lunes, 5 de mayo de 2014

Elecciones

Estamos de elecciones en Bélgica. Europeas, como en toda la Unión, pero en Bélgica también las tenemos federales y regionales (municipales todavía no), todo el mismo día. En Moscú no es que me importaran demasiado las elecciones, porque, por una parte, no tenía derecho a voto y, por otra, no se sabe que en Moscú haya perdido las elecciones quien debía ganarlas, así que mucha emoción no es que hubiera. Ya se ve que, en la bitácora, el asunto de las elecciones en Rusia aparece de manera tangencial. En casi dieciocho años de estancia por allí no he recibido un mísero folleto electoral. Total, ¿pá qué?

Aquí, no.

Aquí la campaña electoral ha comenzado y, para un novato como yo, es muy difícil hacerse a la idea de para que sirve el voto que debería emitir. El voto en Bélgica es obligatorio, cosa que asusta un poco. En realidad, es obligatorio para los belgas; los guiris de la Unión Europea que estamos por aquí, en cambio, podemos abstenernos impunemente, al menos mientras no nos registremos como electores, porque entonces el voto pasa a ser tan obligatorio como para los mismos belgas. Creo que el lector supondrá correctamente cuál ha sido mi actitud ante esta situación, y más teniendo en cuenta que inscribirse como elector probablemente supone acercarse a la comuna a tramitar el asuntillo.

Sin embargo, eso no quita para que vea con curiosidad las elecciones. Bélgica es un caso de país, y las elecciones reflejan fielmente cuál es ese caso: no hay quien las entienda. De momento, no existe un solo partido que se presente en toda Bélgica, ni siquiera para el parlamento nacional: o se presentan en Valonia (y Bruselas), o se presentan en Flandes (y Bruselas). Lo de Bruselas es un pandemonium exagerado con más siglas que la izquierda abertzale, porque aquí sí que se presenta todo el mundo.

El parlamento regional de Bruselas se compone de 82 miembros, 72 francófonos y 17 neerlandófonos, lo que refleja aproximadamente la proporción de unos y otros en Bruselas. Uno podría pensar que los francófonos tienen la sartén por el mango, pero qué va. En realidad, cada una de las "secciones linguísticas" se reúne por separado, vota por separado y, por tanto tiene el mismo peso político, así que el gobierno regional tiene que hacer encaje de bolillos para tener el apoyo de ambas cámaras. Para eso, pensaríamos tanto da tener 72 como 17, y efectivamente algo de eso hay. De hecho, la composición del parlamento bruselense me recuerda fuertemente la composición de las cortes del Antiguo Régimen, que no lo que llamaríamos hoy día una composición democrática, pero mejor vamos a dejar ese asuntillo.

Por mi parte, como no tengo televisión y me da pereza seguir la prensa local cuando se pone en plan electoral, voy a seguir la campaña según los pasquines que me vayan dejando en el buzón. Así, de paso, me enteraré de si soy francófono o neerlandófono, porque la verdad es que no tengo ni idea.

2 comentarios:

Parrado Segura dijo...

Elecciones en Bélgica... nunca hubo tantos cartelitos electorales habiendo tan poca cosa en juego, o esa es la impresión que me da. Tampoco he soprendido a un solo belga en delito de lesa conversación política (lo cual entiendo perfectamente). Yo hace tiempo que abandoné cualquier veleidad de entender este país, aunque cuando pueda leeré algún libro sobre la historia del país (¿estará dividido el libro en dos partes también? ¿habrá que comprar dos libros separados para enterarse?) Es lo menos que puedo hacer al vivir aquí. Por cierto, el otro día conocía al primer independentista flamenco desde que llevo aquí o, mejor dicho, reveló sus tendencias después de meses de conocerlo. Parece ser que en Bruselas está muy mal visto serlo y el pobre chico está amedrentado. De paso, aprendí una nueva palabra en francés: "flamingant". Por cierto, es posible que el domingo pasado sobre las 17-18 hubiese un soldado glorioso corriendo por el Bois de la Cambre?

Alfor dijo...

Parrado Segura, tampoco hay tantos cartelitos. Después de todo, son tres elecciones juntas, y hay candidatos para parar un tren. Y es imposible que el domingo pasado estuviese corriendo por el Bois de la Chambre; otros domingos sí ha sucedido, pero como diez horas antes de eso, y más bien en Forêt de Soignes que en La Cambre, que es un lugar demasiado civilizado para mi gusto, estando el otro cerca.