viernes, 8 de febrero de 2008

Ciclismo de invierno

Había escrito en la última ocasión que escribiría sobre bicicletas en invierno. Ya sé que normalmente escribo que voy a escribir sobre cosas y luego no lo hago; pero eso no hay que achacarlo a que incumplo mi palabra. Sólo es que no tengo prisa.

Esta vez sí. Como estamos en invierno, birria de invierno, pero invierno al fin, y es posible que la cosa no dure mucho más, voy a aprovechar. El que lea esto con regularidad ya sabe que no es que me gusten las bicicletas, es que a la que puedo no me desplazo en otra cosa, e incluso, en los felices años de estudiante (yo no lo sabía, pero eran felices) pasé veranos enteros recorriendo la provincia de Valencia sobre el sillín de mi ya entonces atrasada Orbea (la que siempre se estropea) con cambio de marchas de palanca que me dejó tirado en más de un puerto de segunda chirriando los dientes.

Mis experiencias ciclistas con nieve, sin embargo, son más exiguas. Cuando me fui a estudiar a Alemania y empezó a nevar (nunca había visto nieve antes de eso, quién me lo iba a decir ahora) aposté con un compañero, italiano él y no menos ciclista que yo, que aguantaría yendo en bicicleta más que él. Estuve resbalando unos cuantos días por los bosques cercanos a la Universidad, hasta que un día el italiano llegó a clase con los pantalones hechos una pena, embarrados hasta la entrepierna, y me dijo que se había caído y que abandonaba. Yo todavía fui al día siguiente a clase en bicicleta (para ganar, claro), y luego abandoné también hasta que el suelo estuvo más practicable. Fanfarrón, vale, sí; pero tonterías, las justas.

En Rusia no lo he hecho nunca. Sí que lo he pensado, pero no lo he hecho, más allá de un alargamiento del otoño quizá un poco más de lo prudente. Hace un par de años, me encontré en una fiestecilla casera con un ruso que iba en bicicleta.

- ¡Hombre! Yo también voy cuando puedo.
- ¿Ah, sí?
- Sí, oye, ¿y vas en invierno?

El ruso se me quedó mirando.

- Pues alguna vez sí que he ido, pero he dejado de hacerlo, porque tenía que cambiarme de ropa de arriba a abajo al llegar a los sitios.

He ahí el verdadero problema. Lo de la bici tiene mal arreglo a no ser que trabajes en un sitio donde puedas ir mojado o hecho unos zorros, cosa que, lamentablemente, no es mi caso desde los felices tiempos en que me pasaba el día con la azada en la mano quitando hierbas o haciendo caballones en los campos (bueno, aquellos tiempos, bien pensado, quizá no fueran tan felices). Efectivamente, como ya hemos visto hace nada, los charcos de nieve mezclada con tierra y otras porquerías abundan y los coches no es que hagan mucho por eludirlos; el resultado es que sólo puedes permitirte este medio de transporte si al llegar al trabajo te pones un mono y dejas la ropa a secar hasta que te toque volver.

Pero, para mi sorpresa, porque no he visto ninguno, resulta que hay gente inasequible al desaliento que utiliza la bicicleta round-the-year. Y para ilustrarlo, aunque la entrada se haga larguísima, voy a reproducir un artículo del Moscow Times de hace un par de semanas que me llamó la atención.

Nota (o "Disclaimer", como dirían ellos): Yo ya sé que el Moscow Times es un panfletillo pro-yanqui que los rusófilos (y no sólo ellos) desprecian por eso mismo; pero, como está escrito para guiris, y más si los guiris son gringos analfabetos en ruso, a veces cuentan cosas interesantes para ellos, que en la prensa rusa no aparecen porque no reparan en que puedan ser interesantes o curiosas para alguien. Vamos, que no es de extrañar que aparezcan en esta bitácora que, en el fondo, va de eso: de cosas curiosas que pasan por aquí. Pero prometo (sin prisas, que quede claro) en una próxima entrada citar cosas del periódico que verdaderamente sigo con veneración y que no es el Moscow Times.

Os dejo con ellos. Las fotos son suyas (y las notas entre paréntesis, mías)

An Extreme Winter Sport

By Maria Antonova
Staff Writer

Moscow bicyclist Andrei Kuznetsov has one complaint -- biking when temperatures dip below minus 15 degrees Celsius turns his beard to ice after a few minutes (eso es verdad, jo, ya me pasó en Alemania a -12º).

Since 1995, he has exclusively used his bicycle to get around the city, rain, shine or freezing cold winter. On a given day, he can commute from Skhodnenskaya in the northwest to Kolomenskoye in the southeast and back again (para que os hagáis una idea, no menos de 35 kilómetros en cada dirección. Lo podéis creer o no. Yo no estoy seguro). Each way takes him about 1 1/2 hours. "It would take two hours driving, so I actually save time," said Kuznetsov, who, though he can afford a car, does not own one.

