miércoles, 11 de marzo de 2009

En positivo

Moscú es un lugar bastante malo para los que no tenemos ni idea de deportes de invierno y sólo nos dedicamos a los de verano. Y, para los corredores de fondo y los ciclistas, Moscú quizá no sea del todo Mordor, pero no es mucho mejor. La bicicleta la saqué el otro día del armario, después de dos meses y medio de pausa, y cuando quedan un montón de placas de hielo por el suelo, pero es que ya tenía muchas ganas de rodar. Entretanto, ha vuelto a nevar y la bici ha vuelto a quedarse a esperar mejores tiempos.

En lo de correr, mi recurso es la cinta de correr. Es un suplicio. Uno estaba hecho a triscar por el río de Valencia, a lo largo de sus muchísimos kilómetros, al aire libre, y el hecho es que estoy en un sótano, enfrente de una televisión, y menos mal que hay una televisión, regulando la velocidad y la inclinación con botoncitos. Cuando la cosa ya es insoportable, me imagino en el río de Valencia.

"A ver, quedan dos kilómetros. Si estuviera en Valencia, ahora habría pasado hace nada el puente de San José, y a mi derecha estaría la Escuela de Idiomas. Ya queda menos. Delante se ven la Estación de Autobuses y Nuevo Centro...", y así sucesivamente hasta la llegada al final. Algún colega me ha propuesto que en Valencia me ponga una cámara de vídeo en la frente, un día que vaya a hacer el recorrido del río completo, lo grabe de cabo a rabo y lo pase por la televisión que tengo frente a la cinta. Es una idea, pero la verdad es que las pelis de la Pantera Rosa distraen más.

Moscú también es un sitio problemático para los alérgicos. Yo soy alérgico a saco, y el otro día no sé qué narices comí o qué pasó, pero me produjo una urticaria brutal por todo el cuerpo, con irritaciones e hinchazones tales, incluso en los párpados, que apenas podía abrir los ojos. Tuve que salir del trabajo pitando e ir al médico, a cuya consulta llegué hecho una pena.

El médico no se anduvo con chiquitas, me metió un chute de cortisona, el antihistamínico por excelencia, me dio una medicación a base de corticoides y me mandó a casa. A eso de dos horas desde el chute, gracias a Dios, los síntomas comenzaron a remitir y las únicas señales que quedaron en mi piel eran las que me había hecho yo con las uñas a base de rascarme.

Al día siguiente, me sentí bien, decidí subirme a la cinta y ponerme a correr. A la velocidad que me había puesto como objetivo, me parecía que no estaba haciendo nada, así que puse la cinta un poco más rápido. Y luego un poco más. Me encontraba suelto, muy suelto, hasta que terminé por ir cosa de medio minuto por kilómetro más rápido de lo que tenía pensado. Y luego llegué a estar entrenando a ritmo de competición.

Ahora ya sé por qué la cortisona da positivo.

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Jajajaja, Alfito, ya te vale, "t'has dopau" jajajaja, bueno, bromas aparte, me alegra que la alergia remitiera pronto. Por otra parte a mí se me ocurría algo un poco más sofisticado para situarte en el río que lo de la cámara en la cabeza... Pero vamos, es, como te digo, bastante sofisticado, así que mejor no te cuento, jejeje... Bueno, si tienes mucha curiosidad, pregunta y te lo explico.

Besitosssssss

PD: Me voy al río a pasear a kai, jejejeje... (Esto es para darte un poquito de envidia)

Alfor dijo...

Esterita, creo que puedo morir sin enterarme, pero no me importaría conocer saber cuál es ese método sofisticado.

En todo caso, que tires muchos petardos, que es lo que toca en esta época del año.