miércoles, 1 de diciembre de 2010

Тапочки

Cuando comienza la temporada del barro, hay que tomar medidas para que éste no mancille los hogares de la gente. Por cierto, ¿cuándo comienza la temporada del barro? Bueno, pues la temporada del barro no comienza ni termina, sino que dura todo el año y, como mucho, se transforma, como la energía. Ya sea porque haya nieve, porque llueva, porque caiga aguanieve o porque el suelo esté polvoriento: en Rusia siempre cae algo del cielo; si no es nieve, lo que sea. Y ese algo se queda pegado al suelo.

El resultado es que los zapatos quedan hechos una pena y hay que y hay que hacer algo para que el suelo de la casa de uno no acabe pareciéndose al de la calle, lo cual es un parecido que debe ser evitado so pena de quedar ante las visitas siguientes como unos guarros. La solución es disponer de un cajón lleno de pantuflas, zapatillas de estar por casa, babuchas o como se quieran llamar, con las que calzar a los visitantes.

La situación en mi casa es más o menos ésa. Aquí recibimos a bastante gente y, además, no hay moqueta ni parqué en buena parte de la casa, sino terrazo puro y duro, que en invierno está frío y bien frío. Por lo que he visto por ahí, la gente hace como nosotros (excepto en lo del terrazo), que sólo tiramos las zapatillas cuando están en irreversible estado de descomposición; cuando la cosa se pone fea y llega el momento de cambiar las zapatillas de uno, las viejas no se tiran, sino que se ponen junto a la entrada para que se las pongan las visitas. Cuando no están presentables ni para eso, aún hay quien sólo tira una zapatilla del par, la más achacosa, y forma pares imposibles de zapatillas desparejadas.

Los visitantes extranjeros novatos alucinan obviamente. Muchos pasan directamente, como lo harían en España, de la entrada al salón y sólo se dan cuenta de que han hecho algo inadecuado cuando ven que otros visitantes, más avezados, han tomado unas "tápochki", pues tal es el nombre que este calzado tiene en ruso, y se han cambiado el calzado sin más ceremonias. Entonces preguntan y flipan cuando se dan cuenta de lo que hay.

En España, directamente, ponerse unas zapatillas que sólo Dios sabe por cuántos pies ha pasado es una cochinada. Y yo, cuando intento poner distancia entre mi presente y mi sentido común, para tratar de acercarme a este último, lo veo clarísimo. Por esa pantufla que me calzo despreocupadamente cuando voy de visita puede haber pasado una legión de hongos. De hecho, hay gente que opta por la solución slomónica que hace compatible la limpieza de los suelos y la confianza en la higiene de los pies, y que no es otra sino llevar de casa tus propias zapatillas y cambiarse. A las mujeres les suele caber en el bolso; pero los hombres no solemos llevar bolso, bolsa ni mochila, al menos yendo de visita, por lo que la cosa puede hacerse incómoda.

En los sitios a los que la gente aspira a que la vean como elegante y exudando glamour ésta es precisamente la solución universal. En los teatros y salas de conciertos, las mujeres llegan con una botas de invierno (eso sí, con tacones), se cambian, y se ponen unos zapatitos de charol (con tacones, claro) para lucir pierna. Los hombres, no. Los hombres no nos cambiamos las botazas que lleguemos de la calle. Vamos, alguno habrá tirando a amariconado, pero el común de los mortales de sexo masculino va dejando un rastro de barrillo durante los primeros minutos de su estancia en un teatro, cine o sala de conciertos. Pero al menos ahí hay alguna persona que se resigna a limpiarlo, pero sólo en aras de la dignidad del arte musical o escénico.

Ah, pero, ¿y en los espacios públicos donde la administración es pobretona y no puede pagar a una persona que elimine las inmundicias del suelo?

La solución es radical. Lo veremos en la próxima entrada.

5 comentarios:

Babunita dijo...

¿¿Cuando lo veremos??

¡¡¡Ya nos cunde!!

beloemigrant dijo...

Бахилы!

Kirisuto dijo...

Muy interesante, ya quiero saber que ocurre en esos particulares casos, ahora sabré que hacer cuando pase a un hogar.Te vengo leyendo desde hace un tiempo, voy andar por allá en moscú para marzo estudiando el idioma en la lomonosov. ¿Sabés algo de como son los cuartos?

javier dijo...

Off-topic:

Alfor, tiene ya que currarse un post sobre cómo crees que será la Copa del Mundo del 2018 en Rusia. Con todas esas peculiares costumbres que tienen los rusos ¿Imaginas algunas chapuzas?

Jonh Dos Passos contaba que una vez le tocó ver a un equipo de rusos que tenían que montar la escenografía de una de las galas de Diaghílev. Durante meses los rusos casi no movían ni un dedo, pero faltando una semana entraron todos en una metódica aunque frenética actividad. La gal fue un éxito completo y Dos Passos sentenció: "desde ese día tengo respeto por los métodos rusos".

Alfor dijo...

Babunita, a su disposición, recién salida del teclado. :)

Beloemigrant, riiiiichtig! Freut mich, dass sie sich jetzt mit dem Spanischen beschäftigen.

Kirisuto, pues en la Lomonosov no sé cómo son, pero en la RUDN tendrías que compartirlo con al menos una persona, más frecuentemente con dos, y en casos graves pero cada vez más frecuentes con tres.

Vamos, pero, como en todos los sitios, hay soluciones alternativas dependiendo de la generosidad y los posibles del hospedado.

Javier, sobre el modus laborandi de los rusos hay muchísimo que se puede escribir. Y precisamente llevo unas semanas madurando algo que relatar sobre ello, porque últimamente he estado organizando cosas que ríase usted de la esceonografía del Diaghilev y he sido testigo (y víctima, fatalmente) del choque de culturas laborales que se produce cuando el guiri ejecutivo sin papa de ruso ni de Rusia se cruza con el ruso indolente. Indolente hasta que espabila justo antes de que sea demasiado tarde. Pero lo dejo para otro día, que voy liado.