jueves, 27 de diciembre de 2007

Guerrilla fanfarrona (I): el método Sprite

Y, bien, la apurada y apretada situación en que acabó la última entrada da pie a una lista de sugerencias de métodos para no sufrir solo, sino, por lo menos, de manera solidaria con el causante del sufrimiento.

Método 1: El método "Sprite"

- Señorita...
- ¿Sí?
- ¿No tendría una lata de Sprite?
- Enseguida se la traigo.

Afortunadamente, vale cualquier otra lata de refresco. La azafata trajo la lata (7-up, en este caso), yo me la bebí y, una vez consumida, la doblé de manera que quedara en forma irregular. Si sois muy malos, es preferible la forma puntiaguda; si sois sólo traviesos, podéis dejar el canto redondeado de la lata como arista de combate, que suele ser bastante.

Acto seguido, hay que colocar la lata en el bolsillo del asiento delantero, en contacto directo con el respaldo. Tras la lata, se coloca la revista de a bordo (la de Aeroflot es bastante voluminosa, lo cual protege las rodillas). Entonces, se presiona con las rodillas sobre la revista de a bordo, que, a su vez, presiona sobre la lata (recordemos que presenta aristas irregulares). La lata crea una irregularidad sobre el respaldo delantero, el descanso de cuyo ocupante se ve interrumpido.

- Oiga, uhté. Me ehtá molehtando con lah rodillah.
- Lo lamento muchísimo.
- Eh que yo puedo bajá lasiento, ¿sabe? Eh lestánda del avió.
- Sí, sí, si tiene usted todo el derecho del mundo. Claro que sí.

Cuando vuelva a reclinarse, es bastante efectivo ir alternando la presión sobre el asiento delantero, presionando cada vez con una rodilla diferente. De esta manera se conjura el peligro de que el compañero de viaje se acomode a la situación.

Al final, el compañero cambió de sitio con su mujer, pero ésta tampoco subió el asiento lo más mínimo. Como parecía que no le afectaba mucho lo de la lata, que ya estaba hecha un churro, había que continuar con el hombre, que parecía más vulnerable. Alfina decidió levantarse y yo "tuve" que ocupar su asiento, quedando de nuevo justo detrás del hombre. Una pequeña presión de las rodillas, y el hombre se dio la vuelta, mientras yo leía un libro muy ocupado.

- Me ha cambiado de asiento, y ahí ehtá uhté detráh y sigue molehtándome.
- Le aseguro que no es mi intención; pero, claro, yo tampoco voy cómodo tan apretado.
- Le repito que eh lestánda del avión, que tiene unah medida que son éhtah.
- Por supuesto.

Como la cosa ya era un poco repetitiva y aburrida, decidí cambiar la táctica guerrillera, lo cual queda para la siguiente entrada.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Eso de la lata es genial! Lástima tengo de no saberlo antes, cuando viajaba en un autobús aquí en España, toda la noche, embarazada, con el asiento de un tíó trajeado en mis rodillas y sus constantes quejas porque le molestaba en su apacible sueño...... :)

Inmi

Alfor dijo...

Inmi, gracias, gracias, ya sabe un método de autodefensa frente a gente insolidaria. En la siguiente entrada hay más.

Esther Hhhh dijo...

Buenísimo Alfito, voy a seguir, jejejejjee

Besitos