. Uno piensa que un domingo previo a un fin de semana de cuatro días (sí, sí, cuatro, en Rusia nadie trabajará hasta el jueves) debía ser un día poco conflictivo a efectos del tráfico y que se circularía con normalidad. Pero en Moscú todo es posible, incluso complicar la vida de una ciudad en un día como éste, en el que, ojo:
1. Tenían lugar los ensayos para el desfile del día 9 de mayo, en que se conmemora la Victoria (con mayúsculas) en la única guerra que han librado los rusos desde que el mundo es mundo. Las demás son escaramuzas sin importancia. Con tal motivo, procedía cortar casi toda la mañana la calle Tverskaya, la calle Novy Arbat y parte del Sadovoye Koltsó. Es decir, todas las arterias principales que comunican el centro de Moscú con el norte. El ayuntamiento no dice nada, claro, porque el que se meta con el Día de la Victoria es un fascista.
2.- La oposición, en vísperas de la investidura de Putin como presidente, convocó una manifestación en su lugar habitual: por Bolshaya Yakimanka hasta la plaza Bolotnaya, con una asistencia prevista de cinco mil personas, que luego parece que fueron bastantes más. Por tal motivo, procedía cortar las calles destinadas al recorrido de la manifestación y la mayoría de las adyacentes (éstas para poner las cosas difíciles al que quisiera manifestarse con la oposición, claro). El resultado es que las comunicaciones entre el centro de Moscú y las salidas hacia el sur quedaron cortadas.
El ayuntamiento no dice nada y autoriza la concentración de la oposición, que ya estaba dispuesta a llamarle fascista como no lo hiciera, y ya iba aclarando la voz, porque estaba tardando en autorizarla.
3.- Como la oposición había convocado una manifa, el poder no quiso ser menos y convocó otra, esta vez en Poklonnaya Gorá, también lugar habitual en sus mítines. Ello hacía necesario cortar vías como la avenida Kutuzovsky y, con ello, complicar la salida desde el centro hacia el oeste.
El ayuntamiento no tiene más remedio que autorizar la concentración del Frente Popular (sí, se llama así), porque el alcalde quiere seguir siéndolo.
4.- Ajenos a tanto trajín, el honrado club de atletismo que organiza una de las maratones de Moscú decide montar una media maratón (sí, veintiún kilómetros y un poquito) en los alrededores del estadio olímpico. Como consecuencia de ello, hay que cortar la avenida Olimpiysky, las calles adyacentes y un buen cacho más del Sadovoye Koltsó, bloqueando las salidas desde el centro al nordeste.
El ayuntamiento no se opone, claro, porque, ya puestos, qué más dará acabar de jorobar la mañana al personal.
Total, que salir del centro de Moscú era más difícil que salir de Berlín por estas fechas de hace 67 años, con lo que los residentes en él hemos tenido que dar una vuelta impresionante, escapando por el este para pillar un atasco impensable en estas fechas y terminar llegando a nuestro destino por una ruta totalmente absurda.
Pero lo bueno es que no tengo ni idea de cómo se las han montado para sacar tantos policías como ha hecho falta para controlar todo esto. De momento, pasado mañana veremos un testimonio gráfico del asunto.
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