martes, 11 de marzo de 2008

Doce rusos en Bilbao

El grupo era bastante diverso. Dos eran de Moscú o de sus alrededores inmediatos, pero los demás eran de ciudades menores (Ivánovo, Yaroslavl, Perm, Rostov, incluso Nizhny Tagil...). Once eran hombres, de los que sólo uno hablaba inglés, y los once eran ingenieros de formación; y había una mujer, filóloga germánica, jovencita ella, que hablaba muy bien en alemán y algo peor en inglés y que era quien pastoreaba al grupo, sobre todo cuando yo me escaqueaba o me dedicaba a hacer de intérprete en cualquier circunstancia.

Llegamos, pues, a Bilbao, nos metimos en el hotel y enseguida nos fuimos a comer. Senté a los doce en una mesa del café Iruña y me puse hacia el centro. Aquello parecía una caricatura de la Última Cena. El camarero se acercó algo inquieto, pero se alivió algo cuando se dio cuenta de que al menos uno hablaba castellano.

- A ver, ¿qué os pongo?

Así me gusta. Nada que "¿Qué van a tomar los señores?" ni de "¿Vos querés que os traiga la carta?". Eso es un camarero español tradicional, y lo demás perversiones del original.

- Voy a preguntar.

Y me dirigí a los rusos. Comencé a traducirles la carta mal que bien, pero como vi que no se aclaraban, la cosa tardaba y ya eran las tres y media, abordé al camarero y le dije:

- Ven p'acá. De primero, ensalada mixta para todos, y de segundo, dorada para todos. Nos pones tres platos de ibérico repartidos por la mesa y otros tres de Idiazábal. Para beber, vino.
- ¿Os pongo unas botellas de agua?
- Adelante.

El camarero se fue contentísimo, por lo fácil que iba a resultar servir aquello. Al poco tiempo comenzó a aparecer la comida, empezando por el queso y el jamón.

- ¿Y esto que es? -preguntó Ivánovo, señalando el jamón- ¿Bacon?
- No, es jamón -respondí.
- ¿Jamón?
- Es carne de cerdo, de la pierna del cerdo.

Ivánovo lo probó con inseguridad.

- No está mal ¿Está ahumado?

Aquí ya me faltaron las palabras en ruso para decir "curado". Intenté explicarles algo el proceso de producción, pero me di cuenta de que se estaban pasando al queso.

Llegó el vino, un Rioja estupendo, nos servimos todos y a todos les gustó, aunque seguro que alguno echó de menos algo un poquito más fuerte. Pero entonces el camata trajo el agua, y Nizhny Tagil, que estaba sentado a mi lado, abrió mucho los ojos.

- ¿Agua con el vino? - preguntó, poco menos que indignado.
- ¿No? - le dije, aunque hablé con un poco de dificultad, porque tenía la boca llena de ibérico, visto que no estaba teniendo mucho éxito entre los comensales.

Ural llevaba un buen rato inquieto y se salió a la calle, evidentemente para fumar, seguido inmediatamente por la chica, que tenía las mismas intenciones y que debía llevar un rato esperando a que alguien se decidiera. También se levantó Rostov, pero éste más bien porque lo que quería era ligar con la chica. A todo esto, poco a poco los comensales se iban animando y, en vista de que los primeros platos no venían, iban dando buena cuenta del queso y un poco menos del jamón. Pero del jamón ya me encargaba yo, para que no sufrieran.

Trajeron la ensalada.

- ¡Oh, cuántos vegetales? - dijo Perm.
- ¿Todo esto son vegetales? - me preguntó Yaroslavl.
- Estoo... no, eso de ahí es atún.

Como había hambre, y de buena parte del jamón ya me había encargado yo, dejaron de hacer preguntas tontas y se pusieron manos a la obra. Pronto llegó el segundo.

- ¿Y esto qué es?
- Esto es pescado.
- ¿Y qué pescado?
- Bueno, en español se llama "dorada".
- ¿Y en ruso qué pez es éste?

"¡Leches! ¿Y yo qué sé?", pensé, rebuscando en vano.

