Cuando los ya casi ex-comunistas le devolvieron el monasterio de San Nilo de Stolobny a la Iglesia Ortodoxa, la isla estaba hecha un asquito lamentable y lo que podía destinar la iglesia a reparar aquello no era ni calderilla en comparación con lo que se necesitaba. Es cierto que la iglesia dispuso en los años noventa de unas fuentes de financiación que, por contradictorio que parezca, sólo se pueden calificar de poco ortodoxas, pero ni eso bastó a atender la tira de obras que tenían que hacerse.
A San Nilo de Stolobny llegó un nuevo abad, el archimandrita Vasiano, que a sus 63 años se puso a la cabeza del problema y se ha tirado veinte años en un estado de obra continua, hasta que en mayo pasado murió. La verdad es que el tío se lo curró muchísimo, y la prueba es el estado en que se encuentra el monasterio ahora. Ahí van unas cuantas fotos para ilustrar el asunto.
Al monasterio se puede llegar de dos maneras. La más fácil, por tierra, desde Ostashkov. Antes no se podía llegar por tierra sin un remojón de unos cincuenta metros, pero se construyó un pontón que permite a los visitantes pasar a pie enjuto. También permitió a todos tipo de comerciantes, vendedores de pescado (anguilas, sobre todo) y de todo tipo de recuerdos instalar sus tenderetes en el mismo. Porque dentro del monasterio sólo se venden los productos fabricados en el mismo (miel y pan, tampoco mucho más). Un monje ya nos dijo que ellos, cuando pescan, o se comen el pescado enseguida o lo meten a todo correr en las neveras que tienen, porque a las tres horas la anguila ya comienza a pudrirse.
Considerando el calorazo que hacía y que estas buenas personas personas llevaban allí toda la mañana, aun suponiendo que hubieran pescado las anguilas de madrugada, prefiero no pensar en qué condiciones podía estar aquello. Oler, os aseguro que olía.
Pero la forma tradicional y, desde luego, más bonita, para llegar al monasterio es desde el lago, con lo que tenemos la espectacular vista de la foto de arriba. La puerta que se ve en primer término es el acceso al monasterio y es por donde las procesiones accedían desde Ostashkov, para luego continuar por la isla.
Claro que no es oro todo lo que reluce. La reconstrucción del monasterio persiguió en primer lugar impresionar al visitante, y por eso arreglaron con todo ornato las partes visibles desde el exterior. El resto de los edificios aún están como los habían dejado los bolcheviques, con lo que se puede ver que la conservación del patrimonio histórico-artístico como que no iba con ellos. Por cierto que una parte del monasterio, que ahora está destinado a albergar las celdas de los monjes, pasará a hospedería cuando se termine otro edificio que está en obras, con lo que siempre podrá uno venir a pasar unos días en paz.
La tumba de San Nilo, como quedó dicho, fue profanada por los bolcheviques y de la capilla que había sobre la misma no quedó apenas piedra sobre piedra. Se están llevando a cabo excavaciones, las de arriba, pero hay que reconocer que el agujerón que se han montado queda por lo menos feo.
Al lado del agujero, y me imagino que en tanto construyen otra capilla, han puesto lo que suponen que es la tumba de San Nilo, con una cruz grande y un montón de piedras, pero entre sí dicen que no es que estén muy seguros de que fuera enterrado allí.
Y al lado de la tumba de San Nilo, han enterrado (esta vez sí que es seguro que estaba ahí) al segundo fundador del monasterio, el archimandrita Vasiano. Como murió en mayo, aún no les ha dado tiempo a construir algo más sólido, pero supongo que ya lo harán.
Con tanto visitante, sobre todo en fin de semana, la paz del monasterio se ve bastante turbada. Aunque los visitantes, por regla general, seamos buenos chicos, acatemos religiosamente las normas de comportamiento y mantengamos un silencio adecuado, nuestra sola presencia ya marea a los monjes, y os aseguro que allí hay monjes y no pocos. Al final de la isla han construido un oratorio para rezar tranquilamente y que no les moleste nadie. Y allí ya no podemos pasar los visitantes.
¿De qué vive el monasterio? Vive principalmente del trabajo de los monjes, como en los monasterios medievales de toda la vida. Seguro que reciben donativos de gente con posibles de la región de Tver, y además hay bastante gente que se queda en el monasterio a pasar unos días y trabaja a base de bien a cambio de cama y comida. Lo que es comida, no hay problema, porque el lago proporciona de todo y también tienen su huerta. Además, se han reconstruido las fábricas y los hornos. En el monasterio se produce miel, pan, mermeladas... y una parte se consume dentro y otra se vende fuera. Ahí, en la foto de arriba, están las fábricas.
La iglesia central, ésta sí, se ha reconstruido de cabo a rabo y desde todos los ángulos posibles. Y les ha quedado pero que muy bien. Ahí arriba hay un reloj en una de las torres puntiagudas, y se ve que marca las doce menos cuarto. Lo que pasa es que, cuando hice la foto, era la una y veinte. Veamos el reloj desde un poco más cerca.
En este reloj siempre son las doce menos cuarto. El mensaje que trata de transmitir al visitante es que, al acabar el día, el cristiano siempre debe dejar quince minutos para la oración y para revisar qué es lo que ha hecho durante el mismo.
Y, para acabar, un pequeño detalle que ya vimos. Una placa, en ruso y en polaco, rememora a los prisioneros polacos que luego fueron asesinados en Kalinin y que aparecieron en las fosas comunes de Katýn, muchos de los cuales estuvieron prisioneros en la isla de Stolobny.
Y con esto nos vamos del monasterio ¿Demasiada paz? Puede. Así que ha llegado el momento de abandonar la vida monástica y volver, en la siguiente entrada, al mundanal ruido procedente de la ciudad más poblada de Europa.
Echaremos de menos el monasterio, ya lo creo...
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