miércoles, 16 de enero de 2008

Regalitos

Queridos Reyes Magos:

La gente es sumamente ingrata. Lo sé. Antes del 6 de enero, todos se acuerdan de VV.MM., y después, y hasta bien entrado noviembre, ni pum. Lo de VV.MM. sí que es un trabajo de temporada, mucho más que otros.

Así que me permito aprovechar que seguramente estarán VV.MM. ahora mismo bastante desocupados, cuando no descansando de la paliza que se habrán pegado, para solicitar su atención.

En primer lugar, ésta es una carta de agradecimiento. Ya sé que nadie lo hace, ya, pero creo que es de justicia hacerlo. Porque no es fácil que alguien se ocupe de las personas delgadas como lo hacen VV.MM. De los gordos todo el mundo se acuerda, les hacen tallas especiales, fanfarrias y todo tipo de mondongos ¿Y de los delgados? De los delgados sólo se acuerdan VV.MM. Sí, señor, a mí el pijama se me iba cayendo por las rodillas, hasta que el año pasado VV.MM. tuvieron el acierto de regalarme uno nuevo, con la cintura ajustada, y ahora soy una persona nueva, que puede utilizar las dos manos cuando lleva el pijama puesto, en lugar de ocupar una de ellas en sujetar el pantalón.

Pero no todo estaba hecho. Efectivamente, otra de las dificultades de los delgados, de quienes nuestros amigos dicen que somos esbeltos, y nuestros enemigos y nuestras madres que estamos flacos, es que no encontramos cinturones ni a la de tres ¿Por qué no harán cinturones con agujeros hasta el final? ¿Qué les costaría a los fabricantes? Así tras larga búsqueda, tuve que conformarme con un cinturón al que sólo le faltaba un agujero para quedarme medianejo. Y aquí entraron VV.MM., al regalarme el maravilloso perforador de cinturones que me va a permitir vestir semejante prenda sin que parezca que tenga un hula-hop en la cintura.

Gracias, pues, pero... la verdad es que hay algo más. Y es que ya quiero ir adelantando cuáles serán mis deseos para el próximo año. Yo es que, ¿saben?, estuve viendo la cabalgata de VV.MM. y me quedé impresionado. Por cosas que pasan, hubo un momento en que me puse casi en primera fila con mi hijo pequeño, que se llama Ame, sobre mis hombros. Ahí es nada, lo bien que se estaba coscando el zagal de la cabalgata. Pasaban carrozas, carrozas y más carrozas, y arrojaban los caramelos casi siempre por detrás. Mejor. Porque durante la cabalgata todos los niños (y los mayores) van recogiendo los caramelos como si fueran pepitas de oro, y luego se comen un par de vuelta a casa y ya no se acuerdan de los demás hasta que a los dos años los padres decidimos que ya está bien y los tiramos a la basura. Pues eso, que iba yo por allí, cuando pasó la carroza del Corte Inglés, y una de las chicas que iba dentro, vestida de mora, me miró, miró a Ame, agarró un puñado de caramelos y yo ya me temí que la cosa pintaría mal, porque tenía las manos ocupadas sujetando a Ame. Y ya lo creo que pintó mal, como que la muy gamberra me tiró los caramelos a la cara con fuerza, quiero creer que con animo de que los cogiera Ame, pero por poco no me tira al suelo.

Majestades, porfa, el año que viene quiero desfilar yo en la cabalgata. Debe ser maravilloso tener un montón de perdigones con forma de caramelos, arrojarlos a diestro y siniestro a manos llenas, poco menos que descalabrando al personal, y que no sólo no te puedan decir nada, sino que encima te rueguen que tires más. Me lo pido.

Suyo affmo.

Alfor von Buchweizen

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Ains Alfito, tú como los vinos, mejoras en lo tuyo con los años, cada vez te vuelves más temible, jajajajaja.. pues oye, me encantará verte en la cabalgata pero por dios te lo ruego ¡A MI NO ME DISPARESSSSS!

Besitosss

PD: mira mi traducción de Dña Margarita por fa por fa por fa

Alfor dijo...

Esther, ¿que no? ¡Aquí no se libra nadie! Si no, no haber venido.