lunes, 13 de octubre de 2008

La revisión del coche (II)

Llegado que fue el día de la recogida del coche, Alfina y yo nos encaminamos hacia la vetusta zona industrial a la que se había mudado nuestro otrora céntrico concesionario y servicio técnico de Hyundai, en busca de ahorrarse los alquileres que le estaban soplando en su anterior sede fetén, aunque resignándose a arriesgar los clientes pijos que no las tienen todas consigo en cuanto salen del Sadovoye Koltsó.

La zona industrial es, sí, industrial, pero no crean que se pasa de repelente. En España las he visto semejantes, sólo que en España las zonas industriales en estas condiciones están abandonadas o a punto de estarlo y, en cambio, ésta se encontraba en pleno auge. Decrepitud activa, vamos.

Observemos en primer lugar la escalera. Nuestro taller, ojo, no está a pie de calle, sino que está en un cuarto piso ¿Que cómo puede haber un taller de reparaciones de coches en un cuarto piso? No lo entendí hasta que bajé con el coche por la rampa, porque el acceso desde la calle era por un sitio como éste, que nos permitía elegir entre subir por la escalera...


... o por el ascensor



Como nuestra reciente experiencia con un ascensor había sido bastante traumática, decidimos probar por la escalera, para contemplar paisajes diferentes a los habituales. Y no nos arrepentimos, no, porque fue así como pudimos encontrar prodigios como la oscura zona de fumadores, justo al lado del punto de protección contra incendios.



Por no hablar de la puerta blindada del tercer piso.



Finalmente conseguimos llegar al taller. Menos mal que venía Alfina, que ya había estado, porque a mí me hubiera costado mucho sospechar que esto es la entrada a un taller de reparaciones. Yo pensaba que Alí Babá aparecería de un momento a otro.



Pero finalmente conseguimos llegar al sitio, vimos allí a nuestro coche, todo gallardo él y recién lavado y nos dirigimos al cuartucho que hacía de oficina a pagar la reparación. Ni que decir tiene que, a pesar de la señal de la puerta, allí no llevaba mascarilla ni el Tato.



Eso sí, al menos conseguimos identificar un elemento que se encuentra en todos los sitios que tienen algo que ver con el mundo del motor, ya sea en Rusia, en España o en Madagascar.

El calendario de tías en pelotas. Es que no falla, tú.

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Maaaaadre del amor hermoso, Alf, si es que ese calendario es ya mítico.. A mí me tienes todavía intrigada sobre como subió vuestro coche al cuarto piso...

Besitosssss

Alfor dijo...

Esther, pues por la rampa, igual que bajan a los segundos sótanos.