miércoles, 17 de noviembre de 2010

Apellidos

El meollo de la cuestión no está tanto en los nombres rusos, ni siquiera en los patronímicos, sino en los apellidos, cuyo proceso de formación, en buena medida, es parecido al español, porque proceden con mucha frecuencia de nombres comunes. Así como en España el "Sánchez" dejó de querer decir "hijo de Sancho" para petrificarse y quedarse hereditario de padres a hijos, lo mismo ocurrió con los "Ivanov", "Petrov" o "Vladimirov". Y, sobre todo, "Romanov".

Lo de la terminación en "-ov" se debe a que es la del genitivo en ruso cuando hablamos de personas del género masculino. Hay otra terminación muy frecuente, en "-in", que suele denotar pertenencia a una profesión, como en mi pueblo llamamos "els Moliners" a todos los familiares de los dueños del molino, aunque su apellido no es ése (tienen uno, seguro, pero nadie sabe muy bien cuál es); así, tenemos "Dvoryanin", que probablemente tuvo un antepasado noble, o el nuevo alcalde de Moscú, Sobyanin (ése no sé de dónde viene). "-in" también denota, pues, pertenencia: mi ordenador, según mis hijas, es el "papin kompik", y el miliciano de tráfico que te para para extraerte los rublos de la cartera es, indudablemente, un "sukin syn" (hijo de perra, literalmente, con el mismo sentido figurado que en castellano). Lenin y Stalin, que son dos seudónimos, eligieron está terminación. Y el poeta nacional, Pushkin, debió tener algún antepasado artillero, porque "pushka" quiere decir "cañón".

La tercera terminación que indica que nos hallamos ante un apellido eslavo es "-sky", que muchas veces está relacionado con el origen geográfico del titular, pero no exclusivamente: Kazansky, Orlovsky, Volkonsky, Smolensky, Tulsky... hay la tira. Otra terminación posible en este caso es "-oy", que se suele utilizar cuando la sílaba tónica es la última.

Lo curioso de los apellidos rusos es que son variables. Así como un apellido español es rígido a más no poder, y los Pérez son Pérez en singular, plural, masculino y femenino, los apellido rusos cambian según el género. Si quien los lleva es una mujer, tendremos "Ivanova", "Petrova", "Vladimorova" y "Romanova", igual que "Sobyanina" o "Pushkina". Los que acaban en "-sky", que es la terminación de los adjetivos, pasan al femenino como los adjetivos, con lo que nos encontramos con Kazanskaya, Orlovskaya, Volkonskaya, Smolenskaya y así todos los demás.

Luego están los que acaban en vocal, que suelen ser de origen guiri: Shkuró fue un famoso general cosaco de la guerra civil, Kuindzhi fue un pedazo de pintor de origen griego, Grinkó un actorazo del quince. En estos casos, los adjetivos son invariables, como los españoles, y lo mismo ocurre cuando los apellidos son de origen georgiano, que suelen acabar en "-vili" o "-adze", como Shevardnadze o Gaprindashvili; o los armenios, que tienen tendencia a terminar en "-ián", como Petrosián o Sarkisián. Creo que al actual Ministro de Industria español, Miguel Sebastián, le han preguntado alguna vez si es de origén armenio. Yo creo que, si se llamara Tigrán en lugar de Miguel (que tampoco está mal, no vayamos a creer), los armenios le darían la nacionalidad directamente.

Otros de género invariable son los que acaban en "-uk", que suelen provenir de Ucrania, como Ivanchuk, Abramiuk (ése debe ser de un judío ucraniano, porque el "Abram" canta lo suyo) o Bondarchuk.

Y luego está la pléyade de apellidos alemanes. Los alemanes llegaron en masa a Rusia a mediados del siglo XVIII, aprovechando que tenían a una compatriota, Catalina II, al frente de los destinos del país. En aquel tiempo, por Alemania debían estar bastante chungos, pero ya tenían fama de gente trabajadora, así que las potencias europeas intentaron atraerlos. España también lo intentó para colonizar Sierra Morena, y de ahí procede, como vástago más destacado, un poeta romántico y empalagoso que a mucha gente le gusta lo que no está escrito y que atendía por Gustavo Adolfo Bécquer. Seguro que para sus abuelos era Gustav Adolf Becker.

En Rusia, estaban por todos los sitios, pero especialmente en la zona del Volga medio, donde en tiempos de la Unión Soviética llegaron a tener su propia entidad territorial. Luego las cosas se torcieron y Stalin hizo condenar a muerte a unos cincuenta mil y deportar al resto mucho más al Este. De hecho, son el único grupo étnico que no ha sido rehabilitado después de la perestroika. Otros alemanes residían en las regiones del Báltico, las actuales Estonia y Letonia, cuando se incorporaron al imperio ruso tras la guerra del Norte, a principios del siglo XVIII.

