miércoles, 30 de julio de 2014

La excepción que confirma la regla

Hace unas semanas, sábado era, me levanté plácidamente tras un sueño relajado, bajé a desayunar y me encontré en la mesa del comedor a la más madrugadora de la tropa, esto es, a Ro. Ro es una chica un tanto particular, que no sé de dónde saca los cuartos, pero controla muchísima pasta. Yo creo que se monta negocios en el colegio, o que chantajea a alguien, o vaya usted a saber qué. El caso es que con sus ingresos le ha dado para comprarse una tableta de las buenas y, al bajar yo, estaba ella con los auriculares puestos y subiendo y bajando la cabeza siguiendo un ritmo poco habitual en sus costumbres musicales.

- ¿Qué escuchas? - le pregunté.

Yo creo que ni se dio cuenta de que yo había llegado, así que me puse delante de ella y le hice unos gestos. Entonces se destapó el oído izquierdo.

- ¡Hola, papá!

- ¿Qué estás escuchando?

- Es la banda sonora de Ironman.

- ¿Es chula?

- Espera, que ahora le quito el auricular y lo oyes.

Lo hizo, y diablos, era heavy. Es más, la voz del cantante era inconfundible.

- Oye, ¿ése no es Angus Young?

- Pues no sé.

- Es que me suena mucho a AC/DC...

- Ah, sí, es que son AC/DC.

- ¿Y... te gustan?

- Sí, están muy bien.

- Pero si éstos ya tenían éxitos cuando yo tenía tu edad. Si debo llevar treinta años escuchando cosas suyas.

- Fíjate...

Dejé a Ro con los AC/CD y me puse a cavilar. Mientras anduve yo por Moscú, ellos no aparecieron por allí, pero es que ya habían estado antes, concretamente en septiembre de 1991, poco después del golpe de Estado que sería la puntilla de la URSS. Tocaron en un concierto llamado "Masters of rock", junto con Metallica, Pantera y no sé quien más, en el aeródromo de Tushino, en un concierto gratuito que pasa por ser uno de los más concurridos de todos los tiempos. Aunque no se vendieron entradas y, por tanto, no hay estadísticas exactas sobre asistencia, se calcula que allí se juntaron cosa de millón y tres cuartos de personas. Tuvo que ser una pasada y, de hecho, he oído hablar de ese concierto muchísimas veces. En cuanto a los intérpretes que participaron en el mismo, de Pantera no se volvió a saber mucho; Metallica llevó desde entonces una existencia vergonzosa y languideciente, cambiando de estilo para pasar a algo más comercial, y sin mucho que decir en el panorama musical desde entonces. De hecho, han vuelto desde entonces varias veces a tocar a Moscú, y quién sabe a qué otros agujeros de Rusia.

AC/DC no.

AC/DC ha ido encadenando éxito tras éxito incluso después de su actuación en Moscú, hasta el punto de que han entrado en el siglo XXI con buen pie e incluso son el grupo favorito de mi hija Ro, lo que los convierte en un caso único, y en la única excepción probada al hecho de que, músico que actúa en Moscú, músico que no levanta cabeza en lo sucesivo. Probablemente no hace ninguna prueba más de que tienen un pacto con el diablo, porque, de lo contrario, esto no se entiende.

También hay que decir que los AC/DC han sido razonablemente prudentes, no han jugado con fuego, y no han vuelto a aparecer por Moscú hasta hoy, a diferencia de la mayoría, cuando no la totalidad, de los colegas de su generación, que no han parado de actuar por allí.

Con lo cual tengo que reconocer que la regla según la cual todo músico que actúa en Moscú está acabado por definición no es tan inflexible como parecía y tiene una excepción. No creo que haya otra, pero estoy dispuesto a discutir el asunto con los entendidos.

Entretanto, los países de Occidente han impuesto sanciones a Rusia por un quítame allá esa Crimea y por no cerrar su frontera con Ucrania y, supuestamente, hacer la vista gorda sobre los envíos de armas y equipo desde territorio ruso a la República Popular de Donetsk. No me queda muy claro que esas medidas vayan a tener el efecto pretendido, más bien al contrario, pero allá los que las hay tomado. Eso sí, en este contexto, parece claro que los contactos, incluso musicales, entre Occidente y Rusia van a quedar bastante reducidos, y que los músicos que, así y todo, vayan a actuar a Moscú serán aquéllos que, simplemente, no tengan otro sitio, ni siquiera Castellón, donde les ofrezcan un concierto. Habrá que estar ojo avizor, porque mayor signo de acabamiento que ése no veremos.

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