miércoles, 6 de enero de 2010

El viaje a España (II): el metro

Efectivamente, como Andriey había supuesto en su último comentario, la única esperanza para llegar al aeropuerto a tiempo consistía en un medio de transporte que no tuviera nada que ver con las atestadas calzadas moscovitas. El helicóptero o el helitaxi no están a nuestro alcance (aunque en Moscú creo que ya hay algunos experimentos para gente muuuy forrada), así que sólo nos quedaba... el metro.

El metro es el medio de transporte natural cuando viajas solo, tu equipaje es una mochilita de ataque y estás en un día primaveral y agradable.

Cuando viajas con tu mujer y tus tres hijos, tu equipaje son tres maletas, una de ellas de levantador de piedra, y fuera estás a cosa de diez bajo cero y lleva nevando varios días con alegría navideña, el metro es, como muy bien dice Andriey, algo que no le desearías ni a tu peor enemigo ¿Por qué? Ahora veréis.

Primero, sal de casa. Siempre hay un niño (en nuestro caso es Ro) que se pone sensible con la separación de tres semanas y comienza a llorar y a despedirse largamente. Y es que, para un niño, tres semanas es una eternidad. Cuando hay taxista, hay un elemento perentorio que obliga a no andarse con chiquitas, coger a la niña, que aún pesa poco, colocarla en su asiento y ponerse los tapones en los oídos hasta que se pase la llantina. Si no hay taxi, te vas andando y la niña vuelve la cabeza atrás con frecuencia, y no están los plazos como para irse entreteniendo.

Lo segundo, moviliza tu equipaje. Y eso que soy afortunado y vivo, andando sin mucha prisa, a diez minutos de una boca de metro. Hay gente que, si tiene que arrastrar su voluminoso equipaje hasta el metro más próximo, puede tardar horas, y lo de subirlo a los autobuses que le dejarían más cerca del metro está fuera de las posibilidades físicas de la mayoría.

Vosotros pensaréis que soy un puñetero exagerado. Después de todo, ahora todas las maletas modelo Iñaki Perurena las hacen con ruedecillas, con lo que todo es cuestión de empujarlas suavemente hasta el metro. Sí, vale, pero eso es cuando el suelo está visible. Cuando sobre él hay diez centímetros de nieve, más valdría que en lugar de ruedecillas les pusieran esquíes a las maletas. Para haceros una idea, pensad que tuvierais que llevar una maleta de treinta kilos un kilómetro por la arena de la playa ¿A que no mola?

Luego toca salvar las escaleras. A veces, hay una especie de raíles que están adaptados a no sé qué estándar y que nunca coinciden con el ancho de las ruedas de las cosas que intento subir. Además, siempre están a la derecha según se sube, con lo que, si eres zurdo, se siente. Sí, yo soy zurdo. Zurdísimo.

Hasta aquí, la cosa estaba chunga, pero entonces interviene el factor humano. Compras un montonazo de billetes de metro. Los menores de siete años no pagan billete, pero las maletas sí, así que me preparo a gastar ocho viajes. La señora encargada del acceso tuvo compasión y dejó pasar a las maletas y a todos los niños gratis total. Sólo pagamos Alfina y yo. "Venga, venga, que son ustedes muchos." Económicamente, el resultado va a ser igual, porque para cuando volvamos a tener que usar el metro, los viajes que no gastamos habrán caducado, pero a la señora se le agradece el gesto, que nos ahorró tiempo. Y eso era importante.

Si hubiera sido hora punta nada nos hubiera salvado del desastre. En hora punta, la gente deja su lado bondadoso y comienza a afilar los codos (lo sé por propia experiencia: yo he tenido unos codos afiladísimos en mi anterior residencia). Pero un miércoles a las dos y cuarto de la tarde no es ni mucho menos hora punta, así que el resto fue relativamente sencillo. Gracias al cielo, no había transbordos, llegamos a la estación de tren desde donde salía el expreso a Domodiédovo y ya alcanzamos al aeropuerto con tiempo de sobra.

En fin, que Moscú siempre se las arregla para ponerte de los nervios. El próximo viaje ya no sé qué hacer para ir holgado. Ir a pasar la noche al aeropuerto me parece excesivo, pero es que con unos cuantos sustos semejantes somos carne de marcapasos en cuestión de meses.

Deseo a los lectores que los Reyes hayan sido generosos con ellos. Nosotros no nos podemos quejar, pero molaría algún rayito de sol para estos pobres exiliados, porque llevamos unas vacaciones que quizá fueran la delicia de la rana Gustavo, pero no de un servidor de ustedes.

Ah, y del trancazo, al menos yo, mucho mejor, gracias.

4 comentarios:

Carlos OC dijo...

Bueno, yo lo veo bastante claro. EL trafico rodado en Moscu es una locura y es muy impredecible. El metro es la otra única opción. Quiza una tercera sería conseguir a algun conocido que os llevara en su coche, pero nadie te libra de meterte en un atasco.

Yo pienso que contando con que conoces la hora y fecha del vuelo con antelacion es posible planear la operacion "esquí duradero". Yo en este caso hubiera puesto el metro como primera opcion sabiendo que no lo cogeré en hora punta y me habría mentalizado y ejercitado durante semanas para la odisea de casa al metro.
Porque lo mas comodo no siempre es lo mas seguro.

salu2

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Querido Alfor:

1. Que bueno que del trancazo estes muchisimo mejor, me alegro muchisimo. A ver cuando vuelves a lucir por ahi tu Boina. A proposito, yo ando aqui por Bogota con Boina y Gaban. de mañanita es genial, al medio dia...

2. Vaya vaya vaya. Por eso es que yo desde hace muchisimo solo viajo con mi Viejo y Fiel amigo , mi morral de Varillas marca Jansport color azul con muchos remiendos, pero que ha ido y venido conmigo doquiera que voy. No solo es morral, ha sido tambien Almohada y generalmente es armario. Claro que tambien cargar todo a cuestas tiene su precio, a veces llega a pesar 50 kilos del alma. Por eso te considero, tu, Alfina, Los niños y las maletonas en el Metro. Alguna vez , pesando 50 kilos y sospecho que incluso 60, tuve que escurrirme en el Metro de caracas con el... En hora punta!!!!. Menos mal que no tuvieron que hacer trasbordo.

3. Pues pa mi hoy no hay reyes ni magos, ni vagos, ni de Ninguna clase. Hoy es el 805º aniversario de la muerte del Inmenso RaMBaM, Rabino Moshe Ben Maimon, Maimonides, el Aguila de la Sinagoga, Que su memoria gigantesca sea bendita y Exaltada. En su honor, estudio la Mishne Torah.

Saludos a toda la tropa y de nuevo, que bien que estas bien del Trancazo!

Alfor dijo...

Orayo, el tráfico rodado en Moscú cada vez es más predecible: es casi seguro que hay un atasco del quince. Últimamente ya hasta los domingos por la mañana.

La operación "esquí duradero" :) está bien planteada en general, ahora bien, ¡cómo se nota que eres soltero y sin hijos! :D

Kozure, "morral de varillas", ¡qué bueno! Aquí en España lo llamamos "mochila de hierros" y alguna me ha acompañado en más de una travesía. Ahora están pasadas de moda, porque hay cosas, la verdad, mucho más cómodas.

Y muchas felicidades en el aniversario de Maimónides, más o menos paisano mío.