miércoles, 21 de junio de 2006

Todos los guiris somos iguales


Universidad Estatal de Medicina de Tiflis. Aquí, como también sucede a menudo en Rusia, las universidades constan de una sola facultad, en este caso de medicina. Hoken y yo bajamos del taxi destartalado que, tras más vueltas y revueltas de las esperadas, nos ha traído hasta allí y, tras algunas preguntas en ruso, idioma que evidentemente se va olvidando poco a poco en este país, entramos en el edificio del rectorado, donde también está el departamento de relaciones internacionales que nos interesa.

- A ver si preguntamos por la persona que venimos a visitar, y a quién lo hacemos.

A nuestra derecha, una mujer nos hace señas de que la sigamos.

- Mira, debe ser ésta.

La seguimos, abre una puerta a su izquierda, y vemos que es un auditorio de tamaño respetable, con un estrado en el que habla un orador y donde hay varios sitios libres. A esto no veníamos. Encerrona. La mujer nos dice algo en georgiano, y luego llama en voz baja a otra mujer que se levanta de la última fila y a un hombre alto y barbudo que nos mira, se levanta también y nos aborda. El orador se detiene y nos mira, con aspecto de invitarnos a ocupar los sitios libres y secundarle en su charla.

El barbudo se presenta con un nombre interminable.

- Alf -le respondo, estrechándole la mano.
- ¿British Council? -me pregunta, y yo le miro incrédulo.
- No, soy español, y busco a... ¿cómo se llama la tía a la que buscamos?

Hoken saca un papel doblado, lo desdobla y lee:

- Nana Maglakelidze.

El barbudo levanta las manos al cielo y vuelve a su sitio. Las dos mujeres hablan entre ellas en su incomprensible lengua y la que nos había traído allí, algo corrida, nos saca y nos guía por los ruinosos pasillos de la universidad. Y es que, así como para nosotros todos los georgianos se parecen, supongo que, para ellos, todos los extranjeros somos, en primer lugar, eso, extranjeros. Y nos confunden.

Después de todo, nosotros también pensamos que los chinos o los negros, por ejemplo, son todos iguales. Nihil novum sub sole.

4 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

¿Y al final disteis con la señora en cuestión?
Supongo que tienes razón, en realidad para quien no nos conoce todos debemos parecer lo mismo, hablando raro y con pintas raras...
besos

Alfor dijo...

¡Hombre si dimos con la señora en cuestión! Para eso nos pagan, para ejecutar misiones de dificultad elevada (autobombo, sí).

Esther Hhhh dijo...

Atención es forfón Al forfón, el agente con licencia 227 licencia para misiones arriesgadas desde la ribera del xuquer a la del (¿cual era ei río ese de moscú?) pues a esa... ala, toma
Agente, le advierto que sus sistemas de encriptación están siendo sometidos a las más altas pruebas de decodificación... Daremos con la clave..
Y vaya con cuidado con ese tipo de señoras que busca, pues suelen ser más peligrosas de lo que aparentan...
Besos
je
je
je

Alfor dijo...

Decodifica, decodifica...

El peligro de la señora, una vez que la encontramos, consistía en que no paraba de hablar y hablar y hablar.