viernes, 9 de noviembre de 2007

El marchitar de las rosas

Sabe Dios que por estas pantallas se asoman pocas veces asuntos de política, y mucho menos de política internacional, pero ahora me apetece escribir algo sobre Georgia, ese país en el que he estado un par de veces en los dos últimos años y al que, al parecer, no volveré en algún tiempo, porque, tal y como están las cosas y con el enfurruñamiento que hay entre Georgia y Rusia, sin vuelos directos desde hace tiempo y con las tropas de ambos países mirándose por el catalejo, la cosa pinta chunga.

En la televisión rusa, los últimos sucesos en Georgia, con manifas a grito pelado delante de los edificios oficiales, se han retratado como era de esperar, poniendo a caldo al presidente Saakashvili, y lo mismo pasa en casi todos los medios. De hecho, la foto que ilustra esta entrada es de Itar-Tass, la agencia oficial de noticias rusa (y prometo quitarla en cuanto me lo pidan, no faltaría más) y parece tomada de la página de los Nashi (por cierto, hoy he visto un par de patrullas de esta juventud gloriosa, puro ardor guerrero, deambulando por el centro, así que preparémonos).

Servidor tira más, para informarse, por Gazeta, como saben los que hayan mirado los enlaces de la derecha. Ahí las cosas son un poco menos tendenciosas, y he encontrado este artículo que me ha parecido interesante. No presenta un estilo impecable, supongo que a causa de las prisas, pero tiene su miga.

Bueno, y para aquéllos a quienes se les haga algo pesado el ruso, ahí va la traducción. Ojo que es largo.

EL MARCHITAR DE LAS ROSAS

Si las emisoras rusas hubieran cubierto con tanta pasión con la que lo han hecho las acciones de protesta en Georgia las marchas de los discordantes en Moscú, entonces no tendrían precio. Si en Rusia quedara siquiera un canal al cual pudieran ir todos los líderes de la oposición y hablar abiertamente sobre la situación en el país, viviríamos en otro país. Tal país apenas recordaría a la intranquila Georgia, porque nosotros tenemos otro temperamento, pero sería tanto más parecida a un país democrático. Rusia extrae de Georgia un dibujo que demuestra que Georgia ha dado un paso adelante gigantesco por comparación con nosotros: se ha convertido en un país en el que hay distintas opiniones, donde hay derecho a expresarlas, donde hay posibilidad de expresarlas, y donde el pueblo tiene la posibilidad de seguir lo sucedido en directo. Y usted también puede: basta con que entre en la página de internet de la cadena de televisión "Imedi" y pinche en "Live". Seguramente usted no entenderá lo que dicen, pero puede mirar lo que pasa allí hoy y ahora. Sí, allí hay sólo un canal semejante, pero existe. Y eso un logro del poder. Creo que Saakashvili no entiende siquiera qué logro es ése, ese canal que, supongo, le enoja enormemente.

Nosotros también tuvimos una situación en que sólo quedaba un canal, y ya no está. E incluso hubo una situación en la que sólo quedaba un programa, pero tampoco está. Al final cambió el país.

Los georgianos han conservado el derecho y los instrumentos de cuestionar las acciones del poder, al que en su día cubrieron de rosas. Bueno, ¿y de que se alegra tanto la propaganda rusa? ¿De las protestas contra su odiado Saakashvili? ¿De la crisis? ¿De las oleadas de gente frente al edificio del Gobierno? ¿De la aparición de diversidad de opiniones, de las que el poder ruso se ha ido librando con éxito en estos siete años? Si el Ministro de Asuntos Exteriores, señor Lavrov, no quiere mezclarse en los asuntos internos de Georgia, ¿para que diantre llama despectivamente al presidente de un país extranjero "este político"? Que pruebe a llamar así a Bush, o a Merkel, o a Ajmadinejad, por ejemplo.

