sábado, 27 de enero de 2007

Invierno a oscuras

Ahora que la nieve ha llegado y ya hace un frío que pela, como que apetece más ver los toros desde la barrera. Apetecía más el año pasado por estas fechas, en que estábamos a treinta y pico bajo cero, mientras que hoy estaremos a ocho o nueve mal contados; pero este año, supongo que por la falta de costumbre con el frío, sigue apeteciendo, fuera de alguna batalla de bolas de nieve con confección inmediata de muñeco de nieve. Ro, sin ir más lejos, es una auténtica especialista en materia de virguerías con nieve, desde castillos hasta bolas gigantescas.

A todo esto, anteayer, en plena tormenta de nieve y con las temperaturas en plena pendiente de bajada, llego a casa y resulta que nos han cortado la luz. Tras bastante rascar, resultó que el encargado de mantenimiento del bloque se había olvidado de dárnosla de nuevo después de un pequeño corte durante el día, que el hombre ya se había ido a su casa y que el armarito con las conexiones estaba cerrado a cal y canto y nadie allí sabía dónde podía estar la llave. A doña Margarita querría ver yo por aquí para ajustarle las cuentas al indocumentado del encargado de mantenimiento.

Es curioso lo dependientes que podemos llegar a ser de la energía eléctrica. De repente, no había nada que se pudiera hacer. Nada. Nos alumbramos con velas, hice una cena fría -la cocina también es eléctrica- a base de bocadillos de manchego y chorizo (echando mano de las reservas estratégicas para las grandes ocasiones), y ya nos dedicamos a contar cuentos a los niños a la usanza de nuestras bisabuelas. Ni tele, ni vídeo, ni ordenador, ni libros, ni lavavajillas, ni lavadora, ni todos los electrodomésticos que nos hacen la vida más cómoda, aunque, a veces, nos distraen de lo esencial.

Una situación apurada, de todas formas, que requiere que todo el mundo ponga de su parte. Y viene a la memoria cuando, hace unos días, Ame entró en nuestra habitación y dijo con su media lengua de tres años.

- Mamá, cuenta conmigo.

Nos quedámos mirándole ¡Qué mono!

- ¿Puedo contar contigo? -le preguntó su madre.

- Sí, mamá, cuenta conmigo. Yo no sé contar bien. Tú ayudas. Uno, dos...

2 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Madre del amor hermoso. ¿Y como pudo olvidarse así de vosotros? Menos mal que al parecer la calefacción si funcionaba, porque no la mencionas. Por cierto, invierno caluroso éste ¿no? Empezamos a ser conscientes de los desastres de nuestro propio orgullo... Alomejor, después de todo, se conciencian y hacen caso al protocolo de Kioto, o deciden no quemar tanto bosque.
Me encanta Ame, este niño es un cielo... Me hubiera gustado ver la cara de Alfina cuando le dijo "uno, dos.." jejeje. En fin, a estas alturas deberiais saber que con 3 añitos todavía no entienden el concepto de "contar conmigo" en esa otra acepción, la de que te van a apoyar para lo que quieras...
Bueno besitos Alfi y que no te congeles mucho...

BAR dijo...

Es increíble como podemos depender así de la tecnología, en cambio te aseguro qe si nuestras abuelas se quedan sin algo de eso, saben como sacar las cosas...ellas si que eran guerreras...jajaja

Un Beso