Después de haber visto que, efectivamente, los arquitectos soviéticos eran perfectamente capaces de dar a los edificios que construían la forma de hoz y martillo, tanto en Ekaterimburgo como en Moscú, y donde hiciera falta, vamos a ser algo más indulgentes con ellos. Después de todo, dar a la planta de los edificios una forma particular no es un invento de ellos. Es bien sabido que las iglesias católicas tienen planta de cruz, e incluso el demonio siempre ha tenido la pretensión de imitar a Dios, así que no era de extrañar que también los bolcheviques intentasen emplear sus propios signos, aunque, ciertamente, el dibujito de la hoz y el martillo era más bien poco práctico a la hora de planificar, así que los arquitectos soviéticos se quedaron simplemente, apuntando el signo, no siguiéndolo a rajatabla, lo que hubiera dado lugar a un edificio con demasiado espacio perdido, y en todo caso difícilmente habitable.
Pero sigamos con el Google Earth y con el Google Maps. Menudo invento. Gracias a él, podemos admirar hoy desde nuestra casa el lugar en el que la arquitectura constructivista dio el do de pecho, que no es otro sitio que la ciudad de Ivánovo.
Ivánovo es uno de los lugares más discriminados del Anillo de Oro, ese círculo de ciudades de la Rusia antigua situado al nordeste de Moscú y que merecen la pena una visita y hasta dos. La verdad es que Ivánovo lo tiene casi todo para ser discriminada: es una ciudad casi nueva, pues fue fundada en 1871, aunque por allí había pobladores desde el siglo XVI; es una ciudad netamente industrial, ya desde su creación, y además de la industria textil, lo que le trae una crisis galopante por la competencia china; no tiene apenas iglesias ni edificios antiguos, y casi todas las que tenía fueron arrasadas cuando la revolución soviética; es un sitio que hasta hace nada ha sido más rojo que un pimiento (y eso ya no se lleva, no, señor), y además lo ha sido siempre, hasta el punto de que la ciudad se enorgullece de haber sido la sede del primer sóviet y, por si fuera poco, teatro de actividades de Mijaíl Frunze, el militar rojo más ilustre de la guerra civil soviética (de hecho fue el que derrotó, entre otros, a Kolchak, citado en la entrada anterior).
Sin embargo, Ivánovo está mucho mejor de lo que su fama indica. Es una ciudad tranquila, industrial, donde la vida es más lenta que tres mujeres en una tienda de manteles y, eso sí, pésimamente comunicada, pero desde el punto de vista arquitectónico tiene algunos ejemplos notables, sobre todo si usamos la vista de satélite. Vamos allá con el primer ejemplo:
Parece un edificio normal y corriente, pero se conoce como "Casa barco" (Dom-korabl'), porque efectivamente fue construido para que pareciera un barco. desde arriba se ve como sigue:
Y, con el Goggle Earth, conseguimos una vista un poco aplastada, pero queda claro.
El edificio es de 1930, y uno no puede dejar de pensar que quizá los Monty Python se inspiraron en esta historia de los edificios navíos para uno de sus episodios más famosos, que es el que sigue a continuación:
Da que pensar, ¿no? En todo caso, lo que se puede ver a vista de pájaro en Ivánovo no termina con la Casa Barco. Lo veremos en una próxima entrada.
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