As traffic worsens and the cost of public transportation increases every January, many people are considering using their bikes in the city (hombre, tanto como "many"...). The Bicycle Transport Union estimates that over 3 million Muscovites own bikes. According to some bike enthusiasts, it is not the climate that stops people from biking, but lack of infrastructure, public support and road safety (sí, esas tres cosas sí, pero el clima yo diría que cuenta un poquito).

Igor Nalimov has been studying the "bikefication" of European cities and advocating for bike-friendly measures for the past five years. In October, he created the Bicycle Transport Union, which is pushing city authorities to improve bicycle infrastructure.

"Stores sell half a million bikes in Moscow every year, the potential is tremendous," he said, adding that climate is not the main problem. In Helsinki, 10 percent of all passenger trips are on bikes (sí, pero Helsinki es de grande como un barrio de Moscú). Central Moscow, with its daily flood of 2.3 million commuters, is one of the few prefectures that have included modest changes to its urban planning, promising to install bike racks by the metro stations, Nalimov said (¿Eso es todo? Y tan "modest").

Unfortunately, Mayor Yury Luzhkov has turned a deaf ear to the bicycle problem, making an exception on only one occasion when he sent two officials to Paris to study the Velib urban bike rental system, said Nalimov.

"When they came back, they pressed for an enormous sum to be budgeted for the creation of something similar in Moscow. We think it's a very bad idea - the money will just disappear, solving none of the structural problems," Nalimov said (Je, je, cómo los conoce). The first steps should be simple public support for bikers and basic structural changes like flattening curbs and adding bike lanes.

Not many bikers have the patience of Nalimov, who regularly attends Moscow urban planning meetings and bombards the city government with letters and propositions (Sí, sí, hay gente así). Critical Mass, the international social movement of monthly bike rides, started a Moscow chapter in 2004, but it has little dialogue with the authorities. The last Saturday of every month, Moscow bikers depart from Turgenev Square in order to prove that interest in biking is there. Only a few participate in the winter months, but summer attendance can reach 200, said Dmitry Kokorev, head of the Moscow branch (Prometo ir un día con el bulto misterioso y hacer de corresponsal para los lectores de este blog. Sí, es otra de esas promesas que cumpliré sin prisa).

Since Moscow was not designed for bicyclists, the quest to make it more bike-friendly must start from square one.

Dubna, a city in the north of the Moscow region, has a different problem. It was founded in 1956 as a city for atomic physicists, with infrastructure that included bicycle lanes and racks by every residential building or industrial facility.

"Dubna has always had a really strong bike culture: kids biked to school, and academics biked to particle accelerators," said Alexei Nikitsky, head of the Velodubna association, a group that formed last summer with the goal to preserve what he called the city's bicycle transit microclimate. This microclimate is being transformed by increased motorization. One local enterprise had recently done away with a rack that held 1,000 bicycles. The space is now occupied by eight cars. Likewise, old bike paths serve as improvised parking strips.

"For many Russians, driving has become a status thing, and biking is associated with poverty. The problem is that we are headed toward a collapse in the system, and in a few years people will inevitably seek alternatives to driving. It makes more sense to preserve the town's old bike infrastructure instead of spending huge amounts in the future to develop it from scratch," Nikitsky said.

Few practical measures have been undertaken so far in response to Velodubna's letters and propositions. But the group is supported by a local furniture company owner, who is considering financing a huge wooden bicycle monument (Ahhhhh, van a arreglar el asunto con monumentos. Ya veo). And when Velodubna members proposed a citywide bike parade last summer, the demonstration was enthusiastically accompanied by traffic police.

In the winter, Dubna is overrun with ice fishermen on bikes every weekend. Wobbling over the ice of the Ivankovskoye reservoir, hundreds of men pedal as far as three kilometers into the reservoir with their fishing gear and return at sunset. Yearly drowning accidents don't stop them, nor does the winter climate.

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

No sé a ti, Alfito, pero a mí no me convencen... Creo que yo en invierno, igual que haces tú, aparcaría la bici en Moscú. Pero si ya se me helaban las manos en Valencia, cuando me desplazaba a todas partes en mi querida bici... Ainsssssss

Besitossss

Alfor dijo...

Estherita, por favor, no seas melindrosa, que los guantes existen. Si yo aparco la bici es porque la ciudad está pésimamente iluminada, porque hay barro, charcos y placas de hielo y porque me pasaría más tiempo en la ducha que en la bici. Pero por el frío (¿qué frío?) no.