jueves, 15 de junio de 2006

Ciclismo helado

La Orbea de 1990De niño, era tan enclenque que ni siquiera aprendí a montar en bicicleta. La oportunidad me llegó mucho más tarde, a punto de cumplir los diecisiete años, y con el estímulo de poder así "desplazarme a trabajar al campo de manera autónoma". Creo que debería mencionar que el estímulo no debería llamarse así, pero lo cierto es que la cosa tuvo éxito: contra todo pronóstico, la cosa me gustó tanto que, desde entonces, apenas bajé de la bicicleta. Pocos años después me convertí en uno de los primeros ciclistas urbanos de Valencia, cuando apenas había quien se atreviera a circular por la ciudad. Y ciertamente, ahora que el ciclismo es casi una plaga, viene bien recordar aquellos tiempos pioneros. En el intento han caído sucesivamente hasta cuatro bicicletas, robadas o desvalijadas por malnacidos, pero siempre han sido oportunamente sustituidas.
Junto a ello, le di también al ciclismo por carretera, y hubo verano en que salí casi todos los días. Ahora ya casi nunca; la última vez, la semana pasada, haciendo el recorrido Alberique - Gabarda - Antella - Presa de Tous - Sumacárcel - Cárcer - Alcántara de Júcar - Puebla Larga - Algemesí, de donde son las fotos de la ilustración, gentileza de mi compañero de viaje.
Saliendo de Alcántara de JúcarEn Moscú, aunque cada vez hay más bicicletas, desplazarse en calidad de ciclista es muy raro, pero yo lo conseguí durante un par de años, mientras el tiempo acompañó. Entonces recorría unos ocho kilómetros en cada sentido, de casa al trabajo y del trabajo a casa, y la sensación era parecida a los tiempos pioneros en Valencia, cuando casi nadie circulaba. Unos cuantos brincos por el malecón del río Moscú, atravesar la Plaza Roja en bicicleta, cruzar la calle Mojovaya por el paso subterráneo y subir por la Bolshaya Nikitskaya hasta el trabajo. Era entretenido. Y cada vez hay más gente que lo hace.

4 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Si hay una característica entre tu y yo que el tiempo no ha conseguido cambiar, es el hecho de que yo sigo siendo más joven que tú y por tanto, tardé un poco más que tú en empezar a moverme por Valencia a lomos de mi querida bicicleta rosa metalizado, un híbrido entre paseo y carrera, con ruedas grandes pero un poco más anchas que las de carrera, tres marchas y su impecable cestita blanca a juego con el portaequipajes. Por supuesto, llevaba una gran faro blanco sobre el guardabarros delantero y un luminiscente en el trasero. Una preciosidad y yo casi diría que mi bicicleta favorita. Descansa, guardada en casa de mi madre, no le permito que la tire ni la regale ni la venda, pues la adoro. Años después mi tio me regaló una Mountain Bike, fruto de sus ahorros en Banesto. Yo con los años le quité las pegatinas de la entidad bancaria y la llené de otras más reivindicativas (entre ellas pubs heavys y algun adhesivo relacionado con el amigo Bob Marley, jejeje)Le cambié el sillín después de que algún estúpido decidiera robarme el que tenía, le puse luz delantera y un acoplador para el luminiscente detras, portaequipajes para las alforjas, un manillar de los que tienen dos posiciones de apoyo y un caballete. El faro que le puse es muy interesante para una bici de montaña, pues se extrae, con lo que si estás por ahi con ella, pues te sirve de linterna. Esta tiene creo que cerca de 30 marchas, no lo recuerdo. Y sin embargo siempre me ha gustado más mi bicicleta rosa. Es bien cierto que la hippy (la mountain) es más versátil, y supera mucho mejor ciertas superficies... Pero de alguna manera mis piernas están o estaban más hechas a los desarrollos de la rosa.
Ahora me he vuelto cómoda, y disfruto conduciendo mi leon deportivo. Que le voy a hacer, también me encanta conducir... Pero tengo mi Hippy en casa y Pinky en la de mi madre, por algo será que las tengo, ¿no? Aunque ahora me planteo otras posibilidades, como pasear con ellas por otros paisajes diferentes a los urbanos. Y luego están los caballos.... Si ya te decía que desde pequeña me gustaban, ahora he aprendido a montar y que quieres que te diga, ninguna bicicleta puede compararse a la sensación de ir sobre un caballo...
En cuanto a la obtusa... Francamente, los trifásicos en España, como están, oye...

Alfor dijo...

Ah, así que también te va el rollo ciclista. Al menos, estarás de acuerdo es que es mucho más fácil de mantener que un caballo. Yo, ahora mismo, soy propietario de cuatro bicicletas (paseo, carreras -la de la foto-, urbana híbrida y la plegable de Moscú) y poseedor (nadie más las usa) de otras dos, pero a una de ellas no le perdono lo que me hizo sufrir hace dos años en Teruel, yendo por la vía minera. Y no me causan graves problemas de mantenimiento. Además, lo de circular a caballo por Valencia no lo veo claro. Curiosamente, por Moscú hay gente que lo hace impunemente, pero es que ya debería ir quedando claro que aquí suceden cosas bastante raras.

Esther Hhhh dijo...

Pobre bici, ella sí que no debería perdonarte que la metas por esos parajes del demonio, ainsssssss....
Vive dios que si hablara gritaría malandrin a los cuatro vientos y desharíase de su sillín por tal que no volvieras a sentar tus posaderas en tan digno trono...
Jejejejejejejejee..
Besos

Esther Hhhh dijo...

Ah, en cuanto a lo de los caballos, pues sí son más caros de mantener, eso es cierto, pero más gratificantes, jejeje...
Oye, Moscú es otro mundo, ¿tú estás seguro que viajas en avión y no en un explorer de esos de la NASA? (Ya sé que debería ser una nave rusa, pero es que si tu creees que es un avión, es más fácil que sean las yankis)
Besos