Bueno, el metro es sencillamente indispensable en una ciudad de más de diez millones de habitantes y que mide más de cincuenta kilómetros de norte a sur y casi cuarenta de este a oeste. La verdad, sin embargo, es que merece un sombrerazo porque transporta más de ocho millones de pasajeros diarios, que ya es decir. Y, como yo he sido durante bastante tiempo uno de esos ocho millones, pues le he tomado aprecio, aunque últimamente, gracias a Dios, frecuento mucho más el coche de San Fernando, que siempre es más sano.
Para quien quiera ver fotos de las estaciones, como hay gente que las toma mucho mejor que yo e incluso se toma la molestia de colgarlas, lo mejor será hacer un poco de visita virtual pinchando aquí y entrando en cada uno de los enlaces (aunque no se entienda ni jota, cada uno de los enlaces subrayados es una estación de metro y las fotos, obviamente, ya no están en ruso). De verdad que vale la pena. Eso y toda la página.
El metro es profundísimo y se accede a él por unas escaleras como las de la foto, iluminadas por unas lámparas verticales y amenizadas por el tintineo de las monedas de kopek que los jovenzuelos lanzan desde lo alto y se deslizan hasta abajo. Hasta tres minutos he llegado a contar (y en San Peterburgo he llegado a contar cinco) siempre subiendo o bajando; no hay, como en España y otros lugares, distintos tramos de escaleras, con lo que, cuando se estropea la escalera, no hay más alternativa que cerrar la salida completamente mientras la reparan.
La gente pasa muchísimo tiempo en el metro. Suele estar hasta los topes, pero a veces hay suerte, fuera de las horas puntas, y se puede viajar un poco más relajado. La gente lee muchísimo. Bueno, muchos hacen crucígramas, pero hay bastante gente que estudia y se dedica a la literatura, normalmente con novelas baratillas, policiacas o de amor, según el sexo del lector, pero a veces se vislumbra alguna cosa de más calidad entre las preferencias de los pasajeros.
Del traqueteo del metro (no, tampoco el metro se libra de la impresión general de descuido que tienen aquí las cosas) da fe lo movida que me salió la foto de la izquierda. La verdad es que no es muy estable, ni los vagones son cómodos, ni puede hablarse de gran limpieza en un sitio tan transitado. Además, muchas veces, justo antes de llegar al andén de cada estación, la luz suele apagarse medio segundo. Los pasajeros habituales no nos damos ni cuenta, pero anda que los nuevos...
- ¿Qué ha sido eso? - me preguntó después de uno de esos miniapagones un amigo mío de visita, visiblemente asustado.
- ¿El qué?
- Se ha apagado la luz.
- ¿Qué dices?
Me fijé en la siguiente estación, y ¡anda! era verdad. Y en la siguiente también volvió a ocurrir. Pues no me había dado ni cuenta.
Cuando llegué a esta bendita ciudad, aterricé en casa de un compañero, que llevaba cerca de un año por allí y que fue quien me introdujo en el metro. Me pareció todo muy curioso, y me llamó la atención que mi compañero se pasara todo el viaje sin hablar conmigo (prácticamente nadie habla en el metro, hay demasiado ruido y, aunque a veces se pueda conversar, los demás pasajeros te miran mal si lo haces), mirando a diestro y siniestro.
- ¿Y tú qué haces durante los viajes?
- Nada -respondió-. Les miro a ellos e intento entenderles. Aún no lo he conseguido.
2 comentarios:
La verdad es que las fotos de la web que me dijiste son impresionantes. Ahora ya sé de donde sacaron la idea de Metropolis los creadores de Superman, jejeje, en serio, hubo más de una estación que me recordó al famoso cómic, y esa M, bueno esa M es justo igual que la que aparece en los edificios estatales de la susodicha ciudad imaginaria.
El metro a pesar de todo tiene su magia, ¿no crees Alf? y es curioso como las diferentes culturas tienen diferentes costumbres. Aquí la gente siempre habla si se conocen, nadie está callado. En el metro de Hong Kong tambien leen mucho, en el de Londres hablan y leen (lo más impresionante, los anuncios que te disuaden de robar o atacar a los operarios) y en el de Paris... En el de Paris estaba tan alucinada con todo que no recuerdo que hacía la gente...
Besos
Un par de detalles muy positivos del Metro moscovita:
1. A la hora punta, se tiene un convoy cada minuto. Lo que, a los que estamos habituados a uno cada diez, como mucho, nos parece de perlas. Tambien hay que decir que tras un minuto de espera, los andenes estan a rebosar (literalmente).
2. El material rodante es del año de la polka (remaches, como en los vagones de los años 1950s), y esta mantenido "como se puede", pero funciona. He asistido a muy pocas incidencias de funcionamiento en cinco años (en realidad no recuerdo ninguna). El Alcalde de Barcelona pretende que es imposible dar servicio hasta la una de la madrgada todos los dias, por necesidades de mantenimiento (con material mucho mas moderno). El metro de Moscu demuestra lo contrario.
2. Diria otro tanto de las escaleras, que suelen estar duplicadas o triplicadas en los tramos criticos.
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