Después de mi último viaje a España, he llegado a la dolorosa conclusión de que, en nuestro país, los conductores nos adocenamos y perdemos el valor y la audacia que debe acompañar, por si acaso vienen mal dadas, a todo usuario de las vías públicas.
Un día, no hace ni dos semanas, me asomé por el Maestrazgo en busca de objetivos para visitar con mi familia durante las vacaciones de Navidad. Así, iba yo por el tortuoso puerto de Querol, con sol a raudales y un firme excelente, volviendo de Morella hacia Valencia, y pensando entre mí:
"Ostras, Pedrín, qué pedazo de puerto. Morella está muy bien, pero yo por aquí no me pongo a conducir en enero ¡La de placas de hielo que puede haber! Y eso si no nieva... La leche, qué curva viene... Bueno, ya está, una menos. Y aquí en enero puede nevar..."
(Venía yo muy aleccionado de que Morella, que pasaba por castillo inexpugnable, fue tomada en enero de 1838 por un brigadier y setenta y cinco hombres durante una tormenta de nieve que les permitió colarse hasta la cocina y poner en fuga a la guarnición, mucho más numerosa que ellos. Así que, en enero, nieve hay).
"Nada, nada, descartamos Morella como objetivo. Ya vendremos en verano. La carretera sólo tiene diez kilómetros malos, pero no es cuestión de jugársela."
Sólo diez días después, me encuentro en la carretera de Ryazán a Spassk-Ryazansky, el equivalente a una comarcal española de las muy malas, a doscientos kilómetros de Moscú, conduciendo bajo una tempestad de nieve, con visibilidad poco más que aleatoria, de noche cerrada, tragando saliva, apartando a base de limpiaparabrisas los trocitos de nieve y barro con los que el coche que me precede adorna mi luneta delantera, a cincuenta por hora como mucho. En España, cualquier carretera en esas condiciones sería cerrada inmediatamente; en Rusia, la circulación es totalmente normal.
"¿Pero yo qué hago aquí? ¡Si no me gusta conducir con nieve! ¡Si yo no quería!"
En fin, que los conductores españoles, con tanta autovía y tanta seguridad vial, estamos amariconados. Que nos metan un par de meses en una comarcal rusa, resbalando por las placas de hielo y eludiendo los montones de nieve, y luego que nos vuelvan a hablar de los peligros de las vías públicas ¡Será posible...!
Después de esto, este enero soy capaz de subir a Morella con nieve, a dos ruedas y en marcha atrás.
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Hace 2 semanas
4 comentarios:
jajaja...es enantador, ver como dos culturas diferentes se funden contigo, me fascina el hecho de que lo que en una parte es casi imposible, en otra sea cosa de diario...
Yo no te puedo hablar de los problemas de la nieve, porque aquí en México no neva...lo cual es muy triste...
Saludos
Ains Alf... Espero que no te refieras a la bici, con eso de dos ruedas y marcha atrás, porque el puerto de Morella con nieve en pleno invierno debe ser poco menos que imposible para subirlo con una dos ruedas....
Y por supuesto, tú a subirtelo con el coche en enero ¿sabes lo bonita que está Morella y todo el maestrazgo en general, con la nieve?
De postal, amigo, de postal... Claro que como sigan las cosas así, lo mismo no nieva hasta marzo, así que tú de todos modos tranqui...
Besitosssssss
PD: Ah, una cosa, no vayas a decir esto que dices en tu post en jefatura de tráfico, que con lo tiquismiquis que se han puesto con los puntos, lo mismo te cuesta un saldo de cinco y no es plan...
BAR, no sabes la suerte que tienes.
Esther, tranquila: ya sabes que yo le doy mucha importancia a los puntos.
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