viernes, 12 de agosto de 2011

Impostores (X): el ladroncillo

Habíamos dejado a Marina Mniszech, hace dos entradas, embarazada en Kolomenskoye, y custodiada por el atamán cosaco Iván Zarutsky, al que habíamos visto como uno de los primeros partidarios del Pseudodemetrio II. Éste había sido asesinado en diciembre de 1610. Un mes después nació un niño, al que llamaron Iván Dmitrievich, "como su abuelo" Iván el Terrible. Popularmente, sin embargo, y como era hijo del ladrón de Túshino, se le conocía simplemente como "el ladroncillo".

Marina y su hijo, con el ejército cosaco de Zarutsky, eran una fuerza a considerar, y aquí se vieron las consecuencias de que Marina hubiera sido coronada zarina en 1606, aún antes de casarse con Pseudodemetrio I. En el campamento militar que había formado la primera resistencia contra los polacos, el hijo de Marina fue proclamado heredero del trono. Y, ciertamente, fuera quien fuera el padre del niño, la madre se consideraba zarina, había sido coronada, y no reconocía la renuncia que le había arrancado a la fuerza Basilio IV.

Las disensiones intestinas, una constante de los rusos cuando no hay un tipo duro al que reconozcan todos (Putin lo sabe bien), acabaron con el campamento militar que hubiera debido liberar Moscú de los polacos. Entonces se conoció la noticia de que en Pskov se había levantado Pseudodemetrio III, y Zarutsky le prometió fidelidad e intentó defender sus derechos; pero, como ya sabemos desde la última entrada, la aventura del ladrón de Pskov salió mal, y Zarutsky, Marina y su hijo se vieron forzados a retirarse al sur. Intentaron levantar a los cosacos y dirigirse de nuevo a Moscú; pero, cosa increíble, los cosacos no les hicieron caso en absoluto. Y eso era una señal de que el tiempo de los impostores estaba quedando atrás.

El grupo de Zarutsky consiguió llegar a Astracán, apoderarse de la ciudad, matar al voivoda local y mantenerse en la zona el invierno de 1613-1614.

Para entonces, en Moscú ya los polacos habían abandonado la ciudad y el cónclave que se reunió había elegido a Miguel Romanov, que es el de la imagen, como zar. No es que el tiempo de los impostores estuviera terminando, sino que los tiempos confusos también lo habían hecho, y la única traba a la normalización de Rusia eran Zarutsky, Marina Mniszech y el ladroncillo. Pero les quedaba poco.

En marzo de 1614, el voivoda Simeón Golovin fue enviado por Miguel Romanov a Astracán con un ejército y con las intenciones que pueden suponerse. Astracán se levantó contra Zarutsky, el cual, con Marina, el niño y los cosacos leales que le quedaban se refugió en el Kremlin (no he estado en Astracán, pero tengo entendido que el Kremlin merece la pena). Por la noche, lograron huir al mar Caspio y esconderse cerca de allí, en la orilla. Pero ya la gente estaba demasiado cansada: los cosacos locales delataron su escondite a Golovin, que les hizo prisioneros y les condujo a Moscú fuertemente custodiados. Zarutsky fue torturado y empalado y el infeliz ladroncillo ahorcado públicamente en la puerta de Serpujov de Moscú (más o menos donde ahora está la estación de tren de Paveletsky).

Marina Mniszech fue enviada a Kolomna y encarcelada en su Kremlin. Sobre su suerte final hay diversas versiones y leyendas, pero parece que murió de una enfermedad. Si vais a Kolomna, cosa recomendable en cualquier caso, y visitáis el Kremlin de allí, la torre donde murió Marina Mniszech, y que aún hoy lleva su nombre, está junto al mismo puente, en la esquina de la muralla.

* * *

Y así se terminó el tiempo confuso y los candidatos a reemplazar al infeliz hijo de Iván el Terrible. Y no, no son los únicos impostores, ni mucho menos, que ha habido en Rusia, pero los demás van a quedar para una mejor ocasión, porque esto ya cansa, ¿no?

4 comentarios:

Fernando dijo...

Pues a mí no me ha cansado, me ha resultado unos post muy interesantes.
Saludos

omeda29 dijo...

muy buena parte de la historia espero que sigas escribiendo mas entradas como esta

Alfor dijo...

Fernando, me alegro, me alegro (a lo mejor el que se estaba cansando era yo).

Omeda29, bienvenid¿a? y gracias por tus palabras. De momento lo de la historia lo dejo para más adelante; pero sí, quedan muchas cosas en el tintero.

GAMBRINUS dijo...

Menudo culebrón.
Se nota que los rusos no se andan con tonterías, a lo largo de la historia así lo demuestran.
Eso si,¿como podían tragarse que este tío resucitase tanto?¿es que son así de crédulos?.
Ya la primera resurrección olía a chamusquina.
Muy bueno los posts.
Saludos desde el calor de Andalucía.