- En los restaurantes de Moscú también hay dorada - dijo el que era de Moscú-, pero es muy cara. Yo nunca la había comido. Bueno, al menos en la carta de los restaurantes pone "dorada".
- Sí, sí, pero ¿qué pez es? - insistió Nizhny Tagil, que era un cincuentón bastante faltón y evidentemente poco viajado.
- Pues en ruso no lo sé - dije.

Y Nizhny Tagil me miró como diciendo "Pues vaya inútil que me han sentado al lado".

(Por cierto, ahora sé que en ruso también se dice "dorada", o bien con el término técnico "aurata". El de Nizhny Tagil no se coscó, aunque, teniendo en cuenta que Nizhny Tagil está a varios miles de kilómetros del hábitat habitual de la dorada, tampoco hay que eprochárselo demasiado).

Al final, se lo comieron todo, les di de postre tarta de San Marcos para todos, a pesar de los lamentos de la jovencita, que decía que era "ein kleines Mädchen" y quería guardar la línea, se lo hice comer todo y salimos de allí.

La clave de lo sucedido me la dio al día siguiente, cenando, mi amigo Xabier, bilbaíno a más no poder con el que me escaqueé para cenar.

- Es que es perder el tiempo. A los guiris no hay que darles de comer, porque no lo aprecian. Llevé a comer a un sueco, dijo que le gustaba el jamón, pedí jamón, y el tío va y quita lo blanco ¡Lo blanco! ¿Será posible? - decía Xabier indignado y con toda la razón del mundo.

Pero volvamos con el grupo de rusos, que, tambaleándose después de la comilona, camina por la ría en dirección al Guggenheim con la intención de visitarlo.

Pero lo que pasó en el Guggenheim, que tiene todavía menos desperdicio que el jamón ibérico, lo dejo para la siguiente entrada.

4 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Madre del Amor Hermoso... ALf estos Barbaros están locos, jajaja (bueno, vale Astérix decía "estos romanos" pero creo que los rusos tienen poco de romanos, jejeje) ¿Cómo pudieron dejarse el jamón ibérico? aaaaainssssssss que lastimica por dios...

Besitossssss

PD: ¿Y qué lleva la tarta de San Marcos?

Alfor dijo...

Esther, a mí me pareció estupendo que se dejasen el jamón, mira por dónde. :)

Anónimo dijo...

AAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! Estuviste aquí, en IRUÑA, que paso al lado CADA día, y no te ví ni con el rabillo de ojooooooaaaaaaa!

Lo del blanco del jamón.... Xabier no tiene razón. Conozco a BILBAINOS que lo quitan (locos hay en todo el mundo, oye :)).

Esther, yo así me comí un platazo entero de caviar, porque los españoles no lo quisieron :) Se agradece, oye :)

Inmi

Ricardo Marquina dijo...

toda la tarde preparando la cena, paella,(si se le puede llamar asi a algo realizado con ingredientes del DIKSY, supermercado, aunque parezca mentira, por debajo en el escalafón de el DIA o en LIDEL) queso manchego, jamon de Teruel, vino de Somontano....Mi compañero y yo nos las prometíamos muy felices, "con esto caen, fijo" nos deciamos.
Masha-1 y Masha-2 llegaron, rubia y morena, ZIPI Y ZAPE. total, si ya les parecia raro-raro que dos HOMBRES cocinaran, (evidentemente un macho ruso no cocina, sea dicho de paso que la mujer rusa , menor de 25, tampoco, solo calienta los preparados precocinados) aquelllos alimentos extraños no terminaban de convencerles visualmente. Masha-2, la morena, Peteburgesa de 20 años (que se casaría con un ruso que conoció en un bar 3 menes mas tarde de esta cena), sufrió una arcada con el jamon de teruel, lo escupio y lo puso en una serbilleta de papel (para que una rusa haga esto, con lo delicadas que dicen ser, hace falta que sintiese auténtica y genuina repulsa) MAsha-1 guardo la compostura con el jamón. El queso les gusto. del vino no dejaron ni gota, y la paella se quedó donde estaba ya que el "arroz no tiene salsa" (esra paella, moza, PA E LLA). En fin, sacamos el Putinka, Masha-2, la que era para mi, se piro y decí bajar al produkti a por otra botella, 11 de la noche, sabado, fracaso rotundo.