Rusia perdió a Georgia no porque Saakshvili se convirtiera en el líder del país, sino porque Rusia no puede conformarse con el hecho de que aquella Georgia, a la que estaba acostumbrada a relacionarse con un esnobismo imperial, ya no existe. Y no existirá nunca. Por muy fuerte y grande que se considere Rusia, y por muy pequeña, débil e insignificante que considere a Georgia. Georgia no se conformará cor la partición de hecho de su territorio, no perdonará la ofensiva campaña antigeorgiana y no olvidará las sanciones económicas. Rusia perdió Georgia, porque no pudo superar su propio rechazo ante las revoluciones democráticas, porque al poder ruso le persigue la pesadilla de un pueblo que sale a la calle, sea con flores o sin ellas. Rusia perdió Georgia (como también, por cierto, Ucrania) simplemente por miedo, por paradójico que suene. El poder ruso ni siquiera ha intentado elevarse por encima de sus propios complejos y empezar a construir con Georgia relaciones normales de amistad. A lo largo de los últimos años que han pasado tras la revolución de las rosas, mi país sólo ha amontonado errores en relación a un país en el que querían a Rusia como en pocos sitios. Y el hecho de que ahora el Patriarca georgiano llame al país al diálogo y la tranquilidad, para "no dar a fuerzas exteriores la posibilidad de causar daño a nuestra patria" es una triste confirmación de ello. Es interesante, ¿qué fuerza exterior puede causar daño a Georgia?

Temo que sea la que aguarda con esperanza el momento en que a Saakashvili, acusado por la oposición de corrupción y autoritarismo, le pierdan los nervios y ponga en acción la fuerza. Entonces todos los canales rusos coincidirán en la histeria por causa de ese régimen sangriento. Hasta es terrible pensar qué contará desde la pantalla sobre "Misha" su tocayo Leontiev.

Desde luego, Saakashvili no es un ángel. No se suele elegir a ángeles como presidentes. Puede cometer errores, y ya los está cometiendo. Arrojar por la pantalla "escuchitas" y "manitas" por parte de los opositores es un argumento de pacotilla en la discusión con la oposición. Incluso si, digamos, habían seguido a los espías rusos, da lo mismo, las fotografías y las escuchas de las conversaciones telefónicas ya de por sí, y no digamossu publicación, son el argumento más inadecuado y primitivo en la discusión con los miles de personas que han salido a la calle para expresar su desconfianza al poder. Este argumento trabaja contra el gobierno. A favor del gobierno puede trabajar el diálogo y la salida del Presidente al encuentro con los manifestantes, pero no los atributos de los servicios secretos o, no lo permita Dios, las balas.

Saakashvili, o bien soporta la prueba de democracia, a olas de la cual llegó al poder, o no. A Moscú la democracia le importa un rábano, pero le gustaría mucho que el proyecto "Saakashvili" fracasara. También le gustaría que fracasara el proyecto "Yuschenko". Cualquier desestabilización de la situación en estos dos países provoca en Rusia un entusiasmo histérico de los cometaristas políticos. Inscritas en un paisaje geopolítico más general, las crisis en los países que han pasado por las revoluciones "de colores", dan a Rusia argumentos suplementarios en las conversaciones con Occidente, tanto en una serie de problemas internacionales discutidos, como a propósito de las especificidad de la democracia rusa. Comoquiera que Rusia contempla las revoluciones "de colores" únicamente como inventadas y financiadas por Occidente, las crisis en estos países las incluye automáticamente en su activo, no sólo como fracaso de Occidente en el territorio de la antigua URSS, sino como triunfo de la Rusia de Putin, que garantiza la estabilidad. Y esto viene muy bien para las elecciones, tanto para la exportación, como para el propio elector.


Actualización: El miércoles por la tarde, poco después de que este artículo fuera escrito (aunque antes de que fuera traducido), el Gobierno georgiano decreto el estado de excepción y cerró todas las cadenas de televisión opositoras, incluida la que es objeto del artículo. No somos nadie.

2 comentarios:

Operación Matrioska dijo...

Alf,
¿te has fijado lo poco que interesea:
a) leer una entrada de más de 30 líneas?
b) leer una entrada de política? (y más si es de política georgiana?)

Es una pena, hace tiempo que no veo a ningún guerrero de esos a los que les entraba urticaria cada vez que escribías algo nuevo...

Kloonich.

Alfor dijo...

Kloonich, tienes razón. Me miro y no me reconozco. Has conseguido que recupere mi ardor guerrero. Tanto más cuanto que últimamente he hablado con algún rusófilo...