Por sus apellidos son fáciles de distinguir. El actual presidente del Sberbank, la caja de ahorros pública, es un ejemplo de libro: se llama German Oskarovich Gref, pero luego hay muchísimos casos. Ahora me doy cuenta de que los protagonistas de una entrada mía anterior eran, los dos, de origen alemán: el general Miller y Lev Bronstein (bueno, éste era judío), alias Trotzky. En la primera guerra mundial, todo el mundo sabe que los jefes del ejército alemán del Este eran Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff, pero es que en el ejército ruso el jefazo se llamaba nada menos que Paul Georg Edler von Rennenkampf (en letras pequeñas solía poner Pawel Karlowitsch Rennenkampf, pero la verdad es que no disimulaba mucho). Después de las primeras derrotas a manos alemanas, los rusos se enfadaron con él y lo acusaron de traición, pero la verdad es que su apellido no ayudaba mucho.

En realidad, lo que es apellido, en Rusia no los tuvo todo quisqui hasta entrado el siglo XX. Primero lo tuvieron los nobles y la gente que estaba significada; a finales del siglo XVIII los rusos se encontraron con que les había caído buena parte de Polonia en la suerte del reparto. Los polacos, en general, tenían apellido, pero los judíos polacos, que eran un montonazo, no lo tenían. La política rusa respecto a los judíos polacos consistió, en primer lugar, en limitar su establecimiento a Polonia y las regiones limitrofes del Imperio Ruso.

Una podrá pensar que los judíos polacos (ahora rusos) estaban discriminados, pero a lo mejor es que eran unos privilegiados, porque la gran mayoría de la población rusa, que estaba en régimen de servidumbre, ni siquiera podían establecerse en tantos sitios como los judíos.

La segunda medida fue obligarles a ponerse apellidos. Muchos se lo pusieron de los sitios de donde procedían, y a otros se los habían puestos los prusianos o austrohúngaros que ocupaban otras partes de Polonia, así que muchos eran de tipo alemán. Por ejemplo, Bronstein, como Trotsky.

Y así hasta que, tras la abolición de la servidumbre, en 1861, ya a todo el mundo se le hizo ponerse apellidos. Muchos eligieron los apellidos de los terratenientes, que eran los únicos que conocían, y quizá es por eso que hay un elevado porcentaje de apellidos de alcurnia, que eran los que tenían los terratenientes que tenían más siervos. Así que, si os encontráis a un, no sé, Volkonsky, o mismamente Tolstoy, que suena noble, puede ser descendiente del noble o, quizá más probablemente, de alguno de sus siervos que no tenía mucha imaginación y adoptó el nombre del amo sin más.

Pero eso nos llevaría muy lejos, y pasado mañana es el 20-N y celebramos algo. A ver si alguien averigua qué... :-)

6 comentarios:

Fernando dijo...

Alfor, si la BBC no estaba equivocada en unos documentales sobre Rusia que realizó hace tiempo (dicho sea de paso, con un cierto tufo antiruso) te has saltado la primera gran emigración alemana a Rusia: los refugiados de la Guerra de los Treinta Años. La emigración de los tiempos de Catalina se concentró en el Volga, pero aquellos refugiados se repartieron por toda Rusia y en Moscú crearon un famoso barrio, el Arbad.
¿Los apellidos terminados en ko, como Gromyko, y en enko no son también ucranianos?
Saludos

Alfina dijo...

En España el apellido que más llama la atención es el de la mujer del Sr. Putin... ji ji ji.
Pobreta... además ella habla español perfectamente.

Alfor dijo...

Fernando, es que la emigración de la guerra de los Treinta Años fue mucho menos masiva. En cualquier caso, alemanes había habido desde mucho antes, con ese Drang nach Osten que les caracteriza, y su barrio en Moscú era la "Nemetskaya Slovoda".

Cierto: los apellidos en -enko, como Chernenko, son de origen ucraniano. Y veo que también me he dejado los apellidos musulmanes, que también se las traen. Es lo que tiene ir de cráneo y seguir escribiendo...

Para compensar, a ver si escribo una entrada en condiciones para el 20-N, que es un día importante.

Alfina, jo, ya lo creo. Pero al revés también pasa con apellidos españoles. Nunca olvidaré lo que me reí viendo la cara que ponían los rusos cuando yo iba con una señora apellidada "Huidobro", que además aspiraba la hache. Tremendo.

Albert el papú dijo...

20-N? Celebrarás la fiesta musulmana del cordero? Porque desde luego que aquí en España está siendo un bombazo y según me comentan, en Moscú no os chupáis el dedo...

Alfor dijo...

Al'bert, las sarracenadas, en tierra de infieles. En mi casa comemos chorizo. :-)

javier dijo...

Cuente, cuente ¿Qué significa para los rusos "Huidobro"?